Los independentistas de Casamance proponen al gobierno de Senegal negociaciones de paz

26/03/2010 | Opinión

Después de una semana de combates intensos entre la rebelión de Casamance y las fuerzas armadas senegalesas, el gobierno de Senegal ha querido poner fin a la rebelión con métodos más fuertes.

Pero como conocedores de la región y con ciertas complicidades en la sombra, los independentistas responden con mucha energía y, como muestran los últimos enfrentamientos, no están nada debilitados.
Desde hace ya una docena de años, los rebeldes han demostrado su fuerza cada vez que el ejército gubernamental ha intentado acabar con ellos.

El líder histórico del Movimiento de las Fuerzas Democráticas de Casamance, MFDC), el padre Diamakoun Senghor, en el pasado, ha demostrado que no son los métodos de fuerza los que van a ser la solución a las reivindicaciones de las poblaciones de esta región esencialmente agrícola. Los que le han sucedido lo confirman cada vez que las fuerzas gubernamentales han intentado acorralarlos.

Esta vez, el propio jefe del Movimiento independentista ha hecho proposiciones al gobierno senegalés para celebrar negociaciones que permitan buscar una salida a la crisis. En este marco, ha propuesto que personalidades religiosas, políticas y civiles para dirigir las negociaciones.

¿Podría esta mano tendida convencer al gobierno hasta el punto de aceptar la oferta de los independentistas? ¿Es esto una propuesta de buena fe o es una búsqueda de nueva estrategia? En otras palabras: ¿Están verdaderamente dispuestos a llegar a la paz?

Nada es seguro, sobre todo teniendo en cuenta los múltiples fracasos registrados en el acercamiento entre las dos partes, durante los 10 últimos años. Se han realizado esfuerzos tanto sobre el plano político con el nombramiento de varios cargos de la región, incluido el actual ministro de las Fuerzas Armadas, Abdoulaye Baldé y Landing Savané, ministro del Estado de la Presidencia, como sobre el plano económico, con la puesta en marcha de un plan de desarrollo sostenible en Casamance.

Pero, como todo propósito tiene un fin, el pesimismo debería tener unos límites para dejar paso a un rayo de esperanza para la paz, a partir de la nueva propuesta de los rebeldes. Estos últimos deben recordar que su líder histórico no terminó sus días en el monte y mucho menos en un palacio, sino en una residencia vigilada. En vista de las pérdidas de vidas humanas registradas desde que existe el Movimiento, así como los daños materiales incalculables causados por los ataques y los contraataques, sería deseable que Casamance, el granero de Senegal, encontrase su clima de paz y serenidad.

Los numerosos inocentes de la región bien podrían haber vivido en un clima más apropiado donde se asentarían sobre una perfecta seguridad.
En esta larga e interminable guerra, ningún gobierno de los países vecinos de Senegal ha hecho verdaderamente nada por ayudar.

Ninguna organización subregional, regional o internacional ha pensado de verdad que en esta parte de África personas inocentes son desterradas y asesinadas. Estas organizaciones y países vecinos nunca se han cuestionada cómo poner fin a la violación de los derechos humanos causada por los protagonistas.

En el vecino Mali, aunque la rebelión parece estar mejor organizada sobre un espacio mucho más grande, el general Toumany Touré enseguida comprendió que era la hora de la mesa de negociaciones para buscar una solución a la crisis de Mali.

Y en la búsqueda de una solución, ha implicado a sus vecinos del norte y a todos los que podrían trabajar para la instauración de la paz en el país.

¿Por qué el maestro Wade no toma este ejemplo para poner fin a este viejo conflicto que sacude el país?

¿Está verdaderamente interesado en dejar que la crisis perdure, él que es uno de los sabios más grandes del continente? Él ha ofrecido sus servicios a muchos países africanos en crisis; ¿por qué no utilizar sus recursos intelectuales, su amplia experiencia y su sabiduría para buscar una solución duradera a esta crisis que ha durado demasiado?

A la espera de tener alguna respuesta a estas cuestiones, algunos miembros del MFDC todavía en los montes, deberían tomar ejemplo de otros. A fuerza de endurecer su posición, se arriesgan a tener un final desafortunado, como Jonas Savimbi, de Angola, que combatió durante décadas a la cabeza de la UNITA contra el gobierno de su país.

Pero después de todo, la solución al problema senegalés no puede estar en otras manos que en las de los mismos senegaleses. Su destino deben elegirlo ellos mismos, no otros.

Elhadj Abdoulaye Diallo

(Aminata, Guinea Conakry, 25-03-10)

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