Los hombres de paja en África, hoy en Sudán

24/10/2011 | Crónicas y reportajes

2 de Octubre de 2011 — Las protestas de los manifestantes en Jartum han mantenido a la policía del Régimen de Bashir muy ocupada esta semana. En muchos barrios residenciales tomaron las calles armados con sartenes y cacerolas, voceando su frustración ante las subidas de los precios. Exigían la dimisión del Ministro de Economía. Las autoridades, por su parte, reaccionaron con su estilo más clásico, esto es, con policía y propaganda. Algunos cargos del partido del Régimen señalaron de forma vaga a ‘fuerzas políticas ocultas’ como responsables de la explotación del descontento por el deterioro económico del país tras la secesión del Sur, y de hacerlo como forma de asaltar el poder. Se quejaron de ser (su gobierno) víctima de un complot urdido en Occidente.

Nafie Ali Nafie, Jefe del Consejo del Partido, señaló a “ciertos comunistas con dinero” como los artífices ocultos de las protestas sociales. Añadió que el largo brazo de los comunistas alcanza (paradójicamente) a la localidad de al-Elafoon, centro espiritual de hermanos Sufíes muy cerca de Jartum. Allí los miembros de la Mezquita, bajo la dirección de su Imam se lanzaron a la calle tras la oración, protestando por el deterioro en las condiciones de vida. Pero se trata del mismo lugar que recibió y juró fidelidad eterna al Presidente Bashir hace solo unos meses (‘hasta el último hombre, mujer y niño’).

Se hace evidente que el Partido del Régimen ya no puede mantener su red de influencia gratuitamente. Contra lo que dictaría el sentido común, el eslabón más débil en la cadena del régimen es ahora el propio Jartum, y no todas las regiones en guerra que lo rodean.

“Deterioro de condiciones de vida” es un apelativo demasiado suave. A principios de septiembre el Jefe del Banco Central de Sudán, Mohamed Khair al-Zubair pidió a los “países árabes amigos” que alimentaran las agotadas reservas del Sistema Financiero Sudanés. Al-Zubair afirmó que el país necesita al menos 4.000 millones de dólares para reponerse del agujero creado por la pérdida masiva de sus ingresos del petróleo.

Que se sepa, su súplica quedó sin respuesta. Quizá por ello el presidente Bashir recibió esta semana con brazos abiertos al presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, un hombre no precisamente amado por los países árabes ricos. Mientras Bashir le suplicaba (ahora a él) la ayuda urgente, Ahmadinejad hizo su papel habitual, el de la “Solidaridad Islámica contra los conspiradores de Occidente”.

Hablando hace días a la prensa en París, el Ministro Sudanés de Exteriores admitió que la economía del país está a punto de desplomarse, a no ser que la Comunidad Internacional les ayude. Y de vuelta en Jartum declaró que había conseguido la garantía del apoyo Francés al alivio de la formidable deuda externa de Sudán, que se estimaba en diciembre pasado en 31.900 millones de dólares. En resumen, Sudán está pidiendo ayuda a quién puede, en todas partes.

En el otro lado político, el Secretario General del SPLM del Norte (Movimiento por la Liberación del Pueblo de Sudán, rama norte del Movimiento político y militar que luchó contra Jartum y consiguió la independencia y el Gobierno actual en el ya independiente ‘Sur Sudán’), Yasir Arman, está de gira exterior y se dirige dramáticamente a muy atentas audiencias en Estados Unidos y Gran Bretaña, denunciando ante el mundo la guerra contra el ‘nuevo Sur’ de Sudán. El eje y conclusión de su discurso es la petición a la Comunidad Internacional de una zona de exclusión aérea sobre Darfur, el Blue Nile y el Sur Kurdufan (montes Nuba), basado en la responsabilidad de proteger la vida de civiles inocentes. Arman se dirigió a su público en Londres refiriéndose a los manifestantes de Jartum como los héroes de un cambio de régimen que ve inminente. Al puro estilo de opositor bien situado, Arman acusó al Partido de Bashir del empobrecimiento de la nación.

En lo mejor de su discurso Arman acusó a Bashir de estar destruyendo incluso (y nada menos) que al mismo Movimiento Islámico que lo alzó al poder, ese movimiento “que con tanto esfuerzo construyó Hassan al-Turabi, transformándolo de un grupo de estudiantes islámicos en un poderoso instrumento de poder”. La oportunidad de esta parte de su discurso es resaltable: La posible fractura en el Movimiento Islámico se considera hoy otra debilidad (sino la mayor) entre las innumerables que amenazan ya el Régimen de Bashir. Es tan importante que parece que el tan demonizado Turabi puede ser recuperable para Occidente si sirve para derrumbar al Régimen del NCP-Bashir.

Me parece asombroso el paralelismo entre el actual amorío de Karti (ministro del Régimen) con Francia y las citas y besos de Arman (opositor) con el público-políticos en Inglaterra y EEUU. Ambos demuestran lo extrovertido de los dirigentes sudaneses (pasados o futuros) en momentos de necesidad. El mismo Nimayri (presidente de Sudán en el breve plazo entre las dos guerras norte-sur) que depuesto entre revueltas populares permanece en la memoria colectiva como el presidente que mendigó ayuda fuera y acabó debiendo más de lo que recibió, en concreto aceptó los favores de sus patrones americanos y árabes del Golfo, unos favores que ahora figuran en la famosa deuda de los 32.000 millones.

Nadie lo ha formulado como Bayart: “Los líderes y actores de las Sociedades Sub-saharianas han tendido siempre a compensar sus limitaciones con la extralimitación de su poder y con la intensificación de la explotación de los que tiene debajo, mediante el recurso deliberado a estrategias de extroversión económica, es decir entregando al exterior sus recursos en marcos de relación siempre desigual (inferior) con el mundo exterior” y de ese modo “convirtiendo a fuerzas exteriores en el mayor motor de su propia centralización política y acumulación económica personal”.

Esta afirmación de Bayart de que las élites africanas han sido los agentes más activos en la miseria y dependencia de sus sociedades respecto al exterior es eco de la tradicional denuncia de Fanon sobre los ‘hombres de paja’ de África, los herederos y sucesores del estado colonial.

Por Magdi El Gizouli

Arman, el ‘demócrata secular’ y Karti el ‘islamista autócrata’ no son extraños a este legado.

El autor es profesor asociado en el Instituto Rift Valley. Publica regularmente artículos de opinión y análisis políticos en su Blog ‘Still Sudan’.

Publicado en Sudan Tribune, el 2 de octubre de 2011.


Noticia enviada y traducida por Santiago Izco Esteban.

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