Resumen del contenido del último informe de expertos de la ONU
El grupo de expertos de la ONU ha revelado la utilización por parte del movimiento rebelde M23 y de la Fuerzas Armadas ruandesas (RDF) de tecnologías militares sofisticadas (sistemas de defensa aérea de corto alcance -SHORAD – y dispositivos de interferencia GPS) que ofrecen una ventaja táctica decisiva. Este equipamiento, desplegado con tropas equipadas con armamento estándar RDF, refuerza el apoyo ruandés al M23, violando el embargo sobre las armas. Este apoyo, combinado con la explotación de los recursos mineros, amplifica las tensiones regionales y agrava una situación humanitaria ya catastrófica. Los expertos afirman que los oficiales ruandeses han tomado “de facto el control y la dirección de las operaciones del M23”.
El informe demuestra la implicación activa y mantenida de las RDF en las actividades militares del M23. Cada unidad militar se beneficia de un encuadramiento directo de las fuerzas especiales ruandesas, permitiendo operaciones estratégicas y una superioridad militar sobre el terreno gracias al suministro y uso de armas sofisticadas, frente a las fuerzas armadas de la RDC (FARDC).
El M23 ha protagonizado avances espectaculares y ha aumentado, entre abril y noviembre de 2024, un 30 % las zonas que controla; así es como territorios estratégicos como Walikale y Masisi, ricos en recursos minerales, han pasado a estar bajo su dominio, reforzando su influencia en la economía regional.
La explotación de la mina de Rubaya, uno de los mayores yacimientos mundiales de coltán, se ha convertido en la piedra angular de la financiación del M23, que es el grupo que controla el conjunto de la cadena de explotación: extracción y transporte hacia Ruanda de los minerales. Según el informe, cada mes en torno a 120 toneladas de coltán salen hacia Ruanda generando al menos 800.000 dólares de ingresos para el M23; se trata de un comercio ilegal del que se aprovecha igualmente la economía ruandesa, desde donde los minerales se integran en cadenas de aprovisionamiento internacionales.
El informe documenta igualmente la imposición de elevadas tasas a los mineros locales, así como la utilización de mano de obra forzada; la explotación de los recursos naturales va ligada a una dominación económica.
El M23, con el apoyo ruandés, sigue una estrategia de expansión territorial y administración paralela en las zonas conquistadas. Su objetivo no se limita a las conquistas militares sino que trata de consolidar una influencia duradera sobre las provincias ricas en recursos de la RDC. El grupo ha intensificado sus esfuerzos de reclutamiento, incluso de menores forzados a integrarse en sus filas. Desde septiembre de 2024, más de 3.000 reclutas (se apuntan las cifras de 3.000 a 4.000) han sido formados, no solo para actividades militares sino también para administrar las localidades bajo control rebelde. Estas formaciones, combinadas con otros grupos armados refuerzan la capacidad del M23 para gobernar y explotar los territorios conquistados.
Las implicaciones de esta expansión van más allá de las fronteras de la RDC y crean tensiones regionales. A pesar de los llamamientos de la comunidad internacional, incluso de los EE. UU. y la UE, pocas acciones concretas se han emprendido para obligar a Kigali que se retire. La situación, ya muy tensa entre las FARDC y Ruanda, se agrava y compromete los esfuerzos de paz iniciados en el marco del proceso de Luanda.
Las FARDC, en sus ofensivas contra el M23, se encuentran en posición de debilidad frente a una rebelión mejor armada y apoyada por un Estado vecino. Kinshasa se apoya a menudo en las milicias locales, los Wazalendo, para oponerse a los avances rebeldes. Esta dependencia de grupos armados heterogéneos lleva consigo riesgos, por la dificultad de controlar a largo plazo estas milicias.
El informe de las Naciones Unidas subraya que estas alianzas temporales contribuyen a un clima de inseguridad generalizada en la que las poblaciones civiles pagan un alto precio. Los civiles, a menudo atrapados entre dos fuegos, son víctimas de exacciones, de violencias sexuales y violaciones de derechos humanos.
La explotación ilegal de los recursos naturales por parte del M23 apoyado por Ruanda no solo aprovecha a este grupo armado; alimenta también a redes criminales internacionales y a una economía subterránea que perpetua la inestabilidad en la región de los Grandes Lagos. Todo ello añade complejidad a la situación a la hora de instaurar una paz duradera, ya que las ganancias financieras de dicha explotación empujan más bien a que los conflictos se prolonguen. Los conflictos en la RDC no pueden entenderse sin considerar el factor de la explotación de sus recursos naturales y la injerencia exterior.
La comunidad internacional no ha desplegado medidas fuertes y eficaces contra esta realidad. No ha habido sanciones contra el M23 y contra los apoyos que recibe; habría que intensificar la presión diplomática sobre Ruanda; falta un control de las cadenas de aprovisionamiento mundiales del comercio ilegal de minerales.
El informe de las Naciones Unidas manifiesta la urgencia de una acción concertada para restaurar la soberanía de la RDC para proteger sus recursos naturales y garantizar la seguridad de su población. Sin embargo, sin un compromiso sincero de las partes interesadas, tanto locales como regionales, la paz duradera seguirá siendo un objetivo lejano.
Reacción del régimen de Kigali
El largo discurso pronunciado el 16 de enero por el presidente de Ruanda, Paul Kagame, ante el cuerpo diplomático acreditado en Kigali, puede ser entendido como la respuesta al último informe de expertos de la ONU. Dedicó el 90 % de sus palabras a hablar sobre la crisis en el este del Congo.
Negó la legitimidad democrática al presidente de la RDC, Tshisekedi, ya que accedió al poder tras dos elecciones controvertidas (2018 y2023), con el visto bueno de la hipócrita comunidad internacional que cerró los ojos ante las irregularidades producidas en el proceso electoral. Según Kagame, el jefe del Estado congoleño es el responsable del conflicto y fue vencedor de unas elecciones fraudulentas: «La persona que causa los problemas en la situación que evoco entre Ruanda y la RDC, nunca ha sido elegida, en dos ocasiones, y ustedes lo saben”.
Se dirigió con gran agresividad verbal al presidente congoleño calificándole de “idiota y necesitado de una niñera” y señalando que “si eres un líder y un idiota es un desastre, un desastre total […] Yo sé reconocer a los líderes cuando los veo. También sé reconocer a los idiotas. Pueden ustedes imaginar la combinación de los dos, el desastre que ello produce».
Kagame presentó su régimen como una víctima de una injusticia mundial (los expertos de la ONU no son, según él, sino “marionetas manipuladas”), alternando agrios ataques contra la ONU con medias verdades sobre la implicación de Ruanda en la inestabilidad del Congo y de la región.
Kagame se burló de la ONU y de sus misiones de pacificación en RDC; la continuada presencia de los cascos azules desde hace 30 años sería la demostración de su fracaso total; ninguna palabra sobre la denuncia onusiana del apoyo al M23 y de la explotación de los recursos congoleños. La burla se extendió a “los valores” (derechos humanos, soberanía, justicia) que la comunidad internacional dice defender, pero que aplica de manera selectiva y sesgada.
En un apartado clave de su intervención, insistió en que la presencia ruandesa en la RDC es una medida defensiva frente a “amenazas históricas” que representan para Ruanda las FDLR (fuerzas democráticas de liberación de Ruanda) y ante la preocupante e injusta situación de la comunidad tutsi congoleña: «Pueden ustedes explicarme por qué las FDLR están en el Congo y son ayudadas por el gobierno para combatir al M23)?”.
El presidente de Ruanda se presentó ante el cuerpo diplomático como defensor de los ruandeses frente a un mundo que él califica de hostil o indiferente. “Para ustedes, todo esto se asemeja a un simple juego de tenis o de golf, pero para mí y para mi pueblo es una cuestión de vida o muerte”.
Refiriéndose de nuevo a Tshisekedi como alguien “capaz de todo, salvo de medir las consecuencias de lo que dice”, y con relación a una posible guerra entre la RDC y Ruanda, Kagame no dudó en señalar: “Si ustedes buscan a alguien que de eso sabe mucho, vengan a verme […] si es necesario nos batiremos con la RDC”.
Ramón Arozarena
CIDAF-UCM