El ejemplo más evidente de esa toma de posición ha sido la carta abierta del autodenominado “escritores africanos sin fronteras” que forman más de un centenar de autores y en la que condenan “los actos de violencia contra los negros en los Estados Unidos”. El texto comienza recordando las palabras que Malcom X pronunció en Ghana en 1964, cuando aseguró que para los veinte millones de estadounidenses de ascendencia africana, “el sueño americano no existe, es una pesadilla americana” y lamentando la vigencia de esta sentencia. La carta, que se ha publicado en diferentes medios, desde AlJazeera, hasta las páginas especializadas en literatura africana como la de James Murua o Brittle Paper, pasando por Warscapes, entre otros, demuestra no tener complejos en su denuncia de la violencia racista cuando en uno de sus primeros párrafos afirma categóricamente:
“Apoyamos las protestas en Estados Unidos y en todo el mundo, porque nuestro pueblo exige justicia para todos y cada uno de los asesinatos racistas, hayan sido cometidos por policías o por civiles. Somos conscientes de que no son protestas silenciosas. No esperamos que lo sean y tampoco deberían hacerlo los Estados Unidos de América. Los asesinatos no se cometieron en silencio. La brutalidad policial y los asesinatos auspiciados por el Estado se cometieron en voz alta y sin que los que los perpetraron tuviesen miedo de las consecuencias”.
Más allá de esta acción colectiva, las denuncias y los posicionamientos contra la violencia racista institucional en Estados Unidos ha movilizado a un considerable número de autores, algunos firmantes de ese manifiesto, pero otros no. Mukoma wa Ngugi, que también aparece entre los firmantes de la carta de los “escritores sin fronteras” ya había publicado una dura tribuna en Africa is a country en la que afirmaba: “Para acabar con el racismo, tendremos que cambiar las estructuras en las que se basa su mandato y deshacernos de los políticos liberales y de derecha que le dan oxígeno, mientras nosotros nos estamos asfixiando”. En una clara referencia al asesinato de Floyd y a sus agónicas últimas palabras que se han convertido en una consigna global.
Otros autores han puesto su popularidad y su voz, fundamentalmente a través de las redes sociales, al servicio de la difusión del mensaje de denuncia de la violencia racista. Alain Mabanckou, por ejemplo, que durante las semanas de confinamiento había empleado sus perfiles para compartir un cierto optimismo y un tono despreocupado a través de acciones mundanas de su vida cotidiana y de reflexiones literarias, ha cambiado considerablemente en los últimos días. Mabanckou se ha dedicado a compartir las imágenes de las manifestaciones en Los Ángeles, la ciudad en la que reside, combinadas con recomendaciones literarias como las de James Balwin y con algunas reflexiones.
El sudafricano Trevor Noah, estrella de las noches televisivas estadounidenses, también se ha despachado sin demasiados miramientos en las redes sociales.
Sami Tchak ha recordado igualmente que la situación de racismo institucional no se limita ni al caso de George Floyd ni a los Estados Unidos, y recordaba otros países americanos en los que tanto los negros como los indígenas tienen que hacer frente a una situación de discriminación sistemática. En una publicación en la reflexionaba sobre esta situación acababa de manera lapidaria diciendo que la muerte de Floyd en las condiciones en las que se produjo solo era posible por un diagnóstico estremecedor de una parte de la sociedad: “No es más que un negro”.
Leonora Miano ha apostado por abrir el foco y ha recordado en estos días y ante la sensibilidad especial el caso de Adama Traoré y otros asesinatos racistas ocurridos en Francia, reclamando también para esos casos la misma atención y la misma indignación.
Por su parte, Nnedi Okorafor, desde Chicago también ha estado en los últimos días compartiendo algunos mensajes, en los que en unas ocasiones transmitía frustración y en otras se centraba en la denuncia. Uno de los más peculiares es este en el que recuerda que se están produciendo protestas contra el racismo a la vez que se relanza la carrera espacial, en medio de una pandemia y que madres, como ella, sufren por sus hijos que deciden participar en la contestación; pero sobre todo, el mensaje que le sigue en el que desde su vena de escritora de literatura fantástica se para a elucubrar: “Por otro lado, la idea de abandonar este planeta en una nave espacial es muy atractiva, ahora mismo”.
Los ejemplos podrían alargarse, pero quizá vale la pena poner, como uno de los más ilustrativos en su compromiso, el de Maaza Mengiste, que ha consagrado prácticamente su cuenta de Twitter a las imágenes y las informaciones sobre las protestas. Mengiste, además ha aprovechado algunas declaraciones, para recordar el escándalo hace unas semanas por el trato discriminatorio que estaban recibiendo en China algunos migrantes africanos en el contexto de las medidas contra el Covid19 y establecía un hilo conductor entre el racismo institucional que representa la violencia policial en Estados Unidos, pero también las muertes en el Mediterráneo o las cárceles en Libia para los migrantes.
Original en: Wiriko