La importancia de la religión en la vida de los africanos no es fácilmente comprendida desde una perspectiva occidental.
Además, la forma de conocimiento africana es más intuitiva, inclusiva, holística y vital, mientras que la occidental es más analítica, disyuntiva, parcial y racional.
Para un occidental la religión es un aspecto de la vida, mientras que para un africano toda su vida es religiosa.
En todo caso, las religiones deben promover siempre: la solidaridad, la paz, reconciliación y armonía social. La regla de oro universal, dice: “Trata a los demás como quisieras que los demás te trataran a ti”.
Sin embargo la religión puede ser manipulada, politizada y se puede convertir en “ideología” que intenta imponerse para conseguir con frecuencia beneficios de poder y económicos.
Como dijo Hans Kung: “no habrá paz entre los pueblos si no hay paz entre las religiones”. Por suerte, vamos avanzando todos los creyentes en una mayor colaboración en los grandes objetivos de la humanidad: justicia social, reconciliación y armonía entre los pueblos.
Mientras que en EEUU, cinco de cada diez personas aseguran que la religión es “muy importante” en sus vidas, en África subsahariana nueve de cada diez personas hacen esa afirmación.
En África, cristianismo e islam conviven. En África subsahariana los cristianos doblan en número a los musulmanes, mientras que en África del norte, los musulmanes son la gran mayoría. Tanto los musulmanes como los cristianos confiesan que su principal preocupación común en este momento, es: el extremismo islamista.
La justificación de la violencia por la religión, no es solo cosa del pasado, ni tampoco afecta únicamente al continente africano. Muchos de los conflictos actuales pretenden dar una justificación religiosa a su violencia, cuando la causa más profunda es el control del poder y de los recursos.
Actualmente, el extremismo religioso en África se asocia con algunos grupos terroristas: el Ejército de Resistencia del Señor, Al Qaeda del Magreb Islámico, Boko Haram, Al Shabab, Estado Islámico activo en varios países: Libia, Túnez, Egipto, etc. Todos estos grupos, en su mayoría extremistas musulmanes, son extremadamente violentos y crueles.
La formación religiosa de estos líderes radicales es muy elemental. Además estos conflictos tienen muy poco que ver con la religión en sí, pues tanto el cristianismo con el islam, son religiones de paz y la convivencia.
Sería de gran ayuda “una nueva revisión, mas contextualizada y académica” de los textos sagrados que inducen a la violencia, tanto en el Corán como en la Biblia.
Dialogo y cooperación para la justicia y la paz.
Romper el vínculo entre religión y violencia solo puede producirse desde el interior de esas religiones. Por eso es tan vital que los líderes religiosos responsables e íntegros, primero se desmarquen de los grupos violentos, y además promuevan activamente la colaboración para superar los grandes retos sociales.
La hermandad real entre cristianos y musulmanes debe ser afirmada sobre todo con hechos de trabajo en común.
El ejemplo reciente del arzobispo de la capital centroafricana Mons. Nzapalainga y del imán de la mezquita central del Bangui Oumar Kobine Layama, ha sido un testimonio excepcional de colaboración por el dialogo, la justicia y la reconciliación, ante el país, África y el mundo.
Los muros de la desconfianza pueden caer cuando se va al encuentro del otro. Cuando la casa del imán Kobine fue saqueada por los enemigos de la paz, Mons. Nzapalainga ofreció alojamiento en su casa a toda la familia del imán durante varios meses.
La venida del Papa ha producido un milagro de reconciliación en el país. La paz vuelve poco a poco y debemos continuar con el diálogo y la cooperación interreligiosa.
África Fundación Sur