Naciones Unidas ha lanzado una investigación sobre el supuesto robo de alimentos destinados a los somalíes afectados por la hambruna, que se han puesto a la venta a través de un falso campo de refugiados, según han confirmado oficiales de la ONU.
Algunos oficiales han insinuado que uno de los mayores esfuerzos de ayuda internacional está bajo investigación, después de que se hiciera público que miles de sacos de alimentos provenientes de la ayuda internacional han sido desviados, de los refugiados afectados por el hambre, para ser vendidos abiertamente, para sacar beneficios.
El director de la operación de la ONU, por valor de 955 millones de dólares, en Somalia, está colaborando con la investigación iniciada, después de haber visto unas grabaciones en las que podían verse toneladas de alimentos con el logo del Programa Mundial de Alimentos, WFP, puestos a la venta abiertamente, en Mogadiscio, la capital.
Otro comerciante describió cómo él mismo se había inventado un campo de refugiados ficticio, al que destinaron comida que después ellos pudieron vender. “Tú vas a la oficina del WFP y rellenas una solicitud para crear un campo”, explica, “Cuando recibimos los alimentos, repartimos algunos y después dividimos el resto entre nosotros mismos y los tipos del WFP que negociaron el acuerdo”.
La estafa es, según Mark Bowden, el antiguo diplomático británico que ahora es el coordinador de las Naciones Unidas para Somalia, “alarmante” y ha pedido al Programa Mundial de Alimentos que agilice la investigación.
Peter Goossens, el director del Programa Mundial de Alimentos, describe la venta de estos alimentos como un “fenómeno menor”.
Montones de bolsas de maíz, trigo y latas de aceite de cocinar, con marcas bien visibles de “No revender” (“Not for Re-Sale”) y llevando la marca de la ONU, están a la venta en 10 mercados y 15 tiendas en el principal mercado de la ciudad de Mogadiscio.
Alrededor de 45.000 toneladas de alimentos del WFP llegan en barcos a Somalia desde Kenia cada mes, y los comerciantes de Mogadiscio confirman que ellos compran sus suministros directamente a los trabajadores de la ONU. “Nos llevan a los almacenes que utiliza el WFP y nos dejan llenar nuestros camiones. La mercancía está disponible libremente y puedes comprar tanto como quieras, pero nosotros normalmente no compramos más de 500 o 1000 sacos de cada vez. Sólo puede sacarse entre una y media tonelada diaria, discretamente”. Muchos de los sacos que se venden tienen una marca que dice: “Un regalo del pueblo americano”, con el logotipo de la Agencia de Ayuda de los Estados Unidos USAID, que dio sólo el año pasado 274 millones de dólares en alimentos y ayuda humanitaria a Somalia.
Más de un millón de personas han sido desplazadas de sus casas por los combates en la zona, y se cree que unos 117.000 han huido de Mogadiscio en los últimos meses.
Los oficiales de la ONU dicen que la guerra civil y la peor sequía de la última década han creado “unas condiciones cercanas a la hambruna”, con Somalia, junto a Darfur, clasificada como la peor crisis humanitaria de emergencia del mundo.
El WFP está encargado de alimentar a tres millones y medio de somalíes, casi la mitad de la población, y lucha por superar la insuficiencia para funcionar de más de 84 millones de dólares en los próximos 6 meses. El año pasado, Gran Bretaña dio al WFP 9 millones de libras esterlinas, [unos 14 millones de euros] con la promesa de dar más ayuda económica.
(African Press Agency, 16-06-09)
