Con cada vez más plagas y enfermedades asolando los cultivos de Kenia y en un contexto climático rápidamente cambiante, los pequeños agricultores del país están encontrando un respiro en los aguacates. El cultivo se caracteriza por su resistencia al cambio climático, siendo resistente a los periodos de fuertes lluvias así como a los largos periodos secos y fríos, por lo que puede ser plantado en gran parte del territorio, desde la región central hasta el oeste y el sur.
La adaptabilidad, junto con su enorme mercado tanto a nivel local como internacional, ha hecho que el aguacate se expanda. En Murang’a, en el centro del país, esto ha supuesto restarle espacio a otros cultivos como el café y el té, muchos más sensibles a la sequía y el frío. El cultivo también es menos atacado por plagas comunes como cochinillas y enfermedades que asolan otros cultivos, aunque sí que son afectados por las moscas de la fruta.
Ng’ang’a, como muchos otros agricultores de Kenia, cultiva la variedad de aguacate Hass, que vende a agentes exportadores que envían las frutas a Europa, América, Medio Oriente y China. «Con una hectárea de aguacates se ganan al menos 500.000 chelines (alrededor de 4.500 euros) en una buena temporada», expresó Ng’ang’a en declaraciones para SONNA. Además de su resiliencia y su amplio mercado, muchos pequeños agricultores de Kenia también han adoptado los aguacates porque pueden cultivarlos junto con otros cultivos como frijoles, maíz y cebollas.
Kenia es un importante exportador de aguacates a nivel mundial, y cuya producción proviene en el 85 % de los casos de pequeños agricultores. Las exportaciones de aguacate de la nación del este de África aumentaron un 15 % hasta las 68.000 toneladas métricas a fecha de octubre de 2020, según la Asociación de Exportadores de Productos Frescos de Kenia, reportando 119 millones de euros a las cuentas del país.
Fuente: SONNA
[Traducción y edición, Jorge Moral Vidal]
[CIDAF-UCM]
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