Los africanos, todavía reacios a dejar trabajar a sus mujeres

3/11/2008 | Crónicas y reportajes

Con la emancipación de la mujer y la paridad, las mujeres se sienten hoy en condiciones de asumir grandes responsabilidades en las diferentes estructuras de la sociedad y organismos tanto nacionales como internacionales, en el gobierno o en las empresas públicas.

La mujer actual quiere, por su nueva ambición, desmarcarse de la del pasado. No quiere seguir siendo la mujer doméstica, una máquina de criar o cuidar niños, sino que quiere tomar un rumbo emprendedor, al mismo nivel que los hombres.

Una ambición que no obtiene el consentimiento del hombre, que quiere seguir siendo conservador.

¿Por qué ciertos maridos no autorizan a sus esposas a trabajar? Esta es la pregunta que tienen en la cabeza, día tras día, hombres y mujeres de todos los rincones.

Hay que preguntárselo, ya que, hoy en día, hay mujeres tan competentes como los hombres y sería lógico que ocupasen funciones tan importantes como las de los hombres.

En este estado se ha creado una situación de controversia.

Para algunas personas, la experiencia ha demostrado que, a menudo, las mujeres autorizadas a trabajar se descontrolan. Estos son los ilustrados en la infidelidad y el adulterio. “Las mujeres que trabajan igual que sus maridos”, declara un hombre al que le hemos preguntado por la calle, “acaban volviéndose desobedientes e insumisas con respecto a sus maridos”. Los hombres no toleran esta testarudez.

Algunas personas se refieren a la biblia, en el libro del génesis, más concretamente, donde se dice que, desde el principio, la mujer fue hecha inferior al hombre, al que debe total sumisión. Para ellos, el trabajo empuja a la mujer a convertirse en insumisa, por lo tanto, simplemente, no hay que autorizarlo.

Por el contrario y a pesar de todo, existen personas que piensan que no está prohibido que una mujer trabaje, sobre todo en estos tiempos en que mucha gente preconiza la paridad entre hombre y mujer, por todo el mundo.

Estas personas piensan que los hombres que prohíben a sus esposas trabajar tienen un complejo. Esto no es tolerable en pleno siglo XXI.
Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo, no escapa a esta situación, aunque una gran parte de las mujeres trabaja. Las mujeres de Kinshasa son acusadas por sus maridos de abandonar todo lo fundamental ligado a la mujer. Ella no se preocupa más de la casa.
Consagra todo su tiempo a trabajar, en detrimento del hogar.

Hay que decir a los hombres que todavía puedan no haber dejado trabajar a sus esposas, que deben hacerlo. Nada podría justificar que se nieguen a hacerlo. Una mujer competente, en cualquier dominio, debe trabajar, sin tener en cuenta las tareas caseras.

(La Prosperité, Congo R. D., 16-10-08)

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster