Los abusos de la policía de Burundi con los niños mendigos

10/04/2017 | Crónicas y reportajes

Los grupos que trabajan en defensa de los derechos de los niños dicen que la fuerza policial no es una solución adecuada al problema de los niños que piden limosna y viven en las calles; simplemente, viola todos sus derechos.

Unicef ha dicho en su Informe de la Situación Humanitaria de Burundi el 31 de marzo que «en febrero y marzo de 2017, 200 niños, principalmente chicos, que viven o trabajan en las calles han sido detenidos arbitrariamente por la policía«. La policía ha usado la fuerza. Sacaron a los niños de donde estaban durmiendo en la calle y los llevaron a la cárcel, donde algunos se quedaron hasta dos semanas antes de ser llevados de vuelta a sus hogares«, dice Jacques Nshimirimana, Presidente de FENADEB (Federación Nacional de Asociaciones involucradas con los Derechos de los Niños).

beg3.pngEl gobierno de Burundi inició una campaña para erradicar la vida callejera y la mendicidad en junio de 2016. FENADEB dice que fue después de que la federación llamara repetidas veces a la acción para parar el fenómeno que involucraba la explotación de niños por personas que los usaban como activos económicos. La situación también privó a los niños de su derecho a la educación. Un estudio de 2011 demostró que al menos 3.253 niños vivían en la calle de Bujumbura, la capital, y las ciudades de Ngozi, Gitega y Rumonge.

En su discurso de defensa en marzo, durante un taller de dos días con diferentes organizaciones abogando por los derechos de los niños, la FENADEB dijo que al menos 420 niños de la calle y mendigos habían sido arrestados por la policía desde junio de 2016. Algunos habían sido golpeados, otros heridos, otros traumatizados e intimidados por la policía.

Tal comportamiento puede deberse a la falta de conocimiento de algunos funcionarios sobre la protección de los menores de edad, dijeron en su discurso. También recalcaron que la policía podía encarcelar a niños de 8 años durante más de una semana, cuando la ley penal ni siquiera permite la detención de menores de 15 años, incluso aunque hubieran cometido un delito o fueran cómplice de uno.

Nshimirimana dice que «todos estamos a favor de la erradicación de la vida callejera de los niños y la mendicidad, pero debemos hacerlo de una manera que respete la ley y los derechos de los niños«.

Dice que el empleo de la fuerza viola los derechos de los niños, y que aquellos que son devueltos a la fuerza a sus casas, vuelven a las calles poco después.

La policía niega la violación de los derechos de los niños y tilda de falsos los datos de Unicef. Pierre Nkurikiye, portavoz de la policía, dice que los trabajadores de Unicef no están presentes cuando la policía arresta a los niños. Además, la policía no da ningún informe a la organización, «así que, ¿de dónde han salido esas cifras?«.

Nkurikiye dice que los policías ni golpean ni encarcelan a los niños. «Ellos ponen bajo control y usan la fuerza contra cualquiera que no quiera obedecer las órdenes«, dice. Cuando los niños y los mendigos son arrestados, son llevados a un lugar «que no es la cárcel«, donde esperan hasta que se alcanza un número sustancial y después son llevados a sus lugares de origen. «No podemos transportar a todos los que arrestamos individualmente«, dice.

Nkurikiye reconoce, sin embargo, que el esfuerzo de la policia no vale la pena, ya que muchos de los niños llevados a casa regresan. «Hay una falta de supervisión en sus comunidades, uno puede encontrarse a un niño que ha sido arrestado tres o cuatro veces de nuevo en la calle«. beg1.jpg

Nshimirimana dice que el primer paso para encontrar una solución sostenible al problema es entender a los niños y tratarlos con respeto. «Estos niños no están en la calle por una desviación social, muchos están allí porque no tienen otra opción«, dice.

Hasta el 48% de los niños están en la calle debido a la pobreza en sus familias. Más del 18% quedaron huérfanos en la guerra. Los problemas familiares hacen un 7% y la negligencia paterna un 6%, según FENADEB.

Nshimirimana aboga por reconocer y tratar a los niños como personas desplazadas internamente (PDI) normales. «El hecho de que el gobierno y las organizaciones internacionales, tales como ACNUR, no hayan tratado a los niños como desplazados internos demuestra que asumen que los niños son desviados sociales, lo que no es cierto«, dice.

Hay que investigar en profundidad las causas de la situación de los niños. Y antes de llevarles a casa, tanto ellos, como sus padres y la comunidad en general, deben estar preparados para su reintegración social. Además, el problema de los niños no puede ser verdaderamente resuelto si «a los niños no se les da la oportunidad de participar en el proceso«, dice Nshimirimana.

La mendicidad también debe ser desalentada a través del castigo severo a las personas que explotan a los niños, al usarlos como mendigos para obtener dinero. El público también debe ser desalentado y no darles dinero.

Nshimirimana dice que es optimista con que la situación de estos niños se resuelva, especialmente ahora que no son muchos y el gobierno ha aceptado desempeñar, como debería, un papel importante en el asunto.

Fuente: IWACU

[Traducción y edición, Mario Villalba]

[Fundación Sur]


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