Lo que mal empieza … historia de Guinea Ecuatorial

7/12/2016 | Opinión

Ya la propia ocupación colonial de muestra Guinea fue mala. Si España hubiese ocupado el territorio que le correspondió, según el tratado de París de principio de siglo XX, Guinea hoy no sería este palillo de dientes incrustado entre las muelas de Camerún y Gabón. Tendríamos fronteras con el Congo, la región de Ouesso, en el Congo, sería guineana. Es decir, toda la región ntumu formaría parte íntegra de Guinea.

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Luego, la propia acción colonizadora, fue desastrosa: el español no terminó de conocer, y actuar en consecuencia, la idiosincrasia del Pueblo fang-beti, lo que impidió no sólo una convivencia, sino una simple coexistencia.

Con su comportamiento, el español ganaba, día a día, a pulso la indiferencia del Pueblo guineano. Porque, cuando descendía, para conocer nuestra realidad, no era para facilitar el entendimiento, sino para dividir e intentar pescar en el río revuelto de las etnias.

En cuanto a la formación del guineano, fatal. La cosa continuó en la misma línea, entre otras razones, porque la formación del colonizado no era el objetivo de la colonización. Por lo que se puede decir que el guineano se medio formó por narices. Culturalmente, nunca tuvimos acceso al libre pensamiento dieciochesco, que Francia supo introducir en Camerún y Gabón.

Los guineanos, exceptuando la frontera de Ebibeyin y la costa, nunca supimos de lo que era la libertad religiosa. Mi generación aún miraba a un protestante como un “condenado”.

El aspecto económico fue todavía más de risa: Pese a las inmejorables condiciones, a nadie se le ocurrió crear la economía guineana. Por exigencias del guión colonial, nos abonaron al monocultivo: café o cacao. Todo lo que caía fuera de esto era tabú. Se podía haber continuado con la exportación del caucho, que, en nuestra Guinea, no requiere ningún esfuerzo.

No quiero mencionar la virguerías que se podrían hacer con nuestras maderas, nuestros metales preciosos o estratégicos. Nuestra pesca y nuestra caza. Nuestras otras posibilidades de cultivo y, finalmente, nuestras fuentes de energías fósiles, nuestro actual monocultivo.

Teniendo presente todo esto, cuando empezó la explotación petrolera, una de las cosas que mas le decíamos a Obiang, desde la oposición, era que aprovechara los ingentes ingresos de petróleo para diversificar la producción e ir afianzando así las bases de nuestra economía. ¡Maldito el caso que nos hizo!

Los nuevos ricos se sentaron a saquear… Y ahora ya estamos pagando las consecuencias de una desastrosa ” administración“. Hoy, por no ser, no somos ni ricos.

Así hemos llegado a donde estamos ahora. Consecuencia de hacer, a conciencia, mal las cosas. Y las cosas se han hecho mal porque estamos instalados en esta mentalidad autárquica, que heredamos del fundador de la dinastía:

“como yo soy el presidente, yo lo sé todo“.

Si, hace veinte años, Obiang hubiera hecho, aunque fuera con una visión paternal, el esfuerzo de aglutinar a las fuerzas vivas del país en torno a un proyecto viable. Rodearse de gente que quería trabajar por Guinea, incluso a cambio de ” nada”, hoy sería otro el futuro que nos espera. Él mismo se habría evitado sus actuales quebraderos de cabeza.

El país, en aras de superar el trauma Macias, y cimentar un futuro boyante, ya estaría inmerso en su pleno desarrollo. Pero Alguien estaba empeñado en seguir sembrando el odio y la destrucción.

Es como si, entre todos –unos más que otros– nos hemos propuesto hacer inviable la pervivencia de nuestra Guinea en el tiempo y en el espacio.

Desde luego, desde mi atalaya de la edad, desde mi modesta aspiración de ver a Guinea funcionando, algún día, como un país normal, sin complejos, voy a pedir a Obiang, ahora que me consta que lee mis “reflexiones” directamente, que haga un último esfuerzo por despejar el horizonte guineano. Aunque sea el último servicio que preste a Guinea.

Y no existe otra salida. Quien le diga lo contrario, cuídese de él.

Por Fco ELÁ ABEME

Fuente: Radio Macuto

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