Lo que la educación es y puede llegar a ser en África, por Ramón Aguadero Miguel y José Luis Hernández Huerta

17/04/2013 | Bitácora africana

«La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. No nos cabe la duda de que esta frase de Nelson Mandela es compartida por muchos de los participantes en el Simposio que, bajo el título Educación y desarrollo en África: Historia y actualidad, tendrá como principal propósito abrir un espacio para el diálogo y la comunicación científica, proseguir con la ardua, pero necesaria tarea de continuar desentrañando lo que la educación en África ha sido, es y puede llegar a ser; también lo que aquélla ha hecho y puede hacer de ésta. La actividad científica, fruto del esfuerzo colaborativo de la EUE de Palencia – Universidad de Valladolid, del GIR Helmantica Paideia, las revistas Foro de Educación e Historia de la Educación. Revista Interuniversitaria y el Seminario Ágora de Educación, se desarrollará, del 17 al 19 de abril, en la Escuela Universitaria de Educación de Palencia – Universidad de Valladolid.

Ocurre que cada vez somos más los docentes e investigadores que nos interesamos, desde diversos enfoques y temáticas, por la educación, la cultura y las sociedades del continente africano. Educadores de todo tipo, mediante este contacto, hemos descubierto un universo cultural fascinante y atrayente, al tiempo que hemos progresado en nuestra tarea de construir una escuela en claves interculturales, partiendo de la empatía, el conocimiento y el reconocimiento de los pueblos y las culturas de África. Un modelo de escuela que nos impulsa a seguir construyendo caminos inclusivos en nuestro cotidiano día a día, y nos llama a preguntarnos por las realidades de un continente insuficientemente conocido, a pesar de su cercanía geográfica.

Pero, aun con la ceguera voluntaria y preventiva autoimpuesta en buena parte de Occidente, África, con sus heterogéneas, vibrantes y complejas sociedades, nos habla e interpela, cuestionando nuestras relaciones y posicionamientos todavía asimétricos, también en el plano educativo. A pesar de ser un continente maltratado por el egoísmo y la codicia ajenas –como ha escrito uno de los participantes del simposio- o de convertirse, según otros, en tierra maldita, a la cabeza en el ranking planetario de muerte ysufrimiento, África emerge, en el siglo XXI, pujante y repleta de vida, energía e ilusión, con un potencial económico y humano considerable, aunque tremendamente desigual y vulnerable, y dispuesta con orgullo a encontrar el lugar que, en justicia, le corresponde.

En este escenario contradictorio situamos los procesos educativos en el continente africano. Procesos insertos en unas realidades culturales específicas, y sirviendo a unos intereses concretos. La colonización europea supuso la imposición de unas formas de instrucción extrañas a las necesidades y a las dinámicas sociales del continente, al servicio, como sabemos, de los fines metropolitanos, que nada tenían que ver con los de sus pobladores originarios. No podemos separar las políticas educativas del contexto social, político y económico en el que se desarrollan. Por eso es bueno echar la vista atrás, debatir qué queda hoy de esos viejos sistemas coloniales y, simultáneamente, analizar la evolución de las políticas educativas en el periodo de post-independencia,preguntándonos cuáles han sido y siguen siendo las razones para que, al comienzo del siglo XXI, y a pesar de los avances, el continente siga mostrando, en términos generales, el menor desempeño educativo de todo el planeta, en un contexto social de empobrecimiento y vulnerabilidad generalizados.
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A pesar de los esfuerzos de gobiernos, organismos internacionales y sociedad civil –del norte y del sur-, son todavía demasiados los desafíos para que el derecho a la educación sea una realidad factible y contribuya en el subcontinente negro a la mejora real de las condiciones de vida de su población más vulnerable. No podemos negar el esfuerzo que desde el año 2000 se ha venido haciendo para facilitar el acceso a la escuela de los niños y niñas africanos; valga como botón de muestra el siguiente dato: en 1999 había 82 millones de niños en las escuelas africanas, y en 2010 la cifra ascendía a casi 133 millones. Sin embargo, son muchos los retos que restan por cumplir. No sólo para llegar a la universalización de la educación básica, sino para que ésta venga acompañada de procesos de aprendizaje significativos y perdurables, que contribuyan a la emancipación de los educandos, y se realice en las condiciones ambientales idóneas, disponiendo de recursos materiales y servicios a la altura de nuestro tiempo y, muy especialmente, contando con personas capaces, voluntariosas, cualificadas y sensibles a los ritmos, formas y modos de vida.

Pero se precisa de bastante más, de algo que se olvida con demasiada frecuencia en las agendas nacionales e internacionales. Esto es la imperante necesidad de redefinir, en claves africanas, el discurso neoliberal que marca las políticas educativas, ahora que el crecimiento económico es la “excusa” para poner el acento en la adquisición de competencias transferibles, básicas para la formación de una mano de obra que va a estar más cualificada que nunca, pero a la que quizá le falte espíritu y análisis crítico de la realidad. El desafío que supone la expansión de los sistemas educativos subsaharianos, con la progresiva implantación de una renovada enseñanza secundaria y universitaria, debe situarse sin olvidar a qué finalidades educativas se quiere responder, y en consonancia, qué medios se van a utilizar para conseguirlas. Y no sólo nos estamos refiriendo al debate enseñanza pública/privada en el contexto africano, sino a la contribución de la escuela al fomento de la participación y la convivencia democráticas, así comoal reforzamiento de unas sociedades civiles mayoritariamente frágiles y poco vertebradas.

Ninguna política educativa tendrá sentido en la perspectiva del derecho de las personas y de los pueblos si no contribuye a la mejora de las condiciones de vida de los sectores depoblación más vulnerables. Sin embargo, la desigualdad socioeducativa crece en África al mismo ritmo que su economía. Estamos planteando, por tanto, la necesidad de centrar el debate educativo en la equidad. Buena parte de los sistemas educativos de los países subsaharianos, a pesar de los esfuerzos realizados, siguen siendo débiles. Una debilidad manifestada en falta de infraestructuras escolares, con notables carencias formativas de un profesorado novel que, además de ser insuficiente, cuenta con poca capacidad de gestión, y grandes dificultades en la adaptación de los currículos a las necesidades de los educandos y a las culturas locales; a ello se suman las trabas a la participación real de las comunidades, en especial en la toma de decisiones, no sólo su implicación en la construcción de escuelas. Debilidades que inciden especialmente en los grupos sociales más vulnerables.

Y es que, la desigualdad socioeducativa campa a sus anchas por todo el África negra, y cada vez se abre más la brecha en las oportunidades, en el aprovechamiento y en las posibilidades de mejora social en función de los factores de desigualdad, hace tiempo detectados por la UNESCO. La combinación de varios factores de desventaja, tales como el nivel de renta, la localización geográfica, la etnia, el sexo, las discapacidades, los conflictos, la orfandad, etc., disminuye exponencialmente las posibilidades de alcanzar unos niveles de educación que realmente empoderen a los mencionados grupos sociales. Esta debilidad, real y tangible, para implementar políticas educativas que, insertas en otras más amplias e integrales, pongan en el centro de su fin y misión las necesidades de los últimos, está propiciando lo que nosotros denominamos darwinismo educativo, al favorecer a los mejores, y sólo a éstos –por situación social, económica, las propias aptitudes personales, etc.- y marginar aún más a los que ya lo están. En este asunto no podemos olvidar la necesidad de mayores esfuerzos por la promoción socioeducativa de las mujeres africanas que, silenciosamente, se han convertido en el sustento real de muchas familias y de las economías de subsistencia del continente.

Mas las soluciones son complejas y han de ser repensadas en cada contexto, ya sea éste regional, nacional o local. Se trata de reinventar o ampliar los sistemas educativos, teniendo en cuenta condicionantes culturales, políticos y de financiación. Remarcando el peso que está teniendo la ideología neoliberal en la formulación y en la financiación de las políticas educativas en un momento histórico dinámico, en el que la situación y el papel de las «áfricas» está cambiando. La presencia de las potencias emergentes, el propio desarrollo económico africano, la influencia de la situación económica mundial, la especulación financiera sobre activos africanos, la inestabilidad creciente en el Sahel, los efectos del cambio climático, etc., dibujan un panorama plural de complejidad creciente, con múltiples y novedosas situaciones, así como de perspectivas para abordarlas. Panorama que nos muestra la heterogeneidad de posibilidades, opciones y ritmos en las diferentes regiones y países del continente.

Este entramado sociopolítico es el marco en el que se sitúan las realidades educativas africanas. Su análisis nos obliga a interrogarnos sobre unas sociedades en cambio, nos conecta con el resto del mundo globalizado y desde ahí trastoca nuestros planteamientos educativos. Acercarnos al continente expone la radical complejidad del momento presente, abriendo novedosas perspectivas para entender y profundizar en el cambio de época que estamos viviendo. Finalmente, mirar a África cuestiona nuestras prácticas, educativas y ciudadanas, y nos interpela sobre el papel de la escuela y la educación en el siglo XXI. Creemos que merece la pena ampliar el análisis de la pedagogía crítica desde lo que África, las «áfricas», están viviendo y aportando. No como mero ejercicio de racionalidad ilustrada, sino como ejemplo de reflexión compartida para la acción transformadora y emancipadora encaminada hacia el logro de un mundo más humano, más libre, más justo y más solidario.

A esto último queremos contribuir con la realización del Simposio Educación y desarrollo en África. Historia y actualidad, continuando la senda de estudio y trabajo abierta por las revistas Historia de la Educación. Revista Interuniversitaria, que dedicó el monográfico de 2011 a Los sistemas educativos de África al filo de la descolonización. Continuidades y rupturas, y Foro de Educación, cuyo monográfico de 2012 llevó por título África ante la Educación. Sólo queda invitar a participar a todos aquellos que siguen apostando por la apasionante tarea de educar(nos) pensando en (y desde) los últimos.

Original en : Blogs de El País: África no es un país

Autor

  • Ramón Aguadero imparte docencia en enseñanza secundaria y universitaria. Siempre se ha considerado educador antes que profesor, de modo que las necesidades del alumnado, la promoción de la educación en valores y el fomento de la participación han sido una prioridad en su práctica educativa. Ha participado desde 2005 en procesos educativos con menores en riesgo de exclusión y en actividades formativas con monitores de educación infantil en Beira (Mozambique). Su línea de investigación se centra principalmente en estudiar las causas y factores de la desigualdad educativa en África negra, así como en promover en la comunidad educativa un (re)conocimiento de la riqueza social y cultural de las plurales sociedades subsaharianas. En este sentido, merece la pena destacar la dirección del monográfico África ante la Educación, en el número de 2012 de la revista Foro de Educación, y su colaboración con diversas organizaciones, como la Fundación Sur de Madrid y la asociación ASPA Andalucía, en la elaboración de materiales educativos sobre temática africana. Doctor en Ciencias de la Educación, su tesis doctoral aborda los desafíos de la educación básica en Mozambique en claves de equidad social. Miembro del Departamento de Teoría e Historia de la Educación y M.I.D.E. de la Universidad de Málaga, imparte asignaturas del área social en la Facultad de Educación.

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