Lo que África puede enseñar a América sobre subir los impuestos a los ricos

Un pequeño grupo de multimillonarios ingenuos en los Estados Unidos están haciendo cola para mendigar impuestos más altos sobre los súper-ricos. Digo ingenuos porque detallan toda una lista de problemas que imaginan que pueden ser resueltos con este impuesto adicional. Todo esto me recuerda a la historia de la ayuda exterior en África. Permítame que le explique. Los multimillonarios son soñadores brillantes que tienen una letanía de problemas que se pueden resolver con dinero. Argumentan que se podría impulsar la inversión económica, financiar los servicios sanitarios y reducir la desigualdad. En otras palabras, una subida de impuestos haría todas las cosas milagrosas que la ayuda exterior iba a hacer por África.

Ahora, el gobierno de Estados Unidos ya confisca billones de dólares en impuestos y, sin embargo, todos los problemas que los políticos dijeron que iban a resolver se mantienen firmemente en su lugar. ¿En qué está gastando el gobierno central estadounidense esos billones? Financian campos de internamiento para refugiados que huyen de la violencia en América Central, violencia directamente relacionada con la guerra contra las drogas en Estados Unidos.

Un gran porcentaje de los impuestos estadounidenses financian las guerras y el expansionismo militar. También financia aquellos aviones no tripulados que bombardean objetivos civiles en la llamada guerra contra el terrorismo. Permite, además, que las agencias de policía inventen nuevos métodos para mantener a los estadounidenses bajo vigilancia. Se usa para subsidiar corporaciones multimillonarias. Financia a la Administración Federal de Drogas, que actúa como cártel de los productos farmacéuticos y eleva drásticamente los precios a más de lo que serían en un mercado libre.

Así es como los políticos gastan el dinero; las soluciones de ensueño utilizadas para justificar los impuestos rara vez se implementan más allá de un gasto simbólico.

El régimen de Robert Mugabe en Zimbabue se unió a la cola de la ayuda exterior y ofreció todo tipo de trivialidades sobre la ayuda a los pobres. En la práctica, Mugabe se permitía viajes de lujo a Inglaterra para ir de compras a Harrods. Cuando su propio pueblo se manifestó contra la corrupción, utilizó la ayuda extranjera para financiar la represión policial contra sus oponentes. En un momento dado, utilizaron vehículos proporcionados por el gobierno británico para detener a los manifestantes, entre ellos un primo de la reina Isabel II. Asger Pilegaard, entonces jefe de la delegación de la UE en Zimbabue, admitió: “la ayuda humanitaria financiada por los contribuyentes europeos no está siendo recibida por las personas a las que estaba destinada originalmente”.

La ayuda exterior ayudó a Mobutu de Zaire a acumular una fortuna de 10.000 millones de dólares. La ayuda prestada al caudillo somalí Siad Barre se utilizó para comprar armas. Mengistu, en Etiopía, utilizó los fondos de los donantes para obligar a los opositores a abandonar sus tierras y un funcionario de su gobierno se jactó de ello: “es nuestro deber mover a los campesinos si son demasiado estúpidos para moverse por sí mismos”.

Incluso en Sudáfrica, la ayuda para ayudar a financiar la guerra contra el SIDA se desvió para financiar una obra inexacta sobre el VIH, Sarafina II. La obra apenas fue vista por nadie, pero consumió el 20 % del presupuesto para el SIDA de ese año. Lo que sí compró fue un autobús de lujo para que el productor lo usara, pero hizo poco para reducir las infecciones por el VIH.

Un burócrata etíope no mostró más que desprecio por el pueblo. Dijo que tenía que darles órdenes porque son demasiado estúpidos para dirigir sus propias vidas. Ese es el problema con estos intentos de resolver problemas por medios políticos. Los incentivos de los políticos están lamentablemente fuera de lugar con respecto a los incentivos necesarios para resolver dichas dificultades.

Estos multimillonarios estadounidenses podrían financiar fácilmente la atención sanitaria sin necesidad de que se apruebe ninguna ley. Si quieren dar el 3% de su capital a un hospital, nadie los detiene. St. Jude Children’s Research Hospital ofrece atención médica gratuita a todos. A los pacientes y sus familias nunca se les cobra por los servicios y el hospital se financia con donaciones. Seguramente estos multimillonarios podrían ir a la gente que opera St. Jude’s y ofrecerles una donación para abrir varios hospitales más. El dinero se utilizaría para financiar la asistencia sanitaria y uno puede estar seguro de que no se utilizaría para financiar aviones teledirigidos.

Si quieren aumentar el acceso a la educación superior, podrían hacer lo que el Berea College en Kentucky ha hecho. Berea creó un fondo de dotación que ahora tiene un valor de 1.200 millones de dólares. Los intereses del fondo proporcionan matrícula gratuita para todos los estudiantes de Berea.

Si desea crear puestos de trabajo, facilite a los empleadores la contratación de nuevos trabajadores y la expansión. Si quieres ver mejores condiciones de vida para la gente, dales la propiedad de su vivienda gubernamental.

La verdadera solución es confiar en la gente. Las soluciones de abajo hacia arriba funcionan mucho mejor que las burocráticas de arriba hacia abajo, que a menudo están plagadas de corrupción y despilfarro. Sudáfrica arroja miles de millones de rands a empresas estatales en quiebra que, cada año, vuelven a pedir más. El enfoque de la gestión política no funciona.

Estos multimillonarios estadounidenses deben buscar a las organizaciones benéficas dignas que hacen un buen trabajo y dirigir sus cientos de millones en su dirección. El traspaso de los fondos que están dispuestos a proporcionar a los políticos para que los gestionen significa que se utilizarán de manera directamente contraria a los nobles deseos que expresan en sus llamamientos para que se incrementen los impuestos.

James Peron

Fuente: African Liberty

Traducción y edición, A. Martínez Pradas]

[Fundación Sur]

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