Llevar la energía de la protesta a una política de actuación

6/10/2016 | Opinión

La educación juega un papel fundamental en el logro de la equidad racial en Estados Unidos. Sin embargo, a veces es difícil encontrar esperanza en el campo de las políticas de educación. El sistema mismo está imbuido de prejuicios raciales inconscientes, e incluso las mejores intenciones perpetúan, a veces, la desigualdad racial existente. No es de extrañar, entonces, que los activistas a menudo se den por vencidos a la hora de lograr cambios en este área y en su lugar centren su atención en servirse de las protestas y de los medios de comunicación para ser escuchados. Como analista de políticas trabajando en el campo de la educación en Nueva Orleans, he visto exactamente cómo opera esta manera de hacer frente a la situación.

blacklivesmatter.jpgEn primer lugar, el proceso de definir la política de educación está configurado de modo que sólo la élite, aquellos que tienen un horario de trabajo estable, conocimientos informáticos, acceso a Internet y niveles superiores de educación, pueden participar. Los negros tienen menos probabilidades de disponer de estos recursos, por lo que también tienen menos probabilidades de poder participar. Por ejemplo, el aviso de reunión de la Junta Escolar de un distrito en Orleans se publica en la web con sólo un día de antelación. Muchas de las reuniones del comité de la Junta se llevan a cabo durante el día, cuando no es posible para muchos empleados dejar de ir a trabajar. Por otra parte, incluso como analista política, es difícil analizar completamente en un día, o una semana para la Junta de Educación Primaria y Secundaria de Louisiana (BESE, por sus siglas en inglés), los cambios propuestos por la junta, por no hablar de evaluar su impacto.

A menudo me siento desconectada, con la guardia bajada y frustrada por toda la jerga legal utilizada en el conjunto de todo el proceso. Y no soy una abogada media, soy una abogada con años de experiencia en la política. Así que sólo puedo imaginar cómo alguien sin experiencia en derecho puede sentirse tratando de navegar en este campo. Rara vez veo a los miembros de la comunidad o incluso a los líderes de las organizaciónes en estas reuniones de política educacional, y cuando lo hago, son siempre los mismos, los que han desarrollado una experiencia y entienden lo que está pasando.

Cuando asisten grupos,-padres que quieren hacer frente a las pruebas estandarizadas, o inmigrantes que solicitan financiación ESL, la experiencia no es ni de empoderamiento ni beneficiosa. Muy por el contrario, a menudo perpetúa la sucia dinámica racial ya que los miembros de la comunidad y sus líderes son a menudo tratados con falta de respeto. Hay algo muy grotesco al observar a un político blanco, que está sentado en una plataforma por encima de todos los demás, mirando a los papeles en la mesa o a una pantalla de teléfono mientras que un padre negro habla con pasión sobre el impacto de las pruebas, el cierre de escuelas, o expulsiones temporales. A veces, aquellos que hacen las políticas ejercen, de forma innecesaria, su poder o capacidad intelectual confrontándose con un padre o un abogado que claramente no es un experto en la documentanción, la ley o la lógica. Habitualmente, el blanco que hace las políticas interrumpirá al padre diciendo: «Gracias. Por favor, concluya sus observaciones. Sus tres minutos ya han pasado”. Los padres y abogados conducen entre treinta minutos y dos horas para dar testimonio de tres minutos.

Un estudio reciente mostró que cuanto más apoyan una política los pobres, los negros e hispanos, es menos probable que esa política sea promulgada. Ashana Bigard, una abogada crítica, señaló que «la gente dice que a los padres no les importa, ya que no acuden a las reuniones. Bueno, después de Katrina, los padres fueron a trescientas reuniones y nada de lo que dijeron fue implementado».

Las reuniones son simplemente para la galería y las decisiones ya han sido tomadas a puerta cerrada. Esto ha llegado a ser dolorosamente claro para mí al trabajar con socios para tratar de aprobar una legislación a nivel estatal. Incluso en los casos en que se pide reacciones a la comunidad, los mecanismos para reunir esas respuestas son tan débiles que es cuestionable si el esfuerzo es genuino. Parece que las oportunidades para las comunidades de color de influir en la política de educación son en realidad escasas.

En lugar de ello, los activistas salen a las calles. En todo el país, los manifestantes que protestan cantan: «Si no hay justicia, no hay paz!» y » las vidas de los negros cuentan»(Black lives matter!). Llenan las calles de pancartas, se tumban en los bulevares. Bloquean las intersecciones. Gritan al mundo: «No podemos respirar» y piden a los demás «decir su nombre.» A pesar de la privación de derechos en el campo de la política, la gente de color ha encontrado una manera de ser escuchada. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme cuándo estos mundos comenzarán a encontrarse. ¿Cuándo vamos a llevar la energía de una protesta a una reunión de planificación? ¿Cuándo vamos a tumbarnos en los escalones de la residencia del gobierno del Estado para exigir el fin de ese camino de la escuela a la prisión? El mes pasado, el Movement for Black Lives lanzo un programa de políticas que incluye una serie de reformas educativas. Espero que esto sea un comienzo. Si la educación va a ser un medio para lograr la equidad racial en Estados Unidos, vamos a tener que centrar nuestra energía en deconstruir el racismo dentro del campo de trabajo de aquellos que hacen las políticas de educación.

Florentina Staigers

* Es abogada en la justicia social con experiencia en sociología. Actualmente está abogando por políticas que aborden la disparidad racial en la salud y la educación.

The Second Line Education Blog

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[Fundación Sur]

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