Libia: Mucho más que petróleo, por Joan Carrero Saralegui

11/05/2011 | Bitácora africana

La agresión a Libia tiene sin duda por objeto la apropiación de sus excepcionales reservas petrolíferas en el marco del gran proyecto que “el Imperio Occidental que tiene su centro de gravedad en los Estados Unidos” (expresión de Julian Assange) está llevando a cabo para controlar África y apoderarse de sus extraordinarios recursos a un precio irrisorio y antes de que lo hagan China y otras potencias emergentes. Las reservas libias de petróleo son las mayores de África, son nada menos que el doble de las que existen en los Estados Unidos. Sin hablar de su gran calidad y facilidad de extracción. Sin embargo, investigadores como Ellen Brown (presidenta del Instituto de la Banca Pública y autora de once libros, el último de los cuales es Todo sobre el petróleo, o Todo sobre la Banca?), John Perkins (ex agente de la CIA y autor del libro Confesiones de un sicario económico), Junious Ricardo (productor y presentador de The Digital Underground) o Cynthia McKinney (ex congresista y activista estadounidense), entre otros, están mostrando que además del petróleo existen otras razones tras la agresión. Estos analistas no creen en la aparición de una rebelión armada tan repentinamente en un país en el que ciertamente hay corrupción y falta de libertad pero que goza de un Índice de Desarrollo Humano excepcionalmente elevado. Creen más bien, como casi todo el mundo informado, que un incipiente y pacífico movimiento pro democrático ha sido secuestrado y trasformado en un violento golpe de Estado fabricado y financiado desde el exterior.

Pero su sorpresa es mayor aún ante el hecho de que una rebelión, supuestamente espontánea y no “fabricada”, haya tomado ya en los primeros días de sus ataques la decisión de crear su propio Banco Central. Estos analistas lo consideran un signo altamente elocuente, ya que, según el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central de Libia es 100% propiedad del Estado, cuenta con cerca de 144 toneladas de oro en sus sótanos y tiene por tanto “demasiada” capacidad de autonomía respecto al poder económico occidental. Ellen Brown explica que este país comparte con Irak, Sudán, Somalia, Siria, Líbano e Irán no sólo el hecho de estar en la diana del Imperio Occidental (como reveló en 2007 el general Wesley Clark a Democracy Now), sino también otra circunstancia a la que los grandes medios occidentales de “información” no parecen querer prestar atención: ninguno de estos siete países figura entre los 56 miembros del Banco de Pagos Internacionales (banco central de bancos centrales, con sede en Suiza), lo que los pone fuera del alcance del largo brazo de sus regulaciones. Libia estaba siendo capaz de imponer sus propias condiciones comerciales a la “comunidad internacional” (léase Imperio Occidental) y amenazaba incluso con la nacionalización de todos los recursos estratégicos. Los cables de WikiLeaks no sólo evidencian la avidez de las multinacionales occidental por el petróleo libio sino también la indignación estadounidense por las dificultades que dichas condiciones les provocaban.

Pero es aún más grave el hecho de que Libia haya militado en favor de la exportación de su proyecto. En el periodo previo a la agresión sufrida, Muammar al-Gaddafi había defendido con energía la creación de una nueva moneda que sería utilizada por doscientos millones de personas en el Continente Africano: el dinar de oro. Proyecto que estaba progresando pese a la oposición de Sudáfrica y de la Liga de Estados Árabes. Curiosamente, Saddam Hussein había abogado por una política similar, una política de eliminación del petrodólar como moneda de referencia, poco antes de que los Estados Unidos decidiesen la invasión de Irak. Y ésta no era una estrategia aislada de Muammar al-Gaddafi: es considerado el gobernante africano panafricanista más militante en favor del proyecto de los Estados Unidos de África. De hecho sus amenazas de nacionalización de los recursos, realizadas durante su presidencia de la Unión Africana en 2009, se referían a toda los recursos de África. E incluso su militancia se extendía al ámbito de la Liga de Países Árabes y al de la OPEP.

Es en este contexto en el que John Perkins nos recuerda que los Estados Unidos controlan el Banco Mundial con el 16% de los votos, con el poder de veto sobre todas las decisiones importantes y con la elección del presidente. Nos recuerda que un imperio es una nación que, en los territorios que domina, impone su propia moneda así como las reglas que deben regir su uso, y que un ejército de grandes dimensiones es sólo el instrumento para dicha imposición. Es lo que están haciendo ahora los Estados Unidos o, más concretamente, la corporatocracia (el gobierno de las grandes corporaciones). Y están decididos a castigar a todo aquel que no se someta a este juego. El pillaje, si debe ser sistemático y estable, exige medidas estructurales, medidas tanto militares como económicas, de carácter cada vez más global. Cuando Costa de Marfil, Sudán y Libia estén controladas, el AFRICOM se habrá introducido ya en casi todos los 53 países de África. Sólo faltarán, algunos como Eritrea y Zimbabwe. La agresión a Libia es puro pillaje, pero es también el castigo ejemplar infligido a un modelo económico independiente y militante; es el aplastamiento de un gran proyecto monetario en el marco de la búsqueda de la unidad de un continente; es un “aviso” más a todos aquellos dirigentes de África o del Gran Medio Oriente que aún no tengan suficientemente claro que el Imperio tiene una decidida voluntad de imponer sus designios…

Juan Carrero Saralegui, presidente de Fundació S´Olivar.

Autor

  • Carrero Saralegui, Joan

    A finales de 1973, a sus 22 años, conoce el movimiento de la no-violencia a través de Lanza del Vasto, el discípulo europeo de Gandhi, y de la comunidad del Arca. Allí encuentra también a Susana Volosín, con la que más tarde contraerá matrimonio. Un año después se declara el tercer objetor de conciencia del Estado español (a excepción de los Testigos de Jehová). Durante más de tres años, Juan y su esposa viven y trabajan en las estribaciones de los Andes argentinos, con los indígenas quechuas. Era prófugo de la justicia militar española y, con estos años de servicio avalado por la Diócesis de Mallorca, intentaba forzar un servicio social sustitutorio. Eran los años en los que el general Videla y sus compañeros golpistas asolaron Argentina y asesinaron a decenas de miles de personas. Otros miles, como su amigo y compañero del Movimiento de la No violencia Adolfo Pérez Esquivel (futuro premio Nobel de la paz del año 80), pudieron finalmente contarlo.

    En 1992 constituye en Mallorca, junto a otros compañeros, la Fundació S´Olivar, que desde entonces preside. Desde 1994, conmovido por la gran tragedia que se vive en el África de los Grandes Lagos, ha liderado diversas acciones de denuncia y presión, como dos marchas de casi 1.000 kilómetros cada una y un ayuno de 42 días ante el Consejo de Ministros de la Unión Europea en Bruselas, a principios de 1997, como última y extrema medida de presión para denunciar el inacabable genocidio en esa región, cada vez más olvidado. Esta última acción contó con el apoyo de 19 Premios Nobel, de los diversos grupos políticos del Parlamento Europeo y de su presidente, decenas de personalidades internacionales y cientos de ONGs. Ha escrito múltiples artículos de opinión, impartido conferencias, participado en congresos, jornadas y otros foros de debate. En marzo de 2010 fue publicado su libro África, la Madre ultrajada. Ha recibido numerosos premios y reconocimientos.
    Desde el 2000 al 2010, Adolfo Pérez Esquivel y otras personalidades han presentando su candidatura al premio Nobel de la Paz. Ésta recibió el apoyo de multitud de instituciones (nacionales como el Congreso de los Diputados o autonómicas como el Govern Balear), organizaciones (tanto ruandesas como europeas), obispos y congregaciones misioneras, juristas (como Baltasar Garzón o Margarita Robles), universidades y personalidades (como Vicente Ferrer, Ramón Panikkar, José Mª Mendiluce, y muchos otros tras ellos tres) preocupados por la tragedia que no cesa en el África de los Grandes Lagos.

    En estos últimos años Juan Carrero ha promovido la creación el “Forum Internacional para la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos”. En opinión de muchas organizaciones y de auténticos expertos sobre este conflicto, sus acciones (de Justicia internacional y de Diálogo Intra Ruandés) son de las más importantes que se realizan actualmente en favor del retorno de la paz y la democracia en Rwanda y para el fin de sus continuas agresiones a la RD del Congo. Mediante la denuncia, social e incluso judicial, el Forum pretende que unos aliados africanos criminales, como son los dirigentes del FPR (Frente Patriótico Rwandés), sean cada vez más incómodos para aquellos que la apoyan y protegen. Sin esos poderosos padrinos el FPR, responsable de millones de víctimas, no podrá mantener su hegemonía criminal en toda la región.

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