Liberia fue fundada por esclavos, por Nuno Cobre

30/10/2014 | Bitácora africana

Reseña literaria de ‘La Casa de la playa de Azúcar’ de Helene Cooper (1) de (5) –

La Casa de la Playa de Azúcar es una novela autobiográfica (puede también ser considerada como novela a secas) escrita por la periodista y corresponsal diplomática del New York Times, Helene Cooper. Cooper es una mujer de origen liberiano que con el tiempo ha adquirido la nacionalidad norteamericana.

En la novela, Cooper nos narra su niñez y adolescencia, al mismo tiempo que nos hace una descripción histórica del nacimiento de Liberia, que se produce con la llegada de esclavos liberados de origen africano provenientes de Norteamérica a los que en Liberia se les denominó como “Congos”.

Helene es una niña Congo que vive una vida burguesa, con todas las ventajas de una familia adinerada. Bajo este prisma, Cooper narrará su asistencia al mejor colegio de Liberia, el American Cooperation School en Congo Town, la excitación provocada por la llegada de la Navidad, cuando aprendió a nadar, los fines de semana en Caesar’s Beach, sus ingenuas y simpáticas intromisiones en las conversaciones intelectuales de su padre (como cuando opinó sobre el pacto Chino-Soviético…) sus canciones preferidas de la infancia como el “I don’t love you anymore” de Teddy Pendergrass, sus vacaciones en España y las descripciones de como dice la propia Cooper, del “estar por ahí”, que es lo que todo el mundo hace en Monrovia. En un momento de la novela, Cooper llega a calificar su vida adolescente como “absurda”.

La familia por su parte ocupa un papel central en la vida de Helene. Helene es fruto de un matrimonio entre dos familias Congo: los Dennis y los Cooper. Para su padre, es el segundo matrimonio. Los hijos de esta primera relación vivirán también en Sugar Beach. Para la madre es el primer matrimonio, un tanto tarde en comparación con la media de las mujeres liberianas (en torno a los treinta y pico años) Se trata de dos personas muy diferentes. El padre es un borrachín, mujeriego, amigo de la noche, pero con dinero, influencia y que además poseía una rentable gasolinera. La madre por su parte, es una mujer entregada a su familia y a las tareas domésticas. La madre lleva una vida dura. Así, no sólo tuvo que sufrir un cierto trato despectivo por la familia de su marido, que la consideraba de clase inferior, sino que además llegó a ser violada por los soldados de Samuel Doe cuando se produjo el derrocamiento de Tolbert.

Helene nos presenta también a su hermana pequeña, Marlene, que siempre fue la niña mimada al nacer la última. Helene, sintió al principio celos de ella, y luego se convirtieron en uña y carne. También estaba Janice, la hija mayor del padre. Después están los tíos, los primos etc. todos ellos ocupando importantes puestos en el Gobierno o en el ámbito empresarial liberiano. Entre los familiares, un personaje especial sin duda es la abuela Mama Grand (madre de la madre de Helene) Una mujer con mucho carácter, palabrotera y muy graciosa. “Es algo más”, llega a decir Eunice (hermana adoptiva de Helene) de ella.

La familia se instalará en la casa de Sugar Beach, tras abandonar una casa anterior en Congo Town. La casa de Sugar Beach es un caserón lujoso apostado en la playa, frente a la inmensidad del Océano Atlántico. Pero se trata de una casa tan grande como fría y que acaba convirtiéndose en pasto de ladrones y pilluelos que merodean por la zona. Helene tiene miedo de dormir en su cuarto, y por eso sus padres deciden buscarle una hermana adoptiva: Eunice. Eunice es una niña Bassa “country” (calificación despectiva con la que los Congos denominaron a los nativos) adoptada por la familia Cooper y que se acabará haciendo inseparable de Helene.

La familia de Cooper se acabará desmoronando ante las continuas infidelidades del padre y las incesantes peleas, que terminarán en separación, pero curiosamente, es el padre el que pide la separación, probablemente queriendo adelantarse a lo inevitable.

Como se ha dicho antes, Helene proviene de una familia Congo. El término Congo es endémico de Liberia y fue como denominaron los liberianos a los descendientes de los esclavos afroamericanos liberados en 1822. A estos esclavos se les presentó la oportunidad de elegir entre América y África, y eligieron África. Por su parte, los británicos habían abolido la esclavitud por esas fechas y sus patrullas vigilaban la costa atlántica para evitar la trata de blancas ya que todavía había embarcaciones que salían del Oeste de África cargadas de esclavos para ser desembarcados en América. Cuando los británicos interceptaban estos barcos, devolvían los esclavos liberados a Sierra Leona y Liberia, independientemente de que viniesen de estos países o no. Debido a que muchos de estos barcos esclavistas entraron en el Atlántico provenientes del río Congo, los nativos liberianos (muchos de ellos metidos también en el negocio de la trata de esclavos) llamaron a estos “esclavos devueltos”, Congos.

La historia de Liberia por otro lado tal como se afirmó al principio, tiene una importancia fundamental a la hora de tejer la novela. Helene nos cuenta la fundación del país en 1822 por parte de los esclavos liberados. No fue un tarea fácil, ya que se sucedieron duras disputas entre los congos y los countries (nativos). Todo se inicia con el movimiento “colonizador” a cargo de la Sociedad Americana de Colonización, que envió varios barcos con agentes de la SAC y más colonos (con tripulación blanca incluida) hacia el Oeste de África. El 12 de Diciembre de 1821 (mientras la malaria hacía estragos en la tripulación) y tras varios intentos previos, se intenta convencer una vez más al rey local King Peter enviándole una botella de Ron. Pero el jefe africano vuelve a rechazar la oferta diciendo que no vendería el Cabo de Montserrado a los Americanos porque sus mujeres llorarían amargamente. Sin embargo, King Peter cometió un error crucial al aceptar la oferta de reunirse con los agentes de la Sociedad Americana de Colonización al día siguiente. La reunión tuvo lugar el 15 de Diciembre de 1821 en el palaver hut (típica estructura de reunión africana) del poblado de King Peter emplazado en el Cabo de Montserrado.

En la reunión se encontraban más reyes africanos representando a los Deys, los Mambe y otros grupos como los Bassa. Los reyes africanos tenían la intención de volver a rechazar la oferta de los americanos. Pero en esta ocasión, los agentes de la Sociedad Americana de Colonización sacaron sus pistolas y apuntaron con ellas a la cabeza de King Peter lo que obligó a alcanzar un acuerdo después de 21 meses y 6 días de la llegada de los americanos al continente africano. De modo que el Cabo de Montserrado, desde el Oceáno Atlántico hasta el interior tropical, totalizando 130 millas cuadradas en total, fue vendido a los americanos a cambio de pólvora, abalorios, espejos y tabaco. El valor neto de la operación no llegó a los 300 dólares.

Posteriormente, Liberia se convertiría en 1847 en la primera república negra de África, tras declarar su independencia de los Estados Unidos. Liberia aprovecharía la coyuntura para extender su territorio hacia territorio inglés (Gold Coast) ocupando también partes de la actual Costa de Marfil que se encontraba bajo el dominio de Francia.

original en : Las Palmeras Mienten

Autor

  • Sin que nadie le preguntase si estaba de acuerdo, a Nuno Cobre lo trajeron al mundo un día soleado del Siglo XX. Y ya que estaba por aquí, al hombre le dio por eso que llaman vivir.

    Sin embargo, durante mucho tiempo creyó Nuno que el mundo era sólo eso, sólo eso que se presentaba de manera circular y hermética ante sus ojos. Se asfixiaba. A veces. Pero algunos viernes o lunes por la mañana, una vocecita fresca y lejana le decía que habían otras cosas por ahí, que debían haber otras cosas por ahí.

    Y un día Nuno Cobre salió y se fue a la Universidad, y un día siguió viajando y al otro también, y al otro, mientras iba conociendo a gente variopinta y devorando libros sin parar… Entonces descubrió con un cierto alivio que no estaba solo. Que habían más. Cuando llegó la hora de elegir, Cobre decidió convertirse entonces en viajero sólido y juntaletras constante, pero quería más, un más que venía del Sur. Y fue así como el latido africano empezó a morderle tan fuerte que una noche abrió la puerta del avión y se bajó en un país tropical. África.

    Los temores. Llegó con cierto temor a África influenciado por la amarilla información occidental ávida de espectáculos cruentos y de enfermedades terminales. Y resultó que en lugar de agitarse, a Cobre se le olvidó la palabra nervios a la que empezó a confundir con un primo lejano. Y así fue como se llenó de paz, tiempo y vida.

    Tras varios años en África, Nuno Cobre sólo aspira a lo imposible: vivir todas las experiencias mientras le da a la tecla, a los botoncitos negros del ordenador que milagrosamente le proyectan un nuevo horizonte cada día.

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