Lengua y Cultura en Túnez: “Tengo la convicción de continuar la intuición de los que me han precedido”

24/11/2010 | Entrevistas

¿Quién eres?

Soy Paco, de los Misioneros de África, español, que ha tenido la suerte de vivir en Túnez muchos años.

Enseñas el árabe dialectal, háblanos de tu trabajo.

Mi trabajo no es exactamente igual que el que hacen las Misioneras de África. Ellas crearon un centro de formación lingüística para sus hermanas. Centro que se abrió progresivamente a las personas “permanentes” de la Iglesia de Túnez y más tarde también a los laicos y en particular a las esposas extranjeras de tunecinos que tenían necesidad de conocer la lengua para integrarse en el país.

Fueron las hermanas a finales de los años 80, las que me pidieron colaborar con ellas en los cursos intensivos que se daban durante el verano. En 1999 me propusieron que remplazara a una hermana profesora que hacía un año sabático para poder terminar un método de árabe que estaba componiendo. Lo hice durante tres años. Y en la actualidad dos hermanas han tenido que jubilarse el año pasado y yo las remplazo en los cursos de Primer y Tercer Nivel que daban ellas.

Con frecuencia se dice que el árabe dialectal no se escribe. Los textos están escritos en árabe clásico. ¿Cómo habéis resuelto el problema? ¿Qué material utilizáis?

En realidad hay una producción abundante escrita en árabe dialectal. En Túnez, por ejemplo, algunas obras de Bechir Kharïef incluyen diálogos en dialectal. Y también los cuentos de Abdelaziz Laroui, obras de teatro, guiones de películas y series para la televisión.

Por su parte las hermanas misioneras de África han compuesto un cierto número de textos con la ayuda de tunecinos que conocen perfectamente su lengua.

¡Todo esto tiene un aire muy organizado!

Las Hermanas han hecho un trabajo admirable y continúan haciéndolo. Se trata simplemente de colaborar con ellas y de aportar algo personal. En lo que a mí me concierne me gustaría ver si hay posibilidad de aprovechar al máximo el material audio-visual mas reciente y que es un reflejo muy llamativo de las diferentes facetas de la sociedad y de la cultura tunecina.

¿Cómo se pasa una clase de árabe dialectal?

Nuestros cursos no tienen nada de una lección magistral, los participantes están llamados constantemente a participar en la clase.

Enseñar una lengua ¿está en relación con el Carisma de los padres Blancos?

¡Claro que sí! La primera cosa que tiene que hacer un padre blanco al llegar a un país es estudiar su lengua y su cultura y todos sabemos que la lengua es la manera imprescindible para acceder a la cultura. Nuestro fundador nos lo pidió enérgicamente y el P. Marchal lo puso en práctica en el Magreb, creando el IBLA, Instituto de Bellas Artes Árabes, y cuyo primer objetivo fue de iniciar a los Padres y Hermanos Blancos al árabe, particularmente al árabe dialectal y más tarde fue el PISAI, Instituto Pontificio de Estudios Árabes e Islam en Roma quien cogió el relevo para el árabe literario y el Centro de Estudios Bereberes para la enseñanza del Kabyle.

En mi opinión, creo que no hemos invertido suficientemente en la formación de los jóvenes padres blancos en el dialecto tunecino. Cuando llegue aquí me pusieron en las manos el método del Padre Muller y tuve que desenvolverme solo. Más tarde los jóvenes pudieron beneficiarse de los cursos que daban las Hermanas Blancas, con el inconveniente de que estos cursos ya no eran intensivos. Colaborando con ellas yo he sentido que les devolvía algo de lo que había recibido de ellas pero el problema no está completamente resuelto. Quiero esperar que a nivel de la Provincia del Magreb encontremos una solución.

¿Es verdad que eres el ultimo Padre Blanco que se pone todos los días en la cabeza la “chechia”? (birrete tunecino)

¡No! Aunque en realidad no lo sé. Otros padres blancos tienen también la suya pero es verdad que yo la llevo puesta mucho más a menudo que ellos y que la mía es gris y la suya roja como en los viejos tiempos.

Entrevista con Paco Donayre, Padre Blanco en Tunez.

Publicado en la revista “Relais P. B. Province Maghreb, nº 11. Octubre de 2010.

Traducido por Inmaculada Estremera y Amparo Cuesta.

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