En mis tiempos ya muy lejanos de bachiller, aprendíamos que Ibn Sina (980-1037 AD), o Avicena, como se le conoce en Occidente, había sido un erudito musulmán persa, autor de casi 200 libros de ciencia, filosofía y religión, y también un buen médico, padre de la medicina moderna según algunos, por sus libros “El Canon de la Medicina” y “El libro de la Curación”. Paseando por la red, el portal
“Elixir de la salud” me parece un tanto exagerado. Pero sí es cierto que los expertos en alimentación conceden a la leche de camella algunas ventajas sobre la de bovinos y caprinos. Según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, su contenido en grasa varía desde un 1,1% en las zonas áridas de Israel, hasta un 5,5% en Etiopía, y entre el 1,2% y el 6,4% si se trata de dromedarios (3-4% en la leche de vaca y 3-3’5% en la de cabra). Pero contiene menos grasa saturada, más vitaminas C y B, y un mayor contenido de calcio, hierro, magnesio y potasio. Y según el gobierno australiano, además de ser más fácil su digestión, la leche de camella reduce la dependencia de la insulina en el tratamiento de la diabetes y alivia las alergias estacionales.
Procedente de las Islas Canarias, el camello fue introducido en Australia en 1840 como animal de carga, y dio lugar a la mayor población mundial de camellos salvajes, algo más de un millón. Ahora el gobierno australiano está promoviendo la cría de camellos y el consumo y exportación de la leche, entre otros hacia Pakistán, cuya producción, entre 500 tn. y 1.200 tn. anuales, –nada comparable con la de los grandes productores, Somalia (1.000.000 tn.) y Kenia (900.000 tn.)– es insuficiente para la actual demanda interior. Y es que los pakistaníes, a pesar de su textura más líquida, gusto un tanto salado y olor particular, sí que consideran la leche de camella como “elixir de la salud” y medicina “aviceniana”. “Aparece en la Sunna del Profeta. ¿Cómo no iba a ser beneficiosa?”, explica Wali Muhammad Akhtar. “Menos grasa, la utilizamos en los medicamentos contra la obesidad”, añade, “y también en el Labub Kabir Ajmali (un afrodisíaco para hombres), del que conviene tomar media cucharilla de té antes del desayuno”. “La leche de camella es buena para la hepatitis, el cáncer, la diabetes y las enfermedades del hígado”, afirma Ghulam Ahmed, alto ejecutivo de la Engro Foofs Limited de Bahawalpur. Hasta hace poco sólo la vendían en Karachi algunos clanes nómadas del Norte asentados en las afueras de la ciudad. Su precio no era caro, pero las condiciones higiénicas no eran siempre las recomendables. Ghulam Ahmed se ocupa de la recogida de la leche y de fomentar y aconsejar la creación de proyectos modernos en la cría de camellos lecheros. Espera con ello que aumenten la producción y los precios, aunque al contrario de otros países como USA o Australia, en Pakistán la leche de camella seguirá siendo más barata que la de vaca. En condiciones óptimas, como las que promueve Ghulam Ahmed, los camellos pakistaníes pueden llegar a producir hasta 30 litros diarios (el camello bactriano de Asia central produce 5 litros y el dromedario unos 20 litros).
El creciente interés por la leche de camella ha venido de perlas a los productores de Kenia y Somalia, los primeros países productores del mundo. Entre las recientes sequías que han azotado África del Este desde 2011, la de 2016-17 fue especialmente dura. En Kenia afectó a 23 de sus 47 provincias, disminuyó la producción de maíz, base de la alimentación de la mayoría de la población, cuyo preció aumento en un 30 %. Pero para los criadores de camellos del norte, la sequía fue una bendición porque aceleró la venta y exportación de la leche de camella. Cinco años más tarde, el pasado 2 de febrero, la BBC les ha dedicado un pequeño film: “Leche de camella: Por qué prosperan los ganaderos de Kenia”. En él aparece una familia de las regiones secas del norte que vive cómodamente de los 10.000 litros diarios de leche pasterizada que venden a tiendas y supermercados.
De los seis primeros países productores de leche de camella, cinco son africanos: Somalia, Kenia, Malí, Etiopía y Níger. El otro es Arabia Saudí. Pero como era previsible, también otros países se están iniciando en la cría de camellos producción de la leche. Según una estimación de la Weston A. Price Foundation, que promueve una “Campaña en favor de la auténtica leche”, es decir de camella, hay en Estados Unidos 18.000 vacas por cada camello, lo que explica que un litro de leche de camella cueste unos 30 dólares. Ya hay dos compañías de Dubai, Camelicious y Al Nassma, interesadas en exportar su leche pasterizada a Estados Unidos “como una alternativa sana a la leche de vaca” según explica Mutasher Al Badry, un ejecutivo de Al Nassma. También en Australia aumentan las granjas de camellos. La producción de leche de camella ha pasado de los 50.000 litros en 2016, a los 180.000 litros en 2019, y sigue aumentando en 2021. Lauren Brisbane, propietaria de QCamel, una granja bio de camellos en el estado de New South Wales, habla de éstos con pasión: “Son como personas, cada uno con su personalidad, cariñosos y entrañables. Puedes hablarles de lo que ocurre y te entienden perfectamente”. Se diría un árabe hablando de camellos…
Ramón Echeverría
[Fundación Sur]
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