Desde que estoy aquí (Lagos), observo los movimientos sospechosos y rápidos cerca de la cocina. Antes, pensé que se trataba de un error óptico de mi parte o que me imaginaba algo inexistente. Pero luego vi con mis propios ojos que los movimientos en cuestión son de las ratas.
Una vez que me di cuenta del asunto con claridad, cogí mi cámara de fotos. Quería absolutamente inmortalizar esos bichos en una foto. Sin embargo, después de unos días intentándolo, no conseguí nada. Las ratas de mi casa son tan rápidas y tan asustas que no se dejan sorprender. Pasan a veces a mi lado corriendo tanto que no hay manera de sacarles una foto.
Nunca van juntas. Siempre que pasa una, corre sola al lado de la pared y tiene memorizado el lugar de tal manera que no se deja al descubierto durante mucho tiempo. Cuando sale de debajo del sofá, entra debajo del armario y cuando sale, se introduce debajo de la puerta para entrar en otra habitación o ir fuera y desaparece por el alcantarilla que conduce agua. Ni siquiera sé si se trata de muchas ratas o de una rata. Este asunto me vuelve loco.
Cuando pregunté à un trabajador de la parroquia dónde estoy hospedado si no había manera de comprar un gato que acabase con ellas, me dijo una cosa muy sorprendente: “los gatos no quieren comer las ratas de Lagos”. Nunca había oído una tal cosa en mi vida. Siempre he entendido que el gato lleva en su ADN el odio al ratón y que lo mata siempre que lo ve incluso sin tener hambre. En otros lugares, he podido comprobar cómo cuando el gato captura un ratón sin hambre, pasa el día torturándolo y acaba comiéndolo después de horas de lo que parece un juego para él. Si en Lagos los gatos no comen ratas, debe ser un caso de escuela para los científicos. ¿El problema está en los gatos de Lagos o en las ratas? Pues, el trabajador estaba convencido que las ratas de Lagos deben comer cosas raras que producen una repulsa por parte del gato. Y añadió que es por esta razón que los habitantes de lagos temen también comerlas. Me dijo sonriendo: ¿Tú crees que estas ratas circularían tan alegremente delante de nosotros si fueran comestibles?
Si estas ratas entran en casa, significa que encuentran algo de comer. Pasan más a menudo por la cocina y seguramente con su olfato, saben que alguna comida o alguna migaja de pan cae por el suelo. Yo me decía a mis adentros que si se limitaran a pasear por la cocina, no tendría ningún inconveniente en tenerlas como vecinas. En otras palabras, si no entraran por mi habitación para comerme los pies como hacen a menudo en algunos sitios y si no se meten a hacer ruidos raros en algún rincón para impedirme el sueño, toleraría su presencia en la casa. Pero parece que el contrato no se está cumpliendo según mi deseo. Esta noche, he visto una entrar por debajo de mi puerta. Intenté seguirla para ver adónde se dirigía pero justo el tiempo de abrir la puerta, había desaparecido. Toda la noche, estuve atento a ver si se metía a comer alguna ropa o si subía en mis sábanas, pero no noté nada. Quizá ya no está allí.
Las ratas son animalitos que viven muy cerca del hombre sin ser nunca su amigo. Están siempre cerca y lejos a la vez, a una distancia elástica. Saben que el hombre no suele tolerarlas. Cuando te acercas, se alejan. Pero la casa humana tiene la comida que les gusta. Cuando no encuentran comida, se limitan a roer la ropa o cualquier otra cosa que encuentren dentro.
Estas ratas de mi casa me acuerdan un anécdota mía de hace años cuando estuve trabajando en la República Centroafricana. Un amigo me envió una caja de Navidad desde España por correo postal. La caja llegó a correos de la capital, Bangui pero yo vivía a 900 km. Así que tardó mucho en los almacenes de correos. Cuando finalmente conseguí recuperarla, tenía un agujerito. Las ratas de correos se habían introducido dentro para un suculento banquete: chorizos, jamones, quesos, mazapanes, turones. Solamente me dejaron una botella de vino, creo que más por impotencia que por piedad.
Las ratas que observo en mi casa deben ser de la raza llamada rattus norvegicus. Son ratas gris que suelen vivir en las alcantarillas. Son roedores natos que se mueven siempre en los ambientes del hombre sin nunca familiarizarse con él. Suelen vivir en las ciudades pero nunca alejarse de los lugares húmedos especialmente los lugares dónde fluye agua.
De momento, no tengo todavía ningún susto con estas vecinas. Espero llevarme bien con ellas hasta el final de mi estancia. Y si tengo suerte, tomarlas una foto de recuerdo.
Original en: Afroanálisis