Esta semana los partidos políticos de Kenia han llevado a cabo unas complicadas nominaciones para varias de las posiciones políticas que se elegirán en marzo del 2013. Las nominaciones realizadas por las dos principales coaliciones, CORD y Jubilee han sido de particular interés.
Esto se debe al hecho de que el candidato que consiga la nominación prácticamente asegurara su puesto en las elecciones de marzo.
Pero, como era de esperar, las propuestas no han sido sin drama. La derrota o la falta de juego de algunos de los aspirantes ha provocado que algunos de los candidatos al conocer los resultados hayan desertado de sus partidos con la esperanza de participar en las primarias de otros partidos y conseguir una candidatura.
Estas deserciones tardías son parte de los temas que se suponía la Ley de partidos políticos iba abordar e incluso relegar a la historia. El hecho de que un líder jure lealtad a un partido hoy, pero en el último momento decida cambiar su apoyo a otro partido huele a indisciplina. Es esta falta de disciplina la que ha afectado a la política keniana durante demasiado tiempo a pesar de que es perfectamente legal según la legislación vigente.
Mientras tanto las coaliciones CORD y Jubilee han dado nominaciones directas a algunos candidatos para competir por puestos diferentes. Las principales figuras políticas, incluyendo algunos ministros del gabinete se encuentran entre aquellos que se benefician de estas acciones.
Esto ocurrió a pesar del hecho de que había otros aspirantes que querían competir por los mismos asientos en estas coaliciones. Es muy preocupante que haya habido dos coaliciones tan importantes que se han saltado sus credenciales democráticas por actuar de una manera que es diametralmente opuesto a la democracia. Es un asalto injustificado a la democracia y debe ser denunciado en los términos más enérgicos posibles.
Tal vez la mejor definición de la democracia es que se trata de un «gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». Esto significa que el electorado debe tener la última palabra para decidir quién debe ser su líder.
La tendencia en la que algunas personas se sientan en una sala de juntas en alguna parte a decidir quién debe ser el abanderado del partido en un área determinada no sólo es inaceptable, sino una traición imperdonable a los principios de la democracia.
(The Star, Kenia, 21 de enero de 2013)
Noticia seleccionada y traducida por Eva Estaun, española residente en Nairobi.