El acceso universal al agua potable sigue sin ser una realidad en muchas comunidades rurales de Gambia, al igual que en otras regiones del continente africano. En Fatako, un pueblo en el distrito de Jimara, llevan dos años con problemas de suministro. La comunidad, de unos 350 habitantes y cuyo suministro procede exclusivamente de un pozo al descubierto con cuerdas atadas a contenedores junto a una bomba manual envejecida, denuncia que su precario sistema de bombeo carece de garantías lo suficientemente higiénicas para el consumo humano.
El alkalo (jefe) de la aldea de Fatako, Wussi Jankor, pidió ayuda al gobierno, así como a ONGs, filántropos e incluso a “samaritanos”. “Llevamos dos años sufriendo escasez de suministro de agua potable”, denunció el alkalo. Jankor enfatizó también la escasa calidad del agua a su disposición, señalando cómo “puede causar enfermedades que pueden ser perjudiciales para nuestra salud”.
Por su parte, la líder de las mujeres de la comunidad, Fatoumata Nyabaly, señaló que las mujeres han estado sufriendo la escasez de forma más aguda durante todo este tiempo, siendo las responsables de caminar largas distancias cargando pesados recipientes con el agua que sacan del pozo. Nyabaly denunció cómo éste a menudo se seca después de que pocas personas recojan en él agua, lo que obliga al resto a ir a una comunidad cercana a buscar agua para abastecer a sus hogares:
“El agua que bebemos no es buena para nuestra salud, particularmente para nuestros hijos. El color del agua indica que no estamos en buena forma ya que podría deteriorar nuestras condiciones de salud. Realmente necesitamos ayuda”.
Adama Jallow
Fuente: The Point
[Traducción y edición, Jorge Moral Vidal]
[CIDAF-UCM]