Las mujeres, las grandes perdedoras de la Primavera Árabe.

13/11/2014 | Crónicas y reportajes

Las efímeras promesas de cambio y de democratización en el mundo árabe dejan un poso de amargura. Zineb Ali-Benali, profesora de “Literatura francófona y estudios de género” en la Universidad París VIII, vuelve a Mondafrique para hablar sobre el papel que han jugado las mujeres en particular en la Primavera Árabe; una ocasión perdida para militantes laicos como la bloguera tunecina Amina Sboui, que como ya ha sucedido con demasiada frecuencia, tienen que afrontar de nuevo el pavoroso retorno de lo religioso, que marcó de manera totalmente inesperada, los días revolucionarios en Túnez, Libia, Siria y Egipto.

“Aquí, la primavera es efímera. Al dejar atrás el gélido invierno cuando arrecia el viento sobre las tejas, la nieve cubre por completo los pasos de los hombres y las bestias, vuelve la primavera fugaz, sin tiempo para cubrir los campos de verde, ante los implacables rayos de sol que doran las cosechas y marchitan las flores”. Mouloud Mammeri. (Escritor y antropólogo argelino. NdT)

Este movimiento brotó de manera imprevisible en lo que viene a denominarse mundo árabe.

Primero fue Túnez, después Egipto, y sucesivamente, les llegó el turno a Siria, Libia y a los países del Golfo… una ola de protestas que desmoronó a su paso el orden establecido, un movimiento que paulatinamente fue ganando fuerza en cada embate, asolando las estructuras de poder conocidas hasta entonces.

Como siempre ocurría en el mundo árabe este tipo de movimientos se llevaban a cabo sin una alteración visible del statu quo, incapaz de perturbar la imagen habitual que se tiene de estos países, de manera que pareciera que conceptos como “revolución” y “árabe”, ya se formulen en singular o en plural, se encontraran disociados, sin vocación alguna de encontrarse, como si se trataran del sol y la luna.

Y sin embargo, hubo una revolución, denominada, primavera, coma metáfora que alude a lo repentino del hecho, al fin de los días del largo y frío invierno, dando paso a la luz y a las promesas… Primavera, es también lo efímero, promesas y súplicas…mucho por hacer en tan poco tiempo.

Acostumbrados como estábamos a la idea de sociedades árabes anquilosadas, pueblos que se resignaban a los designios de sus respectivos dictadores, el movimiento que surgió en Túnez, nos tomó por sorpresa. Como ocurre ante un desastre, las palabras resultaron insuficientes. Tras ello hubo que dar nombre a las acontecimientos, escuchar las voces, observar los gestos de aquéllos que estaban llamados a convertirse en los protagonistas de su historia; liberación, revolución…Hubo que reflexionar, seguir de cerca los efectos de aquél seísmo y analizarlos, indagar las causas que los hicieron visibles y que transformaron en evidente lo que era a priori inimaginable.

Las mujeres se reivindican.

El protagonismo de las mujeres en estas revoluciones constituyó una circunstancia imprevista. Hubo una marea de imágenes que explican por sí solas el fenómeno de cómo las mujeres ocupan la vanguardia en la escena, en el movimiento revolucionario, dando la cara, a menudo con el rostro descubierto, pero incluso también llevando el “velo islámico”.

Todas se hacen oír y hacen llegar, más que reivindicaciones específicas, un proyecto de sociedad. Ellas están allí, en el teatro de lo visible, en las calles, en las manifestaciones y en la plaza de la Liberación, manifestando sus reivindicaciones como ocurrió en Túnez, velando por no ser una vez más, las marginadas del cambio en el mundo árabe. Algunos, sin embargo, piensan aún que las mujeres deberían mantenerse al margen. Respecto a esto hay un clima generalizado que les impide participar: primero las agresiones sexuales, segundo las normas jurídicas que las relegan del teatro político.

Las revoluciones árabes hicieron visible aquello que hostigaba a las sociedades musulmanas y que se ocultaba tras el uso masivo del hiyab o “velo islámico”, adoptado en los años setenta, primero por las jóvenes estudiantes y las mujeres con escasos medios económicos, como lo eran las trabajadoras poco o mal pagadas y además con responsabilidades familiares a su cargo.

Mientras que el islam comporta el respeto de la tradición, especialmente en cuestiones como la herencia, ámbito en el que se excluye a las mujeres, o como el lugar que deben ocupar en el espacio público, desde la formación de los estados-nación se ha venido dudando acerca de la transformación del estatus de las mujeres, sucediéndose progresos y retrocesos al respecto en las normas jurídicas. Así, el Código de estatuto personal promulgado en Túnez en 1957 por el presidente Burguiba permitió una modificación considerable del estatus de las tunecinas. Sin embargo, el Código de la familia argelino votado en 1984 por un parlamento dominado por el Frente de Liberación Nacional, intentó bloquear aquél cambio experimentado en la sociedad argelina, que se traducía en una conquista por parte de las mujeres de nuevos espacios (la calle y la mezquita), y de poder político (mujeres con escaños en las asambleas representativas).

En la actualidad, ya no pueden repetirse los obstáculos que resultaban habituales en las sociedades musulmanas. Por esta razón, las mujeres han desarrollado múltiples estrategias para sortear los enfrentamientos, a través de las negociaciones, ganando terreno de manera no siempre muy visible, lo cual permite hablar de una transición huyendo del factor religioso. Algunas de ellas, desafían los tabúes, saliendo a la palestra, desnudas, pronunciando discursos provocadores ¿Son pioneras o persiguen el escándalo?

Podemos señalar y analizar algunos de estos signos cuya emergencia a pesar de las alteraciones parece incomprensible en estas sociedades caracterizadas por un visible inmovilismo. Nos preguntamos si conocemos en qué situación se encuentran las mujeres sirias o libias, ya que lo que ocurre en Túnez concierne también a las sociedades de otros países árabes.

Los acontecimientos de Túnez para aquéllas, suponen no sólo una esperanza, sino también un desafío, de modo que las cuestiones que aquí se plantean trascienden el ámbito puramente local.

La revolución también atañe a las mujeres ¿Acaso se les va a relegar una vez más? Podemos preguntarles por la exhibición del cuerpo femenino, que escapa a las normas religiosas y de la tradición, y por los discursos transgresores, en concreto en la literatura, la canción o las artes figurativas, sin ignorar las singularidades de cada historia y de cada situación.

Resulta indispensable tratar de hacer una reflexión de conjunto de lo que viene a denominarse mundo y países árabes o países musulmanes. Lo que está en juego en Túnez aparece como una esperanza para muchas mujeres y hombres de otros países de su entorno. Al igual que lo que ocurra en Egipto o más al este, se convierte en una fuente de inquietud para más de uno.

Ellas, las mujeres árabes estuvieron allí, en la “plaza de la revolución”, ya sea la Plaza Tahrir del Cairo, o la Avenida Burguiba en Túnez, al igual que en otras ciudades árabes.

Estuvieron allí, cuando nadie las esperaba, cuando nada hacía presagiar su presencia. Esta aparición imprevista se encuentra en el corazón de otro acontecimiento inesperado como la revolución en el mundo árabe.

Vuelta de lo religioso.

Detengámonos en los dos sentidos de la palabra revolución, uno, el de alteración insospechada, a menudo violenta en su surgimiento; de consecuencias imprevisibles. Otro el de ciclo, bucle, una vuelta a lo mismo, o casi, al cabo de un cierto tiempo.

En el mundo árabe, se usa el término revoluciones en plural para designar fenómenos que tienen cada vez más, rasgos particulares, pero que comparten una característica, como es la de surgir de forma imprevista, súbita, ante la sorpresa de los observadores políticos, manifestando una voluntad de cambio radical; son pacifistas, pero no temen las respuestas violentas, enfrentándose a ellas con las manos abiertas, desarmados y con los cuerpos desnudos.

Es un movimiento del pueblo, no de clase, ni de grupo, ni de clan, que surge en un arrebato de rechazo al sistema existente. Aunque en Túnez por ejemplo, la movilización de los mineros en el sur del país fuera ya una un movimiento de oposición que venía madurando su protesta, al igual que ha ocurrido en muchas partes del país, con la contestación al poder en algunas de sus formas.

Sin embargo da la impresión de que se trata, en primer lugar, de un levantamiento mixto, de hombres y mujeres, porten el hiyab o no, iniciado en las calles y en las plazas, por aquéllos que quieren dejar de sufrir un sistema injusto, un movimiento separado que soslaya cualquier discurso de índole religiosa. He aquí donde reside la diferencia más notable entre estas recientes revoluciones y los acontecimientos acaecidos en Argelia de 1990 de la mano del Frente Islámico de Salvación(1) y sus desventuras, preconizando una vuelta a los fundamentos primigenios del islam, mediante acciones violentas. Además aquéllos que se consideraban más “progresistas” dentro del movimiento mantenían la atávica separación entre hombres y mujeres.

En Egipto lo religioso hace acto de presencia, manifestándose por medio de una violencia enquistada. En Túnez podemos observar los diferentes episodios de una lucha entre dos proyectos de sociedad, negándose las mujeres del mundo árabe el ser, una vez más las grandes perdedoras de la revolución.

Así es como Habib Ellouze, un diputado del partido Ennahda(2) , en una entrevista publicada en el periódico “El Magreb”, defiende la ablación de clítoris en África y recomienda su práctica en Túnez como una operación estética (3) . Por otro lado, mientras que se ha prohibido la poligamia tras más de cincuenta años de existencia, por otro, numerosas personalidades políticas, intelectuales y figuras del mundo cultural y artístico, relanzan el debate de la escisión genital femenina y proponen autorizarla. Sus argumentos son diversos, en primer lugar de orden pragmático, ya que afirman que hay más mujeres que hombres, también de orden religioso, ya que el Corán y la tradición profética lo autorizan, y finalmente, en nombre de la libertad de elegir. Libertad de elegir ¿para quién? Evidentemente, para los hombres.

Se sabe que el factor religioso en política se presenta sobre todo como un proyecto que pretende dar o volver a dar a cada uno su lugar en una sociedad en construcción según una serie de principios que se consideran intangibles y que han de regir las relaciones entre las mujeres y los hombres, ya que el meollo del debate en las sociedades árabes y musulmanas en el momento actual reside en cuál ha de ser el lugar que han de ocupar las mujeres. Se trata de la cuestión de la mujer en las sociedades árabes, del asunto de la mujer en el islam. Éste es el ángulo muerto de estas sociedades, pero que oculta otros aspectos, y parece poder sesgarlos.

Laicidad y Mundo Árabe.

¿Cómo quedaron frustradas las esperanzas de las luchas de liberación de la colonización, en un país como Argelia, para las mujeres y para las culturas llamadas minoritarias, las más antiguas, para los jóvenes que, regularmente, desde el 5 de octubre de 1988, vienen luchando contra un sistema político dirigido por los enfermizos miembros de una gerontocracia que despliegan una violencia sin medida? (…)

Las mujeres están desarrollando de forma masiva estrategias de adaptación y de elusión de la ley religiosa al llevar el hiyab y al consolidar aquello que habían iniciado sus antepasados en los días siguientes a la independencia, al objeto de trabajar y tener presencia en el espacio público.

Lo que es nuevo, es la elaboración de nuevos argumentos de liberación. Las mujeres no han trascendido al ámbito público, se refugian en el café, en el restaurante, ellas viajan solas…Y mantienen en secreto sus relaciones amorosas, ya que no se olvidan de vivir por ellas mismas y estar bellas (4) .

Hago esta acotación en la cuestión de las revoluciones árabes para retomar la hipótesis, ya formulada desde hace décadas, de que el mundo árabe y musulmán, a través de los levantamientos sociales estaba liberándose del yugo de la religión, como en Irán o Argelia.
La cuestión de la secularización está en el corazón de las sociedades árabes. Propongo traducir el papel de las mujeres en las mismas.

Mujeres exhibidas.

Las revoluciones o primaveras árabes mantienen un flujo de imágenes, gestos y voces de mujeres sobre todo, puesto que representan lo que está en juego en aquéllas sociedades. Un tsunami de imágenes emotivas, palabras y gritos, pero también de votaciones de leyes, ya sean efectivas o contestadas en su aplicación. No sólo se ven insospechadas imágenes de mujeres en lugares públicos y calles, sino también, se perciben las de mujeres violadas en la misma Plaza Tahrir o “Plaza de Liberación” por hombres desenfrenados, o por policías en un parque tunecino (5). Y sin embargo, allí están las mujeres. Han llegado por sí solas, nadie ha reclamado su presencia, nadie las ha conducido allí. Y muy rápidamente, las mujeres se dejar ver, aparecen en internet. Construyen su imagen.

Para hablar de ello comenzaré con una fotografía, la de Amina Sboui, la bloguera tunecina. Se trata de una imagen fija, sin movimiento, plano corto. El espectador fija su atención en su rostro y en sus senos. El “escándalo” que conlleva la desnudez del cuerpo de una mujer árabe no debe enmascarar, ni hacer olvidar la fuerza de la escenografía. La joven mujer desafía las amenazas que conminan a las mujeres tunecinas a llevar el velo islámico. Pero ella, va más allá aún, contraviniendo la ley religiosa de la “awra” que prohíbe mostrar el cuerpo desnudo, parcial o totalmente. (6)

Amina nos mira directamente. El maquillaje realza su mirada, hace que la nuestra también se fije en sus labios. El observador, que no puede ser más que un mirón, se queda impactado por sus ojos, después su boca. Con maestría y de forma deliberada, Amina, muestra la imagen que ella quiere y que es objeto de análisis. Existe tensión en el gesto de sus ojos y de sus labios. Su rostro y sus pechos desnudos transmiten firmeza y, sobre todo, destaca su mirada que escruta al observador y reclama su atención.

Para valorar la importancia del gesto de Amina, hay que remontarse a los tiempos en que la visibilidad de las mujeres árabes quedaba reducida a la elaboración de una imagen determinada, la de mujeres confinadas en el harem, expuestas a las miradas de deseo, sobre todo las de los extranjeros, aquéllos que tomaron posesión del territorio y del ensueño que evocaba de desnudez.

El momento inaugural de la irrupción del “otro”, del extranjero, ajeno a las costumbre islámicas, puede estar representado por el cuadro, “Mujeres de Argel en su apartamento” (1834) de Eugène Delacroix, pintado en los primeros años de la caída de Argel.

Los pintores orientalistas persiguieron durante más de un siglo la fantasía de la mujer indígena, la bella del harem. El último momento en la dinámica de la persecución de este fantasí, viene representado por las imágenes de las postales que forman parte del “harem colonial” de Malek Alloula (7) .

Se trata de un ensayo en el que Malek Alloula analiza lo que denomina “sous-erotisme”, un subproducto del erotismo, concebido para aparentar un ambiente orientalista y que tomaba a las prostitutas para representar a las odaliscas (8) en las postales de aquél período histórico que rememora los albores de la colonización francesa. En su obra compara esta producción fotográfica con la manufactura del guano (9)…

Pero algunas de estas mujeres, tienen una mirada que va más allá, dice, del objetivo, más allá de nosotros que las miramos, una mirada perdida que deja entrever una trágica pérdida, que si bien no podemos restituir, sí podemos sentir. ¿Qué camino, qué drama les llevó allí, ante nuestras miradas? Se sabe que esta “mirada voyeur”, que desde hace mucho tiempo se creyó que era fruto únicamente del expolio que implicó la colonización, hoy es la misma que la que tienen los nativos de aquéllas tierras, idéntica (10).

Durante todo este tiempo, un siglo y medio, y puede ser mucho más tiempo aún, las mujeres, fueron sustraídas de los espacios públicos, relegadas a espacios de visibilidad tales como los que recreó la pintura o captó la fotografía, citadas, a menudo, como sombras fugaces o cuerpos hieráticos desde la perspectiva del observador.

Entonces, nos formulamos la siguiente pregunta ¿Acaso las mujeres que vemos, verdaderamente, son ellas mismas?

Amina Sbooui, en una puesta en escena que lleva a cabo con destreza, no sólo es la que se muestra, la que es observada, sino que a su vez es la que mira. Al otro lado del objetivo, hay alguien que mira, con el que se establece un deliberado intercambio de intenciones. La de Amina, no se trata de la imagen de un fantasma, sino de la de su protagonista que escribe un slogan sobre su pecho desnudo, la imagen de una mujer árabe. Hace pues, un trabajo de deconstrucción del discurso tradicional en dos direcciones. En primer lugar se trata de una proclamación de empoderamiento sobre su propio cuerpo y de su imagen, apartándolo del intercambio social, para darle un significado político, erigiéndose en un paradigma del funcionamiento simbólico, y por lo tanto político de una sociedad perturbada, “revolucionada”.

¿Mostrar el cuerpo en honor a quién? De los hombre del clan, de la sociedad que ellos dirigen. Esta proclamación que escribe sobre su pecho desnudo, descompone la percepción habitual, la del mero voyeur.

Con la imagen que nos muestra Amina vemos a una mujer que decide mostrar su cuerpo y organizar la percepción que se pueda tener de ella, alejada de las “bellas Fátimas” del ensueño que conlleva el Orientalismo y dándole la espalda a las normas que conminan a las mujeres a obedecer la ley de la “awra”. Amina da un paso al frente y decide colocar su cuerpo en el meollo del debate político en curso, de lo que está en juego, que lleva el nombre de revolución.

Para aprehender el alcance del gesto de Amina, se pueden hacer algunas referencias para aclarar la presencia política de las mujeres.

“Un auténtico nacimiento”.

Frantz Fanon ponía en evidencia las transformaciones que acompañaron la irrupción de las argelinas en la guerra de Argelia: “Es una auténtico nacimiento en estado puro, sin propedéutica. No hay un personaje a imitar. Hay, una intensa dramatización, sin diferencia alguna entre la mujer y la revolucionaria (11).”

Es interesante volver a leer este análisis para subrayar la importancia del gesto de Amina Sboui, que va más allá de su connivencia con las acciones del grupo de protesta feminista ucraniano, Femen.

Aún se pueden tomar en consideración las palabras de Fanon, que pone el acento en aquello que están en juego en la calle y en la sociedad argelina y que “es” una suerte de metamorfosis de la mujer en lucha: “Los hombros descubiertos de las argelina sin velo”. Sus andares, ligeros y estudiados, ni demasiado rápidos, ni demasiado lentos, con las piernas desnudas, no ocultas tras el velo, sino expuestas, con las caderas al aire”.

La argelina que entra desnuda en la ciudad europea hace suyo su propio cuerpo, lo conquista, lo reubica en este contexto social de una manera totalmente revolucionaria. Esta nueva dialéctica del cuerpo y del mundo es capital cuando hablamos de la mujer (12) ”.

Danza liberadora para las mujeres.

¿Cómo comprender el surgimiento repentino de las mujeres en la revolución?

Jacques Berque describe las ceremonias de celebración de la independencia como un momento, al mismo tiempo, de fundación del movimiento y de reconquista de un espacio político que hunde sus raíces en un pasado anahistórico. Se trata de una escena fundadora pues, a través del surgimiento de lo inesperado, de lo imprevisto: “En esta exaltación de la fiesta por la independencia y de la danza liberadora que lo acompaña, la mujer había sido desde hace tiempo, o mejor dicho desde no hace tanto, su organizadora.

La mujer revela al historiador, una época, en la que sale de su gruta, grita y gesticula, tras haber luchado por la participación de las que no tienen voz, de las marginadas, de aquéllas que son objeto de amparo y se las supone rodeadas de tabúes (13) . Se trata pues de la aparición en la escena de aquéllas que han permanecido ocultas, de las mujeres que lucharon y ganaron de este modo, una legitimidad al considerarse a sí mismas, individuos, y a ser reconocida como tales.

Pero ¿Cómo efectuar un análisis de la irrupción pública de la mujer, cuando verdaderamente nada permitía preverla, y que ni si quiera el movimiento nacionalista había tenido en cuenta y que sin embargo ahora está obligado a tomar en consideración, renunciando a la pretensión de devolver a las mujeres “al lugar del que no debieron salir”?

Jacques Berque apunta a la evolución de una sociedad en la que las mujeres abandonan, en ciertos estratos sociales, al menos, especialmente en las ciudades, las estructuras patriarcales. Para mostrar el “nudo” del problema, él precisa que los argumentos del discurso han sido superados por la realidad vivida: “La poligamia, la reclusión no son más que un tema de propaganda. Y, sin embargo, durante el 13 de mayo (14) , cuando los medios de información, de manera sesgada, muestran a mujeres musulmanas a cara descubierta, el atentado que se lleva a cabo contra ellas es de gran magnitud. Se grita ¡violación! Concretemos, lo que se está violando, no es a la mujer, que tras mucho tiempo ha conquistado el derecho mostrarse tal cual es, sino la idea del velo, de su significado de protección. Que nadie se equivoque, mientras que la polémica prende los velos de las ánimas que los portan, las mujeres magrebíes así ataviadas, ocultando su nacionalidad, en general y a diferencia de los hombres, sólo sufrieron los efectos indirectos del imperio” (p.14).

Por ello, el problema no es el velo, pero sí lo que simboliza, su significado, es decir la cuestión de cómo “el otro”, el observador, decodifica el mensaje que se emite desde el lado de la mujer que lo lleva.

Hay que volver al contexto de caída de velos en el curso del mes de mayo de 1958, cuando las mujeres “musulmanas” se quitaron el velo y en alguna ocasión lo quemaron en público, ante los ojos de la comunidad musulmana y de otras comunidades diferentes y ante los objetivos de periodistas que tomaron la instantánea para la metrópoli.

¿Fue un acontecimiento?, ¿De qué tipo? ¿Cómo interpretar este gesto de las mujeres, aunque hubieran sido inducidas a hacerlo? ¿Acaso si no hubieran llevado a cabo aquél gesto se hubiera hundido en parte sus ansias de libertad?

El argumento que los promotores del golpe de Estado de mayo de 1958 desarrollaron quedó barrido por la construcción de la historia de la Argelia independiente y de aquéllo ahora no queda casi nada (15) . A día de hoy podemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Acaso estas mujeres fueron espoleadas o instrumentalizadas para llevar a cabo aquel gesto o por el contrario la iniciativa partió de ellas mismas?

A veces parecían estar molestas por ir “desnudas”, mostrando su cuerpo en medio de los discursos y la formulación de proyectos. Aunque, también, en ocasiones, se las veía con una actitud decidida, que recordaba la de las mujeres que se alojaban en la Casbah y subían a las azoteas desnudas para desafiar desde allí a los hombres.

En el texto de Berque, este “espacio central” no ha sido abandonado, más bien al contrario, ha sido ocupado de nuevo, y está en otro lugar que permite restablecer el vínculo con otras articulaciones de la sociedad, con otras dimensiones, con otros roles, confiscados a las mujeres, reivindicados por ellas ya en el momento de la celebración de la independencia o al anunciar reivindicaciones futuras: “Puesto que las mujeres tenían aún con otras heridas que vengar, antes que las provocadas a la patria.

Sin duda la femineidad ultrajada preparaba futuras revanchas contra el varón. Ciertamente era su deseo, tan fuerte hasta el punto de ignorar la causa nacional en la celebración del día de la independencia, siendo aprovechado por algunas para afirmar su condición de mujer, su sexo y de alma, los cuales habrían de sustraerse de apropiaciones patrióticas

La mujer ofrece un desbordamiento, un excedente en el significado de aquella celebración, aumentando, en la actualidad su liberación pública, hasta el punto de sorprender, de ahuyentar su propia “felicidad beneficiaria”. Un gesto colectivo que a estas alturas, o si se quiere, en estos niveles de profundidad, la mujer lo tiene por sagrado. Todo su cuerpo, por momentos, se convierte en imprecación o en bendición.

Se las ha visto recientemente sobre las azoteas de la Casbah, se las vio incluso en las de Fez, desafiando al hombre con su desnudez. La terrible exhibición, que no tiene nada de fiesta galante, fuerza a los varones a extirpar de lo más profundo de ellos mismos la rabia de destruir y de crear, trascendiendo si fuera menester sus tabúes.

En el cielo polvoriento y caluroso, aumentan los youyous (16) como si fuera el flujo de agua de las mangueras sobre las llamas de un incendio. Un grito ambiguo que puede traducirse en pena o alegría según los casos. Un clamor que participa, decimos en una dialéctica donde se evita la antítesis simplista del sí y del no, de bien y del mal”.

Esta escena simbólica supera un único marco histórico. El desafío de la mujer, cuerpo y grito, ubicado en un espacio que va más allá de la Historia.

Amina, como las otras mujeres que saltan a la palestra ¿está en este mismo registro? Ella aspirar a controlar lo que quiere representar y su gesto podría entroncarse con aquél momento que evoca Jacques Berque. Con su actitud Amina anula el estereotipo de mujer velada, una suerte de fantasma al que atormenta con su imagen, dotando a la mujer de visibilidad en la política. Pero el problema que ello provoca, la « revolución » que suscita en el actual momento revolucionario, dice mucho más que eso. El hecho de que Amina haya sido arrestada y juzgada por ello, dice mucho sobre la perturbación que su gesto provoca.

Sólo en estos momentos en los que el mundo se mueve y se agita convulso, es cuando un gesto de este tipo se convierte en posible y puede escapar al confinamiento semántico : nadie puede decir que Amina pone en escena la desnudez de su cuerpo más allá del ámbito político. Lo mismo ocurre con la egipcia Aliaa Magda Elmahdy, que retoma el estereotipo del desnudo femenino, con rosa roja prendida en su cabello, zapatos rojos…para sintetizarlo y con ello destruir el espectro, la fantasía que busca la mirada del observador.

Aún no se ha calibrado suficientemente la violencia que provocan tales escenografías del cuerpo desnudo.

Cuerpos explotados.

Assia Djebar, en el apéndice de “Mujeres de Argelia en su apartamento (17) ”, describe el problema de las jóvenes que transportaban y ponían bombas. “Se trata de preguntarse si al salir del harem, eligieron por puro azar su modo de expresión más directo, poniendo bombas ¿Acaso no es una contradicción reivindicar la visibilidad de sus propios cuerpos y atacar a otros cuerpos mediante estos artefactos destructivos? De hecho ellas sacaban bombas como si sacaran sus propios pechos, y estas granadas les estallaron en sus propias manos” (p.163).

Era el tiempo de las luchas armadas de liberación. Cincuenta años después, con las primaveras árabes, ya no se apuesta por la violencia, pero existe una determinación y un impulso que nada puede parar. De ahí la denominación de “Primavera Árabe”, además de referir el momento en que se anuncia el levantamiento y súbita aparición del acontecimiento.

Pero, al mismo tiempo que hay una exigencia general del conjunto de la sociedad, las mujeres llevan a cabo un proyecto que, se inscribe plenamente en la conmoción general.

Por lo tanto no es original, si lo comparamos con otros registros de escenografía que pudieran ser coincidentes, como los llevados a cabo como el grupo de las Femen. Sin embargo, más allá de comparaciones, hay que valorar en su justa medida el gesto de ruptura que implica para éstas mujeres árabes las acciones que han llevado a cabo, animadas por la memoria de antiguas luchas, especialmente las de las independencias, no sólo las mujeres tunecinas, sino también, y de forma menos visible, y quizás más puntual, puesto que la relación de fuerzas está lejos de estar a su favor, las egipcias, sirias o libias, todas ellas, mujeres que trabajan para emerger como individuos que aspiran a protagonizar su propia vida.

El ejemplo de la construcción de su propia imagen, pasa por mostrar la desnudez de su cuerpo, una escenografía de lo femenino alejada de ideas preconcebidas. Una imagen que no es periférica, sino que se halla en núcleo del debate, en el corazón mismo de la idea de revolución.

Amina Sboui o Aliaa Magda Elmahdy, que construyen una identidad fotográfica que pasa por la exhibición de sus cuerpos, llevan a cabo otras actividades en otros lugares y momentos, siguiendo propuestas como las de las Femen. Pero ellas, no quieren ni pueden limitarse exclusivamente a ello, sino que consagran su reivindicación de la identidad femenina, a los lugares a los que pertenecen, a los países de la Revolución.

Mondafrique.

1 .- Partido político argelino creado en 1989 que pretendía una islamización social. Ganó los comicios municipales en 1990 y fue declarado ilegal en 1992 ante un eventual triunfo en las elecciones generales. Este hecho generó una respuesta violenta constituyéndose el Ejército Islámico de Salvación. (NdT).

2 . – Partido político islamista de Túnez. Significa “renacimiento”. (NdT).

3 . – Cf. L´Express, publicado el 11/03/2013 (NdA)

4 . – Cf. Artículo sobre la secularización. (N. del A).

5 . – “Pero también todas las mujeres jóvenes aceptan ir a Siria para hacer la yihad del sexo…” (N. del A).

6 .- “Y di a las creyentes que bajen la vista con recato, que sean castas y no muestren más adorno que los que estén a la vista, que cubran su escote con el velo y no exhiban sus adornos sino a sus esposos, a sus padres, a sus suegros, a sus propios hijos, a sus hijastros, a sus hermanos, a sus sobrinos carnales, a sus mujeres, a sus esclavas, a sus criados varones que carecen de deseo, a los muchachos que desconocen aún el cuerpo de la mujer. Que ellas no batan con sus pies sus adornos ocultos de modo que se éstos se descubran” Corán, Sura An-Nur (La Luz) 3. Traducción y comentario de Mohammad Hamidullah, con la colaboración de M. Léturmy, Amana Corporation, Marylan, USA, 1989. (NdA)

7 . – Alloula, Malek, “Le harem colonial, images d´un sous-érotisme”, Ed. Slatkine-Garance, Géneve-Paris, 1989. (NdA).

8 .- Esclava de un palacio en el Imperio otomano, asistente de las concubinas del sultán. (NdT).

9 . – Es un fertilizante que se obtiene de la combinación de excrementos de murciélagos, aves y focas, propicio para terrenos áridos.(NdT).

10 .- Cf; Assia Djebar, “Femmes d´Alger dans leur appartement”, Ed. des Femmes, 1980, Pstface. (NdA).

11 .- Frantz Fanon, “L´Algérie se dévoile”, L´An V de la révolution algérienne, Paris, François Maspero, 1962, reeditado bajo el título de “Sociología de una revolución”, página 38.

12 .- Ibid., p. 47-48

13 . – Jacques Berque, La dépossession del mundo, Seuil, 1964, p. 14. Esta escena, que se recrea en las revoluciones árabes, muestra un radical e increíble avance a través del gesto de la bloguera Aalia Magda Elmahdy, transmitido por las “mujeres árabes”. (NdA).

14 . – El 13 de mayo de 1958 tuvieron lugar movimientos insurreccionales en Argel. Los manifestantes rodean el edificio del gobierno de Argel. (NdT).

15 . – Cf. Malika Rahal, “Les manifestations de mai 1958 en Algérie ou l´impossible expression d´une Le retour de Général de opinion publique “musulmane”, “Mai 1958: Le retour du général de Gaulle”, bajo la dirección de Jean-Paul Thomas, Gilles Le Béguec, et Bernard Lachaise, Presses Universitaire de Rennes, 2010, p 39-48.

16 .- Los youyous, son un tipo de grito agudo que articulan algunas mujeres, especialmente del África del norte y subsahariana para manifestar emociones de alegría o pesar, especialmente durante la celebración de matrimonios o funerales. En cada región recibe un nombre diferente. (NdT).

17 . – Assia Djebar, “Femmes d´Alger dans leur appartement”, Ed. Des Femmes, 1980.(NdA).

Traducción y Notas: Antonio Vázquez

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