Como muchas mujeres en Argelia infectadas por sus esposos con el VIH, Sihem, de 30 años de edad, es una víctima doble, por un lado tiene que vivir con su enfermedad y por otro se ha convertido en una paria social.
Infectada por su marido a los 20 años, Sihem ha pasado una década viviendo con el estigma que conlleva estar infectado con el VIH en Argelia.
«Me divorcié y me fui con el VIH. Mi marido le dijo a todo el mundo que tenía SIDA”, nos cuenta con los ojos empañados en lágrimas y su voz entrecortada.
A los ojos de la sociedad argelina, ella es a la que se debe culpar por la ruptura matrimonial, mientras que su ex marido se mantiene «por encima de toda sospecha», explica Sihem que usa un nombre falso para contar su historia.
Al igual que en muchos otros países musulmanes conservadores, en Argelia una mujer con VIH es la que ha traído la vergüenza y la deshonra a su familia, independientemente de sus circunstancias.
Los familiares encubren las muertes relacionadas con el SIDA, dando otras causas, y las personas con VIH son rechazadas si sus infecciones se hacen patentes.
En 2014, Argelia registró 845 casos de infección por VIH, 410 de ellos mujeres, con un total de 9.100 casos registrados oficialmente en el país desde finales del año pasado.
La mayoría de las mujeres contrajeron la enfermedad a través de sus maridos, según el programa de las Naciones Unidas sobre el VIH / SIDA, (UNAIDS).
Las mujeres fueron entrevistadas de forma anónima por la AFP, ya que de lo contrario, permanecen en silencio, conscientes de que la sociedad argelina las juzga como culpables.
Para las mujeres infectadas, «el SIDA es un símbolo de deshonra, dando lugar a sentimientos de rechazo y estigmatización», explicó Adel Zeddam, director del UNAIDS en Argelia. Algunas mujeres se alejan de los centros de tratamiento, en sus áreas, por temor a ser reconocidas y se quedan sin la atención médica adecuada.
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Fundación Sur