El 5 de septiembre está prevista la apertura en Botsuana de una mina de diamantes valorada en 4.900 millones de dólares. La mina se ubica en la Reserva de Caza del Kalahari Central, la tierra ancestral de los últimos cazadores bosquimanos de África, y se inaugura justo diez años después de que el Gobierno afirmara que no había “planes de abrir una mina en ninguna parte dentro de la reserva.”
Poco después de que se descubriera que el subsuelo de la reserva era rico en diamantes en la década de los años 80, se dijo a los bosquimanos que tenían que marcharse de allí. Pero el Gobierno de Botsuana ha negado en repetidas ocasiones que las expulsiones ilegales y forzosas de los bosquimanos del Kalahari, que se llevaron acabo en 1997, 2002 y 2005, tuvieran relación con los depósitos ricos en diamantes. Es más, justificó las expulsiones de los bosquimanos de su tierra en nombre de la “conservación”.
Sin embargo en el año 2000, el ministro de Minerales, Energía y Agua de Botsuana declaró a un periódico nacional: “El realojamiento de las comunidades de basarwas [bosquimanos] [de la Reserva de Caza del Kalahari Central] es para allanar el camino a la Mina de Diamantes proyectada en Gope”. Por su parte, los bosquimanos explicaron en 2002 a Survival International, el movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas y tribales: “El ministro de Asuntos Exteriores, el General Merafhe, vino a la reserva y nos dijo que teníamos que trasladarnos por los diamantes.”
La apertura de la mina demuestra también que el compromiso de Botsuana con la conservación se reduce a una cuestión de imagen. El Gobierno afirma falsamente que la presencia de los bosquimanos en la reserva es “incompatible con la conservación de la vida salvaje”, mientras permite que una mina de diamantes y la exploración por medio de la fracturación hidráulica (fracking) sigan adelante en su tierra.
Fuente Survival International