Las Madrasas Subsaharianas, por Antonio Molina

6/07/2009 | Bitácora africana

Paseaba yo en los alrededores del mercado de Bobo-Yulaso, segunda ciudad de Burkina, de pronto veo salir un enjambre de chiquillos de un edificio vecino de la mezquita. Cada chaval llevaba una lata abierta, bastante grande en la mano. El aspecto general era sucio, pobretón, desarrapado. Además, a través de las estrechas “ganduras”- pequeñas túnicas que fueron blancas al estrenarlas,- se adivinaba la delgadez de los chicos, testimonio de hambres pasadas, presentes y venideras.

Pregunté a mi acompañante y me explicó que eran los alumnos de la Madrasa o Medersa –la escuela coránica- que salían de clase y se desparramaban por la ciudad para mendigar de todo: Dinero, frutas demasiado maduras o verdes, restos de comida y alguna bebida dejada a mitad olvidada sobre alguna mesa de bar: Coca, refrigerantes o cerveza. Me precisó, que el dinero era para el maestro, el “kalantigui” lo llaman los malienses en su lengua bámbara. La comida se la repartían o se la intercambiaban entre condiscípulos.

CULTURAS ORALES

Las culturas africanas, en particular en el área subsahariana, se caracterizaron desde siempre por la ausencia de escritura. Tradicionalmente los conocimientos eran transmitidos oralmente. Había una clase de personas, que podríamos llamar “trovadores” –los “griotes y griotas”, según que fueran hombres o mujeres, que además de amenizar con sus músicas las fiestas y veladas, estaban encargados institucionalmente de conservar, con reglas nemotécnicas de ellos solos conocidas, las genealogías y las crónicas de los reinos y de las familias importantes. Así de generación en generación fueron transmitidos los datos relativos a la historia de muchos pueblos. Hasta la llegada de los comerciantes árabes con su alfabeto y en la época colonial, los europeos con el alfabeto latino, no se pudieron transcribir estos poemas, genealogías, cuentos e historias populares. Se debe a los misioneros, conocedores de las lenguas indígenas, las primeras gramáticas y vocabularios.

También la fijación de los sonidos según la norma de la fonética internacional.

ALTO PORCENTAJE DE ANALFABETISMO

Estas circunstancias explican porqué en la actualidad África sea uno de los continentes con más altas tasas de analfabetismo, situación que tiende a mejorar, gracias a la iniciativa de la ONU, que en 2000 incluyo la educación como uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de modo que para 2015 todos los niños y niñas del mundo puedan terminar el ciclo de Primaria y para los jóvenes y adultos organizando cursos de Alfabetización, si posible con el método de Paulo Freire de la Alfabetización Concientizadora, que integra la vida real y sus problemas en dicho curso, motivando más a la gente.

CAUSAS QUE PUEDEN HACER FRACASAR EL PROYECTO

Diversas circunstancias pueden obstaculizar alcanzar este objetivo en África, el aislamiento y la pobreza, el crecimiento demográfico que se enfrenta a la escasez de maestros, profesores y monitores suficientemente preparados pedagógicamente, las disparidades de género para el acceso a la educación, a lo que se añade la diversidad de sistemas educativos, sin contar con los conflictos armados y las enfermedades, auténticas pandemias, como el sida, la malaria, la tuberculosis, el cólera y otras propias de la infancia, como el sarampión, la meningitis, y la peor de todas: la desnutrición.

La educación de las niñas es más difícil en países donde impera la mentalidad patriarcal de que las mujeres están destinadas a ser amas de casa, madres fecundas y esposas sumisas. Otras barreras culturales se encuentran en países islámicos, que discriminan a las niñas. También el miedo de los padres de que sus hijas sean violadas por los mismos maestros.

QUÉ SE ESTUDIA EN LAS MADRASAS

Los niños aprenden el alfabeto árabe y algunos rudimentos de la lengua, que les permitan aprender de memoria las cinco “suras” –capítulos obligatorios. Normalmente deberían asimilar la mentalidad musulmana con sus valores religiosos, morales, sociales y culturales. El Islam establece el derecho a la identidad cultural y religiosa y considera a la educación como una prioridad esencial de los niños y las niñas, pero, a pesar de que el primer mensaje del Islam es “LEE”, un alto porcentaje de la población es analfabeta.

DOS MODELOS EDUCATIVOS QUE SE IGNORAN

La enseñanza religiosa se contrapone al modelo educativo laico preferido por la mayoria de los estados africanos, herencia del período colonial europeo, aunque adaptado a las necesidades culturales de los africanos.

Al estar ausente la educación religiosa de los sistemas escolares nacionales, la escuela coránica y la catequesis cristiana son las únicas soluciones para los padres preocupados por la educación religiosa de sus hijos.

De Este modo, los alumnos siguen dos tipos de educación de forma simultanea, aprovechando las vacaciones para memorizar algunos textos y preceptos coránicos, por lo general las suras más cortas.

La mayoría de los países reconocen el aporte de las escuelas coránicas – madresas- en la lucha contra el analfabetismo y la difusión de la escolarización entre los niños, en particular entre los sectores más pobres y menos escolarizados, por ser la población marginalizada de los suburbios y de las aldeas, que no tienen acceso a otro tipo de escolarización.

UNA EXPERIENCIA PERSONAL ORIGINAL

En algunos países, es el caso de Burkina Faso, se mantiene la RELIGIÓN en el programa de Secundaria. A mi me aconteció, al principio de mis años de trabajo en la parroquia de Tugán, diócesis de Dedugú, tener una clase de religión en el Liceo Público Estatal (Colegio Nacional). La mayor parte de los alumnos eran musulmanes, pero no había profesor musulmán de religión. Yo me preguntaba qué hacer. Gracias a mi buena amistad con el Imán de la mezquita, fui a visitarlo y aconsejarme con él. Mi actitud dialogante le agradó sobremanera. Nos pusimos de acuerdo sobre el tema del curso: La ORACIÓN. Todos rezamos, musulmanes y cristianos. De modo que a lo largo del curso fui explicando lo que es rezar. Orar y las diversas clases de oración: adoración, acción de gracias, súplica, contemplación, etc…Los textos y ejemplos alternaban: un salmo de la Biblia hacía eco a una sura del Corán, los poemas de San Juan de la Cruz se daban la mano con la poesía de Yunus Enre, el místico sufí turco, llamado el “enamorado”.

Todos aprovechamos mucho de aquella enseñanza “macroecuménica”, como diría Dom Pedro Casaldáliga, el obispo poeta. Al final de curso, el Imán me invitó una tarde a su casa y allí me encontré con un grupo de padres de alumnos, que querían agradecerme y felicitarme por haber enseñado a sus hijos a rezar. Yo no pedí permisos a nadie para actuar de esa manera. A lo peor me habrían prohibido hacerlo.

Autor

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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