Las implicaciones de Jammeh en el proyecto del SIDA

7/03/2007 | Opinión

El Presidente del Estado del este de África, Gambia, Yahya Jammeh ha vuelto a sorprender al mundo entero. Esta vez no ha sido su afirmación de haber encontrado reservas de petróleo y minerales en Gambia, ni su amenaza con enterrar a los ciudadanos de Gambia a seis pies de profundidad, tampoco es la promesa de convertir Gambia en un paraíso económico, sino que su impactante anuncio del día ha sido que ha encontrado una cura para la enfermedad del SIDA.

El Presidente, tras revelar su descubrimiento espiritual a un grupo selecto de diplomáticos extranjeros, personal médico, otros grupos interesados y personal del Ministerio de Salud, informó a la audiencia que su tratamiento es una combinación de palabras del sagrado Corán y brebajes de hierbas. Sin perder más tiempo, ni esperar a la reacción de la comunidad científica o diplomática, Jammeh empezó a establecer una agenda para poder recibir a su primer grupo de pacientes con SIDA. Desde entonces, su tratamiento experimental ha empezado a generar polémica en todo el mundo, como mostrará este artículo.

Este comienzo de los tratamientos en serio, con pacientes que supuestamente tienen SIDA, por parte del Presidente Jammeh, ha dejado perplejo a todo el mundo, especialmente, a la comunidad médica y científica, que ha estado trabajando durante años, sin haber encontrado una cura para esta pandemia. La noticia ha provocado que los periódicos y foros online de Gambia no puedan encontrar palabras para describir el repentino anuncio del Presidente. Muchos no se lo creían y se reían cuando recibieron la noticia, mientras que otros llegaron a llamarle demente, loco y raro.

Además, las noticias hicieron que a medios occidentales como Sky News de Reino Unido, les resultase irresistible enviar algún reportero a Gambia, para entrevistar al Presidente, sobre estas afirmaciones. Esa entrevista se hizo mientras el Presidente estaba tratando a uno de sus pacientes, con hierbas locales. Su reacción ante el reportero de Sky News muestra que el Presidente estaba incómodo, porque no estaba dispuesto a compartir sus pruebas o la falta de las mismas para convencer, no solo al mundo, sino también a sus pacientes del descubrimiento de su tratamiento. Por un momento, la entrevista mostraba la arrogancia del Presidente, que normalmente exhiben los dictadores africanos, que piensan que no tienen que rendir cuentas ante nadie, ni siquiera ante la comunidad internacional, cuanto menos ante su pueblo.

Otros medios de comunicación occidentales, como The Star Tribune, de Minneapolis, en el Estado de Minnesota, The Seattle Post, en Seattle, en el Estado de Washington, entre otros, valoraban la afirmación del Presidente describiéndola como rara e “inusual”. Se cita textualmente al Presidente diciendo: “Hagas lo que hagas siempre va a haber escépticos, pero te lo puedo asegurar, mi método es infalible, lo mío no es un argumento, lo mío está comprobado. Es una realidad. Yo puedo curar el SIDA y lo voy a hacer”.

La conducta del Presidente deja ver un hombre seguro de sí mismo y que parece enfadado. La periodista Emma Hurd parece desconcertada y realmente impresionada por la respuesta tajante del Presidente, sin ninguna prueba científica de su absurda afirmación.

Mientras en el mundo siguen desconcertados por esta insólita afirmación, no sólo de un hombre con cargo de Presidente, sino de alguien que ni tiene formación médica ni tiene ninguna licencia para practicar la medicina, aumenta la preocupación por el impacto que pueda causar este tratamiento en los pacientes, supuestos enfermos de SIDA. La mayor preocupación es que el Presidente haga que sus pacientes dejen de tomar los medicamentos antirretrovirales, que son, de todos los conocidos hasta el momento, los más efectivos contra la enfermedad del SIDA.

Estas medicinas tan caras son parte del paquete de ayudas que ha dado gratis el Banco Mundial, a través de Fondo Global para el Tratamiento del SIDA, la Tuberculosis y la Malaria, a cientos de pacientes infectados con el virus de VIH, en Gambia. Se dice que estos medicamentos son muy caros en el resto del mundo, y muchos Gobiernos africanos no pueden permitirse la adquisición de los mismos para la cada vez mayor población con SIDA en sus países. Los activistas para la lucha contra el SIDA en Gambia temen que si más pacientes dejan de tomar su medicación, entonces el Fondo Global dejará de respaldar a esta gente que necesita desesperadamente el tratamiento para mantener viva su esperanza.

Otro peligro, y probablemente el más inquietante, sobre la declaración completa del Presidente Jammeh, es el impacto que su promesa de dar tratamiento puede tener sobre miles de madres y sus hijos pequeños infectadas con el virus del SIDA, en Gambia. El VIH/SIDA se conoce no sólo por destruir sistemáticamente todo el sistema inmunológico humano, sino que también tiene otras consecuencias sobre la sociedad.

Es evidente que muchos pacientes enfermos de SIDA viven sin la más mínima esperanza para hacer algo con su vida. Se despiertan cada día pensando en su muerte y en cómo podrían lograr algún día no verse aislados y deshumanizados por los miembros de su propia familia, simplemente porque son víctimas del SIDA. La mayoría de estas víctimas son bebés y niños inocentes, que no tienen esperanza ni para salir a jugar al patio con otros niños, cuanto menos de obtener una educación decente, simplemente porque están enfermos un día si y otro no, y algunas veces no tienen ni unos padres sanos que cuiden de ellos, y mucho menos que les procuren las necesidades básicas de la vida.

La magnitud de la angustia emocional de vivir una vida sin esperanza, en cualquier ser humano, especialmente en los padres, es como mínimo, inconmensurable. Debido a este impacto emocional de dar a cientos de víctimas inocentes una falsa esperanza de curarse del SIDA, muchos se preocupan y ponen en duda la afirmación del Presidente Jammeh. ¿Habrá pensado el Presidente en el impacto psicológico que el método de su tratamiento a fuerza de equivocarse podría tener sobre la vida de estas personas? ¿Ha pensado en la confusión y el deterioro que su anuncio tendrá sobre los activistas que trabajan incansablemente para luchar contra el SIDA y mostrar a los gambianos de la calle los peligros de su terrible enfermedad?

Es más, ¿Sería capaz el Presidente de entrar en las casas de la Sociedad de Apoyo de Santa Yallah y otros grupos locales de acogida de enfermos de SIDA, mirar a los ojos de los centenares de víctimas, y prometerles una cura para el virus que ha llevado sus vidas al precipicio de la muerte? ¿Puede devolver la esperanza a estas jóvenes madres inocentes, con sus bebés muriendo literalmente antes de tiempo por las privaciones a las que se enfrentan cada día? ¿No tendría sentido para cualquier ser humano decente el tener algún tipo de prueba de la cura de esta terrible enfermedad, antes de hacer declaraciones públicas?

Finalmente, es normal que el mundo reciba este tipo de publicidad con escepticismo, especialmente, si viene de una persona no iniciada científicamente. Lo que resulta aún más anómalo es que estas declaraciones vienen de un Presidente que domina un entorno político permisivo con este tipo de misterios, y de pruebas sin corroborar tratadas como incuestionables. El apoyo incondicional del Ministerio de Sanidad de Gambia y del Secretario de Estado sin ninguna prueba científica de su efectividad, realmente es vergonzoso para nuestro sistema de salud pública.

Los más prudente que podría haber hecho el doctor Tamsier Mbowe, el Secretario de Estado para la salud, dar el beneficio de la duda al Presidente y su afirmación, pero atenerse a las evidencias científicas y actuar con prudencia ante este arriesgado comportamiento, hasta obtener pruebas científicas de la cura. El Secretario debería haber aconsejado a su mando supremo que el país y sus ciudadanos tendrían más credibilidad y asistencia técnica si hubiera alguna evidencia del remedio. El Consejo de Investigación Médica, MRC, uno de los mejores institutos de investigación en medicina de África del oeste, debería haber intervenido para determinar si era verdad, que el método del Presidente había dado con la tan necesitada cura para el virus del SIDA, que la ciencia moderna no ha descubierto aún. Esta manera profesional y madura de manejar la aseveración del Presidente hubiera dado a nuestro país el beneficio de la duda, respeto, y una publicidad positiva ante el mundo, sobre esta polémica afirmación.

Es importante decir para terminar, que Gambia tendría mucho que ganar si fuera verdad que uno de sus ciudadanos hubiera encontrado la cura para este virus mortal, pero por el momento y hasta que se demuestre los contrario, esto no ha causado más que vergüenza y publicidad negativa, cuya combinación de ambas hace que nuestros orgullosos ciudadanos se escondan.

Demba Baldeh

Nota del editor: En este enlace se puede acceder a la entrevista de Jammeh, a la que hace alusión el autor.

http://news.sky.com/skynews/video/videoplayer/0,,31200-hurd_p2623,00.html

http://www.startribune.com/389/story/1030812.html

Publicado el 7 de marzo de 2007 en el periódico ‘The Gambia Echo’

Fundación Sur

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