Las guerras han causado mucho daño a África, pero también han contribuido a una gran mezcla genética

11/11/2009 | Opinión

La falta de derechos de la ciudadanía está destruyendo África, así se pronunciaba en su informe el Open Society Institute (OSI) fundado por el multimillonario George Soros, una fundación que persigue la creación de gobiernos democráticos, la promoción de los derechos humanos y el fomento de reformas económicas, legales y sociales.

En el informe, publicado en Kampala, la fundación declaraba que el rechazo a los derechos de la ciudadanía ha provocado devastadoras consecuencias humanas.

Millones de africanos que carecen de ciudadanía se ven privados del derecho al voto, a cruzar fronteras y a acceder a servicios estatales de sanidad y educación.

También se destaca la cifra record de 12 millones de africanos desplazados que sufren internamente las consecuencias de esta situación. No obstante, la realidad es mucho peor.

Estas personas también sufren otros delitos como la violación (incluso a manos de las fuerzas de las Naciones Unidas).

En la República Democrática del Congo (al igual que en Kenia durante las violentas agresiones postelectorales de 2008, y recientemente en Guinea), la violación se está convirtiendo en una industria a media escala fomentadora del terror.

Después de esto, el tormento de los refugiados africanos y de los expatriados puede que no sea en vano.

En 1990, los refugiados ruandeses organizados bajo el Frente Patriótico de Rwanda en Uganda se enfrentaron al régimen de Kigali, que se había negado a repatriar a los refugiados que se encontraban dispersos por todo el África oriental. Finalmente, tomaron el poder en 1994.

Los primeros exiliados ugandeses (principalmente aquellos establecidos en Kenia y Tanzania) improvisaron un frente unido dirigido por Julius Nyerere y junto con el ejército de Tanzania, derrocaron al dictador Idi Amin en 1979.

Los refugiados se pueden beneficiar de las libertades que les ofrece el país de acogida en aras a preparar y ejercer presión en el régimen del país de origen para modificar sus procedimientos de actuación o para acabar con su poder.

Pero existen más beneficios, posiblemente más ventajosos, beneficios que van más allá de esto.

La mayor parte de las víctimas del conflicto son campesinos o trabajadores, que nunca habrían viajado más allá de sus aldeas o de su región de origen.

Para poder encontrar un asilo en calidad de refugiados o personas desplazadas dentro del país ya sea en distritos o estados lejos de su hogar, tienen que pasar por zonas nuevas, descubrir diferentes culturas y conocer un mundo del que nunca podrán disfrutar en sus respectivas zonas de origen, ni siquiera en tiempos de paz.

Así es, la población se sumerge en la amargura fruto de las humillaciones y del sufrimiento que padecen por ser refugiados o personas desplazadas, y en ocasiones adopta una actitud radical en busca de saciar la venganza que sienten hacia sus opresores cuando las cosas cambien. No obstante, también acaban siendo personas muy cosmopolitas y de mucho mundo.

Uganda y Kenia son un claro ejemplo.

Amin ha sido el responsable directo de la práctica endogámica entre ugandeses y keniatas (a excepción de aquellos que habitan en las zonas fronterizas).

Miles de ugandeses, incluidos aquellos que pertenecen a la élite de su sociedad, muchos con sus familias, huyeron a Kenia en exilio.

Crearon un nuevo grupo seleccionado de jóvenes varones y mujeres que se casaron dentro de su localidad.

Puede que esto les parezca insensible, pero dado que esta práctica se ha vuelto muy común en toda África, pienso que los refugiados y las personas desplazadas dentro de su país están mejorando su genética en África al emparejarse con las personas que pertenecen a las sociedades del lugar que han adoptado como asilo.

Me sorprende el gran número de personas con nombres ugandeses y la gran cantidad de keniatas que conozco que viajan a zonas remotas de Uganda para visitar sus abuelos y tías o tíos ancianos.

Cuando uno se casa con alguien que procede de una ciudad o una aldea de la que nunca ha oído hablar, entonces pasa a ser un ciudadano global. Eso es algo de lo que uno puede presumir.

Por Charles Onuango-Obbo

Charles Onuango-Obbo es el editor ejecutivo del grupo Nation Media.

Publicado en el The East African, Kenia, el 26 de octubre 2009.

Traducido por Marta Herencia Valiente, para la Fundación Sur.

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