El Dr. Pierre Sans es un psiquiatra jubilado, que dedica su jubilación a ejercer la psiquiatría en numerosos países de África. Ahora publica un artículo muy crítico con el trato a los enfermos mentales en África.
¿Qué artículo es ese y qué nos revela del trato a los enfermos mentales?
El artículo se titula Psychiatrie et maladie mentale en Afrique: l’omerta continue. Su posición es clara: la enfermedad mental sigue siendo el pariente pobre de los sistemas de salud africanos. Solo un puñado de establecimientos, a menudo dirigidos por clérigos o humanitarios, intentan atender a pacientes de los que nadie quiere oír hablar. África tiene, como en todas partes, entre un 5 y un 7 % de enfermos mentales, de los que casi nunca hablamos. Ya en 2018 publicó un libro, Fous d’Afrique, l’omerta, en el que intentaba llamar la atención sobre la “ley del silencio” que se aplica a estos pacientes en África.
¿Cuál la actitud de los africanos hacia los enfermos mentales?
Muchos africanos consideran las enfermedades mentales como una intervención de Dios, de los malos espíritus, o bien como un castigo de los ancestros. En los escasos centros de atención a estos pacientes, el personal es escaso y demasiado poco o nada formados. En África el doctor Sans descubrió que los pacientes pueden ser encadenados o golpeados, tratados con dosis masivas de drogas, que noquean a los pacientes. Mi experiencia coincide en varios aspectos con la del doctor Pierre Sans: En Juba, capital de Sudan del Sur, donde viví durante unos 10 años, fui capellán de la prisión. Allí encontré a algún loco encerrado con los demás presidiarios, porque no había otro sitio donde tenerlo. También vi, en el patio de la cárcel de mujeres, a una mujer supuestamente peligrosa, denuda y encadenada a una losa de cemento inamovible.
¿Se ocupan los misioneros de los enfermos mentales?
El doctor Sans nos dice haber encontrado estructuras de apoyo para enfermos mentales, a menudo bajo el ala de la Iglesia Católica, o benefactores occidentales; aunque algunos de estos centros le han causado decepción cuando algún líder carismático, nada cualificado, intentaba controlar dictatorialmente alguno de dichos centros. También encontró algún lugar dirigido por las Hermanas de la Caridad, mujeres valientes que habían pasado por graves acontecimientos políticos y luchas internas, para defenderse del famoso líder carismático mencionado anteriormente, que pretendía controlarlas. Allí, el doctor pudo trabajar bien, en libertad, en una situación de total independencia y transparencia. También trabajó con niños autistas, acogidos por voluntarias, la mayoría de las veces mujeres jóvenes, que nunca hablaban de religión, pero que removían cielo y tierra para que el doctor pudiera diagnosticar niños con autismo, porque el autismo está presente en África como en otros lugares. Y, lamentablemente todavía se asocia, demasiado a menudo, con una maldición divina o se considera brujos a los niños autistas.
Bartolomé Burgos
CIDAF-UCM