Las dos Tanzanias, por Gabriela Pis SanJuan

2/03/2015 | Bitácora africana

En la antigua capital tanzana la vida cotidiana gira en torno a las carreteras principales, que son dos. Los mejores barrios son aquellos que tienen mejor acceso a ellas; los comercios más prósperos son los que están situados junto a estas vías. La vida en las carreteras, caótica y muy transitada, es un buen ejemplo para reflejar las dos caras de un mismo país.

Andando por Dar es Salaam te puedes cruzar con un dala dala (bus municipal) lleno de gente hasta la bandera, con la puerta abierta y un señor que con la mano a través de la ventanilla sujeta a una mujer que va situada en el hueco de entrada del autobús. Niños que cuando entran de la mano de su madre van pasando de brazos en brazos de aquellos que en ese momento están sentados. Lo mismo sucede con ruedas, cubos, y cualquier objeto con el que alguien se suba. Este transporte cuesta unos 20 céntimos por viaje, y es el utilizado por el grueso de la población para moverse por la ciudad.

Entre los transportes populares se encuentran también los piki piki o boda boda, mototaxis que están por todas partes, y que normalmente van ocupados por tres personas sin casco y algún tipo de mercancía. No tienen muy buena fama en cuanto a la seguridad pero son bastante accesibles para el bolsillo. Para los no tan atrevidos existe otro: el bajaji, una mezcla entre moto y carro con tres ruedas en el que caben hasta cuatro personas, y que por un precio un poco más elevado puede llevarte lejos y evitar los temibles atascos de Dar.

Pero en la misma carretera, los dala dala, los piki piki y los bajaji comparten espacio con amplios todo terreno y coches importados. Son menos, llevan aire acondicionado y su destino final son oficinas y casas con alguien encargado de abrirles la puerta.

Son las dos Tanzanias. La Tanzania de unos pocos que tienen mucho y la de una mayoría que tiene muy poco. Hablando no sólo de bienes materiales, sino de otras cosas que no deberían depender del poder adquisitivo, como el acceso al sistema sanitario y a la educación. Estas dos Tanzanias sólo se cruzan en la vida diaria en sus continuas relaciones jerárquicas: personas con pocos recursos que trabajan como chóferes, personal de seguridad, jardineros, niñeras o empleados de hogar de los que tienen muchos.

Ambas partes también comparten costumbres y aficiones, pero siempre en ambientes en los que pueden distinguirse “dos países en uno”. Como en España, aquí beber alcohol es un acto social por excelencia, la cerveza y el cognagi se beben con cualquier excusa en las dos Tanzanias: unos lo hacen en los bares locales, otros acuden a establecimientos en los que hay que pagar entrada y existe una mezcla intercultural con los mzungus, que suelen frecuentar estos lugares. La gran mayoría de la población comparte también la obsesión por el teléfono móvil, el cual todo el mundo mira, utiliza y porta en la mano las 24 horas del día: unos llevan un Nokia que salió al mercado hace una década y otros tienen móviles de última generación con Internet y fundas de colores chillones. Casi todas las mujeres llevan peinados, pelucas y trenzas de todas formas y colores: unas van al salón más caro de su zona y otras se las hacen en el barrio, entre las vecinas. Todo el mundo celebra los nacimientos, las bodas y los funerales, importantes eventos que en ocasiones duran días, en los que todos comen pollo, arroz, y verduras, unos comprado en un catering y otros en el sokoni (mercado local).

Al final del día, cuando se corta la electricidad, todos duermen a oscuras y sin ventilador, y nadie puede cargar sus móviles, antiguos o de nueva generación. Pero cuando unos enferman de malaria, de la que nadie escapa aquí, saben que con tres días de pastillas bastará y para otros supone la muerte en una semana.

Estas son las dos Tanzanias.

Una Mzungu en Tanzania

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Autor

  • Pis San Juan , Gabriela

    Gabriela Pis San Juan , periodista especializada en información internacional y temas de África subsahariana, migrante y amante de la lectura. Actualmente escribe en blogs personales y otras publicaciones, y colabora en el área de comunicación de SOS Racismo Madrid.

    Puedes conocer su trabajo más de cerca en la web

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