Como consecuencia de una querella presentada por la familia del piloto francés del Falcon 50 del Presidente ruandés Juvénal Habyarimana, se inició el 27 de marzo de 1998 la investigación sobre el mayor atentado político de finales del siglo XX, cometido el 6 de abril de 1994; atentado que desencadenó el genocidio contra los tutsi en Ruanda.
Recordatorio de los hechos: El miércoles 6 de abril de 1994, el avión presidencial regresaba de Dar-es-Salaam y fue derribado por el disparo de dos misiles cuando se acercaba al aeropuerto de Kanombe de Kigali. Murieron sus 12 ocupantes: dos Presidentes (de Ruanda y de Burundi), el Jefe de Estado mayor del ejército ruandés y dos altos oficiales, un asesor del Presidente, el médico personal, dos ministros burundeses y los tres miembros franceses de la tripulación.
Desde el principio se han enfrentado dos tesis sobre la autoría de este atentado: una acusa a los extremistas hutu del asesinato de Habyarimana, excesivamente blando con los tutsi, a fin de desencadenar el genocidio, y la otra señala a Paul Kagame y al FPR, para hacerse con el poder por las armas. Aunque parezca insólito, no se puso en marcha ninguna investigación promovida internacionalmente y tampoco el TPIR [Tribunal Penal Internacional para Ruanda] ha querido ocuparse de ello. Solo Francia, acusada por Kigali de ser cómplice del genocidio contra los tutsi, ha abierto una investigación judicial.
En noviembre de 2006, el juez Jean-Louis Bruguière lanzó 9 mandatos de arresto contra personalidades próximas de Kagame, a quien acusa de estar detrás del atentado del 6 de abril. Ruanda rompió a causa de esta decisión judicial francesa las relaciones con Francia, que se reanudarán en noviembre de 2009. La jefa de protocolo de Kagame, Rose Kabuye, es detenida e interrogada por los jueces sustitutos de Bruguière, Marc Trévidic y Natalie Poux en noviembre de 2008. Rose Kabuye pudo acceder al dossier de instrucción y los acusados ruandeses pudieron tener abogados.
Los jueces franceses fueron autorizados a practicar un peritaje balístico en septiembre de 2010; interrogaron a seis de los sospechosos, entre ellos a James Kabarebe, en terreno “neutro”, en Bujumbura. Se levantó el mandato de arresto que pesaba sobre ellos, aunque siguen imputados. En la primavera de 2011, el juez Trévidic afirmaba que “Esté donde esté la verdad en este dossier, el problema está en que ha estado politizado; no se trata de un combate entre Estados, sino de una investigación judicial”. La ambición del peritaje balístico residía para los jueces en extraer elementos de prueba tangibles y el conocimiento del lugar desde donde se dispararon los misiles podría permitir identificar de qué lado actuaban los que los dispararon.
Presentación de las conclusiones del informe balístico:
El 10 de enero los expertos que acompañaron a los jueces Trévidic y Poux en la investigación presentaron sus conclusiones ante unas 30 personas (partes civiles, abogados de los sospechosos) en una sala del Tribunal de gran instancia de París. Trévidic hizo la presentación global del informe de más de 300 páginas, pero fueron los expertos, cada uno en la parcela de su competencia, los que lo desentrañaron. Aparecieron, según ellos, cuatro certezas:
– El avión fue derribado por un misil SA-16 (SAM 16), de fabricación soviética.
– Hubo dos disparos de misil; uno falló, el otro acertó.
– Los reactores no quedaron afectados.
– El ala izquierda fue la afectada.
A partir de estos elementos, la misión de los expertos, que estuvieron en Ruanda del 12 al 17 de septiembre de 2010, consistía en determinar el lugar desde donde se dispararon los misiles. 6 lugares posibles quedaron definidos. La posición ideal era Masaka, pero fue excluida por los expertos tras la audición de tres testigos (un militar francés y dos médicos belgas) que oyeron los silbidos de los misiles, algo imposible si eran lanzados desde Masaka, y porque desde este lugar la parte alcanzada habría sido no el ala izquierda sino el reactor. Otra hipótesis rechazada por los expertos fue el establo de cerdos de la parcela del Presidente asesinado. En este supuesto, el misil habría alcanzado el ala derecha. Los expertos estiman, en consecuencia, que “probablemente” los misiles partieron de una de las dos posiciones situadas en el campo militar de Kanombe, “el disparo de los dos misiles, el segundo de los cuales derribó el Falcon 50 presidencial, pudo haber sido realizado desde el campo de KANOMBE, a proximidad de las casas de los cooperantes belgas”.
Los expertos opinan también que los misiles fueron disparados por gente especializada, ya que su manejo exige una formación importante; son también formales en afirmar que fueron dos los tiradores.
Reacciones ante las conclusiones
Gobierno ruandés
Inmediatamente después del anuncio de las conclusiones de los expertos, el régimen de Kigali, que durante todos estos años se opuso a cualquier investigación al respecto, cantó victoria, ya que según su interpretación quedaba claro que los autores del atentado fueron los “extremistas hutu” y la tesis que apuntaba hacia una autoría del FPR quedaba invalidada. La ministra de Exteriores sentenció que ello significaba “el fin de 17 años de negacionismo y de mentiras” y el ministro de Justicia no dudó en señalar a las antiguas fuerzas armadas ruandesas del campo de Kanombe como los verdaderos responsables del atentado. “Ha quedado ahora claro que el atentado contra el avión era un golpe de Estado llevado a cabo por elementos hutu extremistas y sus consejeros que controlaban los cuarteles de Kanombe”. (Declaración de la Ministra de Exteriores a Jeune Afrique)
Prensa
La mayoría de los medios occidentales dieron la noticia y presentaron las conclusiones del informe balístico como prueba de la exculpación de la participación del FPR en el crimen. El caso estaría cerrado y el FPR blanqueado y libre de toda sospecha y culpa. El 12 de enero, la ASBL (Asociación sin ánimo de lucro) Jambo alertaba sobre las conclusiones precipitadas de una lectura parcial y partidista del informe, a la par que condenaba “una campaña mediática que se está organizando para designar a los culpables y absolver a los sospechosos antes de que termine el trabajo de la justicia”. Jambo defiende que se deje trabajar al juez y llama a la colaboración para que la verdad aparezca, “sean identificados los culpables y llevados ante la justicia”.
Colette Braeckman
C. Braeckman, periodista del Le Soir y Le Monde Diplomatique, fue quizás la primera persona, reputada como experta en cuestiones de los Grandes Lagos, que en 1994 atribuyó la responsabilidad del atentado del 6 de abril a los elementos ultra del régimen hutu, e incluso apuntó la hipótesis de una complicidad de elementos franceses. En su Blog en un texto titulado “Rwanda: une vaste opération d’enfumage”, afirma taxativamente que “la comunicación del informe de los expertos exonera al FPR de la acusación”, que durante 15 años se ha difundido con los mandatos de arresto del juez Bruguière y en varios libros y escritos. Se ha producido un gran vuelco, según ella, en las investigaciones, y se hace eco de la esperanza de que la causa contra los inculpados por Bruguière, dentro de tres meses, sea sobreseída. Colette Braeckman opina que el informe significa “la deconstrucción de la investigación de Bruguière”; no duda en acusar a universitarios como André Guichaoua y Claudine Vidal o periodistas como Pierre Péan de haber caído en auténticas redes de desinformación, creadoras de cortinas de humo. El profesor Filip Reyntjens no escapa tampoco a la acusación de haber participado en maniobras oscuras. Colette Braeckman pronostica que surgirán de nuevo “revelaciones” de disidentes del FPR, a las que no duda en calificar de puras maniobras de distracción. Ahora se muestra exultante porque cree que el informe acredita su tesis.
Théogène Rudasingwa
Théogène Rudasingwa, fue Secretario general del FPR, embajador de Ruanda en Estados Unidos y Jefe de Gabinete y hombre de confianza del presidente Kagame. El 1 de octubre de 2011 hizo pública en su página Facebook una “Confesión”, en la que, entre otras cosas, acusaba a su antiguo patrón Kagame de haber planificado y ordenado el atentado contra Habyarimana. Inmediatamente después de tener conocimiento de las conclusiones del informe balístico, Rudasingwa ha afirmado que mantiene plenamente lo expresado en su confesión, esto es, que Paul Kagame en persona le reconoció ser el responsable de la destrucción del avión de Habyarimana. “El hecho de que los misiles hayan sido disparados desde el entorno de Kanombe no significa de ningún modo que Kagame no ha cometido el crimen; el hecho de que los misiles eran de origen soviético constituye un elemento esencial para determinar quién es el verdadero culpable”. “Confirmo con fuerza el espíritu y la letra de mi confesión del 1 de octubre. El informe del juez Trévidic no ha desmentido en nada lo que dije (…), aunque Kigali trata de sacar de contexto este asunto para cantar victoria. (…) Vamos a seguir trabajando para que Kagame responda de este crimen y de otros actos criminales”.
Las FDU y RNC
Las FDU-Inkingi (Fuerzas Democrática Unificadas, cuya presidenta Victoire Ingabire está encarcelada en Kigali) y RNC (Congreso Nacional Ruandés, partido creado por disidentes del FPR) comparten la opinión de que el responsable último del atentado del 6 de abril es Paul Kagame. Consideran que el régimen de Kigali está orquestando una campaña mediática para deformar las conclusiones del informe balístico. La investigación del juez Bruguière concluía que los misiles fueron disparados por un comando del FPR desde una granja situada en Masaka en Kanombe. Los expertos en balística contradicen esta versión y dicen que el misil “pudo” ser lanzado desde otro lugar de Kanombe, un campo militar del ejército ruandés. Pero el informe se limita a determinar el probable lugar desde donde se dispararon los misiles, para nada se ocupa de la identificación de los autores. El campo de Kanombe es muy vasto, señalan estos partidos, ¿era impenetrable?, ¿no era posible una infiltración? “Teniendo en cuenta el nivel de infiltraciones y del despliegue de agentes secretos en la ciudad de Kigali y alrededores – señalan FDU y RNC – por parte de la rebelión, no albergamos duda alguna de que el FPR estaba capacitado para montar semejante operación a partir de cualquiera de los seis lugares posibles estudiados”. El comunicado conjunto, firmado por Nkiko Nsengimana por parte de las FDU y por Théogène Rudasingwa por parte de RNC, termina denunciando que “esta campaña de blanqueo mediático lanzada por el régimen de Kigali, señalando a los extremistas hutu trata de desviar la atención de la comunidad internacional de los verdaderos problemas del país que está en el borde del abismo”.
André Guichaoua
André Guichaoua es un sociólogo, profesor universitario y uno de los expertos que habitualmente es requerido por el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, en Arusha, para colaborar con la justicia. El día del atentado del 6 de abril estaba en Ruanda. Junto con Claudine Vidal, experta también sobre temas ruandeses, contribuyó a que la obra de Abdoul Ruzibiza “L’Histoire secrète de Rwanda” fuera publicada. El testimonio de Ruzibiza ha constituido una base importante de la instrucción del juez Bruguière que imputa el atentado al FPR. Esta versión de los hechos ha sido calificada por Guichaoua como “cierta”. Guichaoua, preguntado por Le Monde se alegra de que el dossier haya tomado un nuevo impulso gracias a nuevos elementos hasta ahora inéditos. Pero, afirma “es preciso que las hipótesis que implican estos nuevos elementos sean validadas; me parece bien que el juez Trévidic haya fijado un plazo de tres meses para abrir la vía de procedimientos contradictorios, investigaciones complementarias o procedimientos en apelación. Luego deberá pronunciarse sobre la cuestión que todos queremos saber ¿Quiénes son los autores del atentado?”. A la pregunta de cómo se siente, tras haber afirmado que Kagame estaba en el origen del atentado, ante este informe, contesta que tiene la impresión “de que muchos discursos que se están manteniendo son un tanto abusivos, cuando en realidad el informe no indica quiénes son los autores y no exculpan a los que hasta ahora están imputados. Eso no significa que no puedan serlo, pero hay que respetar el ritmo y procedimientos de la justicia”. “Después de leer este informe sigo planteándome algunas peguntas. (…) Una tesis es que la familia política del presidente estaría en el origen el atentado; sólo el coronel Sagatwa, hermanastro de la viuda, podría haberlo organizado, pero resulta que murió en el atentado. Resulta complicado dar crédito a esta idea. La segunda tesis es la de los oficiales extremistas, pero resulta que el jefe de estado-mayor murió también. Yo no creo que fueran “djihadistas” y que se hayan sacrificado por la causa. Así que espero con impaciencia que se avancen elementos para probar estas tesis”. Luego Guichaoua pone de relieve que el TPIR nunca ha querido ocuparse de este asunto y que las autoridades ruandesas se han opuesto siempre a que el TPIR lo abordara.
Bernard Lugan
Bernard Lugan ha intervenido como testigo experto en diversos procedimientos judiciales del TPIR. Con relación al tema que nos ocupa ha reaccionado al menos en dos ocasiones, el 11 y el 14 de enero. Señala en primer lugar que no se trata de conclusiones de los jueces sino simplemente de un informe elaborado por expertos en balística a los que los jueces habían encargado de aclarar la cuestión del lugar desde donde pudieron lanzarse los misiles. Se trata, pues, de un documento más de un voluminoso dossier, de una etapa en el procedimiento judicial, que nada dice sobre quién sí o quién no atentaron contra el avión y de ningún modo – según Lugan – convierte en obsoleta la instrucción del juez Bruguière. Ha quedado demostrado, afirma Lugan, que el ejército ruandés no disponía de misiles SAM 16, tal y como ha quedado establecido en el TPIR, y “la trazabilidad de estos artefactos se ha reconstituido: fabricados en URSS, formaban parte de un lote de 40 misiles SA 16 IGLA entregados unos años antes al ejército ugandés”. La tesis que sostiene que el atentado fue obra de extremistas hutu para poder desencadenar un genocidio ya programado es débil ya que el TPIR no ha sido capaz de establecer que existiera “entente” (organización acuerdo, programación previa”) para cometer genocidio. La tesis de la responsabilidad del FPR fue la que el juez Bruguière retuvo, basándose, aunque no exclusivamente, en declaraciones y testimonios que le ofrecieron detalles de la operación. El testigo principal, Ruzibiza, se retractó, pero semanas antes de su muerta volvió a declarar confirmando su primer testimonio (que también había presentado al TPIR). La única novedad de los expertos en balística concierne la “probabilidad” de que el lugar del lanzamiento fue el campo de Kanombe y no la granja de Masaka como planteaba Bruguière. “Los jueces Trévidic y Poux deberán ahora confrontar este informe pericial con los otros elementos del dossier”, sostiene Lugan. Concretamente deberá resolver la cuestión de los casquillos de los dos misiles encontrados en Masaka y comparar el informe con los abundantes testimonios recogidos en el dossier, que con gran precisión dan muchos detalles del lugar de tiro, Masaka, nombres de los que dispararon, marca y color de los vehículos utilizados para transportar los misiles desde Uganda hasta el cuartel de la APR en Kigali. Los jueces darán su informe, dentro de varios meses. “Hasta entonces todo no es más que especulación, desinformación y propaganda”. Bernard Lugan afirma conocer el campo Kanombe, y niega que constituyera el “santuario” de la guardia presidencial de Habyarimana; “no puede excluirse que un comando FPR se haya introducido en él”. Insiste Lugan en que Ruzibiza prestó testimonio bajo juramente ante el TPIR y volvió a reiterar las declaraciones que anteriormente había hecho al juez Bruguière y cómo antes de fallecer volvió a confirmarlas, desdiciéndose de su retractación forzada por el miedo.
Hervé Cheuzeville
Al día siguiente de la presentación del Informe, Hervé Cheuzeville expresa su sentimiento de indignación por las informaciones que van apareciendo. “Es la publicidad dada a las conclusiones de los ‘expertos’ del juez Trévidic lo que me saca de mis casillas”; según esta publicidad fueron extremistas hutu los que derribaron el avión de Habyarimana y no los hombres de Paul Kagame. Los grandes medios – se indigna Cheuzeville -, haciéndose eco de la propaganda kagamista dicen que las conclusiones contradicen la tesis oficial sostenida desde 1994. Nada más lejos de la verdad, ya que la tesis permanentemente publicada por los grandes medios ha sido siempre la de achacar la muerte de Habyarimana a sus colegas extremistas hutu. Ha sido más tarde cuando se ha ido abriendo paso la tesis de la responsabilidad del FPR, a partir de la instrucción judicial del juez Bruguière.
Hervé Cheuzeville pone de relieve que “todos los testigos confirman el pánico y desorganización que cundieron las horas que siguieron la muerte de Habyarimana; la falta de preparación e improvisación del relevo hace inverosímil la tesis de que el núcleo extremista hubiera programado la eliminación del presidente. Por el contrario, apunta Chezeuville, “ofensiva general lanzada por el FPR, no tuvo nada de improvisada”. “No es inconcebible que soldados del FPR hayan podido aproximarse del aeropuerto para disparar contra el avión en fase de aterrizaje”. La procedencia soviética de los misiles es también un hecho que avalaría la tesis de la implicación del FPR en el atentado, ya que el ejército ruandés no los poseía y sí Uganda, base logística de donde se abastecían las tropas del FPR.
Hervé Chezeuville sitúa el informe de los expertos en el contexto de los esfuerzos de Sarkozy en favor de una reconciliación franco-ruandesa, impulsada por el ministro de exteriores Kouchner. Esta reconciliación también interesaba a Kagame con el que hasta sus amigos anglosajones y escandinavos comenzaban a distanciarse. Chezeuville señala que la condición que Kagame puso a este acercamiento fue que París desactivara de algún modo la instrucción de Bruguière y recuerda que Kigali siempre se había opuesto a cualquier investigación sobre el atentado del 6 de abril, para ahora cambiar de actitud y preparar la visita de los jueces y expertos franceses.
Jacques Myard (UMP)
Jacques Myard fue miembro de la comisión parlamentaria francesa que en 1998 investigó durante 6 meses el genocidio ruandés. Considera la “verdad” que pretende extraerse del informe balístico “tiene un fuerte sabor a verdad de circunstancias, por no decir diplomática y olvida demasiado pronto los elementos que acusan al presidente Kagame”.
Johan Swinnen
Johan Swinnen es un antiguo embajador de Bélgica en Ruanda, de 1990 a 1994. A preguntas del semanario Le Vif Express sobre lo que se conoce del informe Trévidic ha considerado que es inaceptable “extrapolar como lo hacen algunos, señalando ya a los asesinos”. Invitado a expresar su convicción íntima sobre el atentado, contesta: “No me atrevo a pronunciarme. Quizás los extremistas hutu. Pero yo no excluyo un escenario maquiavélico del FPR. (…) ¿Quería hacerse con todo el poder? Como era minoritario, no quería oír hablar de elecciones”. Según él el debate está “truncado, ya que quien emite un matiz o formula una cuestión es tildado inmediatamente de revisionista y negacionista”; se muestra en consecuencia harto de antagonismos basados más en ideologías que en hechos.
Régis Soubrouillard – Marianne
El informe Trévidic no cierra el dossier y es prematuro sacar conclusiones definitivas. Resulta prematuro hablar de un vuelco total, porque, si bien el informe aporta elementos técnicos inéditos, no exonera totalmente a Kigali. Por otra parte el informe pericial no tenía por objeto identificar a los autores de los lanzamientos de misiles sino únicamente localizar el lugar desde donde fueron lanzados. El hecho de que los misiles fueran de fabricación rusa, que exigen un cierto grado de formación técnica para su uso, plantea algunas preguntas. Y la tesis de que los autores hayan podido ser los hutu extremistas no disipa varias zonas de sombra. Ciertamente el campo de Kanombe era un campo de las FAR, pero ¿era impenetrable? La investigación debe proseguir. Ya Théogène Rudasingwa, secretario general en 1994 del FPR ha reclamado poder aportar al juez Trévidic verdadera información sobre el atentado y desea subrayar que del hecho de que los misiles fueron lanzados desde Kanombe no se puede deducir que Kagame no haya cometido ese crimen; que el hecho de que los misiles sean de origen soviético es un elemento de gran importancia para dar con el verdadero culpable del atentado.