Se llama Cheikh Omar Seydi. Estudió filosofía en la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar, pero desde hace ya unos cuantos años se inclinó por el periodismo. Negro, de etnia balante por parte de madre y peul por parte de padre, delgado, más bien bajito. Cuando lo vi por primera vez hace unos días en un restaurante de Kolda vestido con su ropa de colores chillones no podía ni imaginar que su vida y la mía ya se habían cruzado una vez.
Lo conocí de casualidad. Aunque como bien me dijo luego el propio Seydi metido en su lado más filosófico, «le hasard n’existe pas, mon frère». Yo había ido hasta Kolda para escribir una serie de reportajes sobre la crisis alimentaria y, estando allí, me habían recomendado el chez Koumba por la calidad de su carne. Al final resultó que este restaurante me guardaba una sorpresa mucho mejor que sus excelentes brochetas. Era de noche. Sentado en una silla de plástico en la calle para combatir el intenso calor, él bebía una cerveza. Nada más llegar, me lo presentaron. «Mira, este es Seydi, periodista igual que tú». Cuando me dijo que era el corresponsal en Kolda del periódico Sud Quotidien desde hacía siete años, se me encendió una lucecita por algún lado.
«¿Tú no habrás escrito en 2007 un artículo sobre el naufragio de un cayuco en el que viajaban jóvenes de Kolda?», le pregunté. Entonces Seydi me miró orgulloso y, tras darse unos segundos de suspense, respondió. «Claro que sí. Y lo recuerdo como si fuera hoy, jóvenes de esta región que habían ido a buscar El Dorado». Y comenzó a recitarme el contenido de aquella noticia que había escrito cuatro años y medio atrás.
Aquella nota periodística, que yo leí por Internet en octubre de 2007, fue el primer contacto que tuve con un naufragio que me llevó hasta el sur de Senegal y luego se convirtió en el libro Los Invisibles de Kolda, que publiqué con fotos de Magec Montesdeoca en 2009. Cuando le conté, Seydi no se lo podía creer, no sabía nada de hasta dónde había llegado su artículo. Y se emocionó. Me dijo, «tenemos una gran responsabilidad con nuestro oficio, Pepe, siempre ser rigurosos, siempre contar la verdad, nunca sabemos hasta dónde va a llegar una historia». Y yo asentía, emocionado también.
Pasamos una noche increíble, charlando y charlando. Y al día siguiente volvimos a vernos. Él me dio detalles que yo no conocía, como que el organizador del viaje (personaje que aparece en el libro y que iba pueblo por pueblo recabando candidatos al cayuco en una motocicleta) había acabado en prisión precisamente porque Seydi lo había denunciado a la policía; y yo le di detalles que él no conocía, como que había un joven que no subió a la patera porque estaba demasiado llena y que gracias a ello pude recuperar la fecha exacta de la salida del cayuco.
Intenté por todos los medios transmitirle a Seydi lo importante que era para mí haberlo conocido. Le dí las gracias una y mil veces por haber escrito aquel artículo, por haber contribuido a que esta historia oculta de la inmigración clandestina saliera a la luz, por haber iniciado un camino que yo retomé para poner rostro y nombre y apellido a este drama que sufren casi siempre de manera anónima miles de jóvenes africanos, por su compromiso con la verdad y con el periodismo. Aquella noche le prometí que escribiría un artículo sobre nuestro encuentro. Está mi promesa cumplida. Y él se comprometió a hacer lo mismo. Veinticuatro horas después, lo tenía en mi correo electrónico y a continuación lo reproduzco. Les dejo con Cheikh Omar Seydi, un grande:
DEUX JOURNALISTES, UN DESTIN
Kolda 02 Avril2012. En cette période très ensoleillée, un seul roi règne au fouladou : la canicule, 43à 44 degrés à l’ombre tous les jours jusqu’à la tombée de la pluie. Une chaleur suffocante m’étouffe chez moi malgré la forte ventilation intra domiciliaire. Je décide alors d’aller faire les cent pas. Il est 20h30 au restaurant Koumba Baldé. Que peut-on faire sinon que prendre de la boisson fraiche et palabrer avec les connaissances, histoire d’égayer les sens très mis à mal par la furie de la température tropicale. Entre ces moments de lutte contre la canicule avec une gazelle bien fraiche survinrent trois silhouettes de race blanches : deux femmes Carlota et Maimouna bien familières. Le troisième est un homme d’une quarantaine d’années. Après les salamalécs d’usage, Carlota passe à la présentation bien sur après m’avoir invité à regagner leur table. Ce que j’accepte avec un énorme plaisir puisque c’est pour moi un autre moyen de soulager ma conscience torturée à la fois par la chaleur, la réflexion et les grands défis qui assaillent mon pays. Je découvre aussi mon hôte du jour : José Naranjo alias PEPE. La barbe bien fournie, homme svelte, chaleureux et particulièrement attachant. Un humaniste tout court.
De fil à aiguille la discussion s’installe et s’intensifie sur fond de philosophie . nous nous découvrons mutuellement. En fait, Pepe est journaliste espagnol alors que son vis-à-vis est journaliste sénégalais. Et la particularité est que les deux grattes -papiers ont écrit sur le même mal : l’ immigration clandestine et ses conséquences.
C’est donc la rencontre de l’homme du Sud et celui du Nord. Ah ! le sud et le nord ! C’est-à-dire le point de départ et le point de chute des migrants. Et dans ce sillage Pepe mon confrère et plus que frère a écrit un livre intitulé :les invisibles de Kolda ,tandis que Cheikh Omar Seydi lui avait fait un long papier en Avril 2007 sur les 140 jeunes du Fouladou qui ont péri en haute mer.
Engloutis à jamais par l’océan à cause de cette recherche effrénée de l’eldorado Espagnol. Un eldorado imaginaire !fictif, qui, pour ces morts n’en sera jamais et à jamais un. Quel gâchis !
Cependant la responsabilité est collective. Gouvernants du sud et du nord ont la plus grande part de responsabilité. Il faut assumer. Et, travailler fondamentalement à éviter d’autres drames.
Ceci en créant des emplois pour retenir les jeunes dans leurs terroirs . Car il n’existe d’eldorado que de mirage. L a vie est belle partout et difficile partout .Mais que chaque jour est une vie. Il faut donc travailler à la beauté des choses ,c’est la seule clé du succès .Cela nous parait plus cohérant et plus pertinent que ces nombreux plans sans résultat :Frontex ou autres… Encore que les migrants eux même une fois aux pays ne tiennent pas forcément un langage de vérité à leurs frères restés sur place. Quel dommage !
Original en Guinguinbali