Las “4” prioridades de J. Kabila: de la palabra a los hechos

30/07/2010 | Opinión

Se acabó la fiesta. Es necesario volver a la tierra, enfrentarse a la realidad y proyectarse en el futuro. ¿Cuál ha sido la alternativa surgida a través de toda esta ceremonia [de celebración de los 50 años de independencia de la RDC] cuyo propósito era retomar el segundo soplo y empezar con más determinación y compromiso el “segundo cincuentenario”? El discurso del presidente de la República ha respondido en gran parte a este interrogante. Ha fijado cuatro prioridades para dar un nuevo impulso a la gobernanza y orientar la Nación congoleña hacia un futuro mejor. Cuatro prioridades que son, entre otros, programas urgentes. Pero, ¿con qué hombres? ¿Con qué ánimo? La primera impresión dejada por el discurso del jefe de Estado es que la hora de los discursos con un simple efecto de anuncio forma parte del pasado. Ahora hace falta pasar de las palabras a los hechos.

El cincuentenario, como ha dicho el presidente de la República Joseph Kabila Kabange, “es un momento de evaluación”: apreciar lo que se ha hecho, insistir sobre las insuficiencias antes de decidirse sobre aquello que debe de ser hecho en vista de asentar las bases de un nuevo impulso para un país siempre mejor que antes.

También, en su discurso de circunstancias, el jefe de Estado ha hecho un análisis de la situación general del país. Pero se ha fijado cuatro prioridades que darán incontestablemente un nuevo impulso a la acción del estado si se establece una buena gobernanza.

Se trata de las siguientes prioridades: segundas elecciones generales, puesta en marcha de grandes reformas, rehabilitación de infraestructuras y revolución moral.

Segundas elecciones generales: el jefe de Estado reitera su determinación a consolidar el proceso de democratización comprometiéndose a mantener el proceso electoral. Llama a todas las partes interesadas a poner todo en marcha para que las elecciones tengan lugar sin falta. Es decir, en las fechas previstas. Un compromiso que no deja indiferente a los socios exteriores, los cuales no pierden ninguna ocasión para plantear esta cuestión, dando la impresión de ejercer presión sobre Kinshasa.

Grandes reformas: El presidente Kabila ha reafirmado que su “ambición es que la RDC se convierta en un remanso de paz en el corazón de África y una fuerza de estabilización de la región de los Grandes Lagos. La paz para el Congo desde luego, pero también para todos los países que nos rodean”. Se trata de un reto a destacar y que descansa sobre el éxito de la puesta en marcha de grandes reformas a emprender. El presidente de la República ha hablado de la reforma del Ejército, la Policía, los Servicios secretos, de la Justicia. Estos sectores son el zócalo de todas las instituciones republicanas y el fundamento mismo del Estado. El camino para que tenga éxito la integración regional y hacer de la RDC una “potencia económica” pasa por ahí.

Rehabilitación de infraestructuras: Joseph Kabila ha puesto un acento particular aquí sobre el vasto programa de 5 obras. Lejos de ser un eslogan, se ha convertido en una realidad. Pero el desarrollo no se limita solamente a la modernización de infraestructuras urbanas, sino a la rehabilitación de ellas desde la base. He aquí porque esa acción debe extenderse a las provincias que disponen de más de 65% de la población activa.

Revolución moral: por último, la cuarta prioridad de Joseph Kabila recae sobre el rearme moral. Cuando el 6 de diciembre de 2009 el jefe de Estado hizo el estado de la Nación, había fustigado las “5” plagas que bloquean el desarrollo de la Nación: corrupción, malversación, intolerancia, indisciplina, desorden financiero.

En su último discurso hasta la fecha añadió el saqueo de las riquezas, el tribalismo y la violación. Es decir, que el mal es profundo y que hace falta emprender una terapéutica de caballo para sanar el mal. Es necesario sacar adelante una verdadera “revolución moral” sin la cual ningún cambio es posible.

LAS CUADRAS DE AUGÍAS

Estas prioridades no son otra cosa que objetivos a destacar. De ahí la cuestión de saber si el presidente de la República guarda algún as en su manga para hacer frente a estos obstáculos, no menores.

El proceso de democratización es un ejercicio donde, en este impulso de ambición legítima de ejercer el poder, los políticos deben respetar las reglas del juego y ponerse al servicio del Estado y de la población. Pero a menudo la obsesión de los privilegios del poder conduce a derrapes significativos. Lo que sucede en Burundi y Ruanda debería permitir a la RDC evitar el mismo escenario.

Las reformas, en cuanto a ellas, exigen voluntad política para que sean puestas en marcha y tiendan hacia el éxito. En el momento en que se preparan a organizar las segundas elecciones generales, para hacer de la RDC una gran potencia, ¿hay una voluntad política de dotar a la RDC de una armada nacional apolítica, profesional y disuasiva? Ha llegado el momento de responder a este interrogante puesto que el cruce, la mezcla, han fracasado. Además de todo ello, el clientelismo, el regionalismo y la politización de la Armada, pero también la Policía y los Servicios secretos constituyen verdaderas gangrenas.

En lo que concierne a la rehabilitación de infraestructuras, un estado de situación de aquello que ha hecho hasta el momento permitirá repensar la metodología de trabajo. Puesto que el desarrollo es tributario de las infraestructuras, la ejecución de este programa debe abandonar los senderos repletos de “eslóganes” por más concentración en el terreno en la óptica de una buena ejecución del programa.

A fin de cuentas, la cuestión fundamental es saber con qué hombres va a ejecutar el presidente Kabila estas prioridades. Es un hecho innegable que hay un verdadero problema de recursos humanos y de valores intrínsecos. ¿Cuántas veces no hemos denunciado la firma de contratos leoninos, de una justicia a diversas velocidades, de falta de percepción y de visión regionales de la parte de algunos colaboradores del jefe de Estado? Ninguna medida espectacular para desanimar determinados émulos ha sido adoptada.

En cuanto al tribalismo, es la plaga más grande. Los gabinetes políticos, particularmente del Gobierno, ofrecen un espectáculo nauseabundo, porque los “pueblos han sido desplazados”. El tribalismo ha aumentado. Ocurre lo mismo con las violaciones que constituyen “un crimen de guerra”. Una “cultura de préstamo” y la solución no reside que en extirpar el mal por la raíces.

En otros términos, el presidente Joseph Kabila ganaría mucho si limpiara las “cuadras de Augías”. Porque siempre es difícil continuar haciendo algo “nuevo” con lo “antiguo”.

Editorial de Le Potentiel, República Democrática del Congo, 02-07-10

Traducido por Ana Dols para Fundación Sur.

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