La voz del poeta tuareg Mahmoudan Hawad, por Afribuku

20/09/2013 | Bitácora africana

Autor. Alejandro de los Santos

Para el nómada el pensamiento solo existe caminando o cantando. Y todo lo que es nómada debe ser cantado o caminado para ser real”. Mahmoudan Hawad

Pocas referencias existen en general sobre Mahmoudan Hawad, uno de los intelectuales más revolucionarios y originales de la cultura nómada del Sáhara, y probablemente el máximo exponente de la literatura escrita tuareg. Ha cultivado los más diversos géneros literarios como la poesía, la novela, el teatro y los relatos cortos, además de otras modalidades artísticas como el dibujo y la caligrafía, que le permiten manifestar las peculiaridades de su cultura y de su pensamiento. Los textos de Mahmoudan Hawad están plagados de referencias al imaginario tuareg y de denuncias sobre el daño que han hecho la colonización y las independencias africanas a la preservación de esta cultura. Sin embargo, lo que más resalta de su obra es el universalismo que desprenden sus versos, el sufrimiento colectivo de unas culturas nómadas que consiguen pervivir a pesar de la tutela forzada de algunos Estados que se empeñan en aniquilar su modo de vida.

Nacido en 1959 en la región central del Sáhara, cerca de la ciudad de Agadez (Níger), Hawad asimiló desde su infancia su pertenencia a un territorio cuyo límite apenas estaba marcado por los trazos de las dunas del desierto, y donde la existencia cobraba sentido únicamente a partir de la trashumancia, del movimiento. También aprendió la importancia de la palabra tanto en la transmisión intergeneracional de la historia y de la cosmogonía tuareg como en la configuración de la vida social de cada comunidad. En las asambleas políticas fue instruyéndose con su abuelo sobre la importancia de la retórica y participó en numerosas veladas de aprendizaje conjunto, conocidas como ahal, en las que entró en contacto con el teatro, la filosofía y la poesía. En esas sesiones participativas cada persona suele aportar sus propios matices estéticos sobre los objetos o los animales que les rodean, sin asignarles un nombre determinado, puesto que según el propio Hawad las convenciones sociales y el uso corriente de las palabras corrompe la belleza del espacio y de la naturaleza: “La palabra es tan solo un hilo que hay que tejer, desenredar y trenzar una y otra vez”.

A los 7 años de edad Mahmoudan Hawad sufrió uno de los mayores varapalos de su vida tras el fallecimiento de su abuelo, por lo que decidió adentrarse en los confines del desierto acompañado de algunos camellos. En su ruta solitaria se topó con su tío materno que lo introdujo en el seno de un grupo de sufíes. Allí descubre el Islam y la lengua árabe, que lo conducirá hacia el conocimiento de la historia de la Antigua Grecia, del hinduismo o del cristianismo, y el aprendizaje del canto y de la escritura, que constituirán dos universos imprescindibles dentro de su carrera literaria posterior. Con 17 años, tras recorrer Libia, Túnez y Argelia, se une a las caravanas de los tuaregs que circulan por el desierto y se embarca en un periplo de introspección interior por Egipto e Iraq durante dos años. Al término de esta experiencia, vuelve de nuevo a su tierra y se enfrenta de repente a un mundo muy diferente al que había dejado en su día. Con el advenimiento de la independencia de las antiguas colonias francesas, los tuaregs vieron mermadas sus competencias en la gestión y el control del entorno que les había pertenecido durante siglos. Esto sumado a la sequía que había azotado a aquel territorio a finales de la década de los 60 y a la desolación general del pueblo tuareg por la desestructuración general de la sociedad, provocaron la huida de un elevado número de miembros de la comunidad, entre los cuales se encontraba Mahmoudan Hawad, que volvió a aventurarse a nuevas peripecias por el Magreb y por Medio Oriente. Desde allí llegaría por primera vez a Europa, donde se interesó por la filosofía del movimiento hippie, con el que compartía algunos aspectos relativos a la vida errante y a ausencia de compromisos con los poderes estatales. A su tierra regresaría bastante tiempo después, durante una estancia de siete años en la que se concentraría en el estudio y en el desarrollo de la escritura tuareg, el tifinar, que hasta entonces había tenido un uso comunicativo bastante elemental y a la que pretende dotar de una funcionalidad expresiva adaptada a los nuevos tiempos. Este proyecto parece haber avanzado considerablemente y, de hecho, Hawad tantea la posibilidad de crear una editorial que publique exclusivamente en tifinar y ofrezca la oportunidad de divulgar la obra de jóvenes autores tuaregs.

A pesar de la exaltación continua de las formas culturales del nomadismo y de la oposición férrea al Estado como forma de organización social, política y económica, Mahmoudan Hawad reside en Francia desde hace bastantes años y no ha cesado su actividad intelectual. Continúa enarbolando la bandera de culturas y etnias nómadas a las que los Estados centralistas han acabado absorbiendo e impidiendo que mantengan sus formas originales de subsistencia. Hawad ha participado asiduamente en encuentros con representantes de colectivos gitanos, navajos, apaches, beduinos árabes y nómadas de las repúblicas de la antigua Unión Soviética. Según el poeta tuareg la pérdida progresiva del espacio que permitía el tránsito errabundo de estos pueblos ha generado la cerrazón total de estas culturas hacia otras vecinas, rompiendo así con la tendencia histórica de intercambios culturales y comerciales. Para Hawad las relaciones de igual a igual con otras comunidades son una oportunidad de apertura hacia otras formas de pensamiento que proporcionan una distancia necesaria con respecto a la propia cultura. Aunque lamenta precisamente la altivez de los medios de comunicación occidentales y de algunos investigadores europeos en su manera de retratar al resto del mundo, casi siempre desde un exotismo caduco que en ocasiones recuerda a las novelas románticas del siglo XIX que ofrecían una imagen exageradamente estereotipada de los ciudadanos orientales. Esto y el desarrollo de la industria turística en el Sáhara han condensado la cultura tuareg a una imagen que recuerda al atrezo de un parque temático: “Han reducido la cultura tuareg al estado de objeto folklórico, exportado y vendido en el mercado internacional del turismo”.

Es inexplicable que un autor de la importancia de Mahmoudan Hawad sólo se haya traducido al francés y al árabe y que sea de los raros literatos tuaregs que tienen la oportunidad de publicar sus obras. La música de grupos como Tinariwen o Bombino han contribuido notablemente a popularizar en cierta medida algunos aspectos de esta cultura. Aunque la crisis que atraviesa el Sahel en estos momentos no ayuda demasiado y ha colocado un interrogante sobre los tuaregs que nadie nos acaba de explicar. El golpe de Estado perpetrado por el capitán Ahmadou Sanogo el 22 de marzo de 2012 en Malí ha desorientado a muchos sobre el papel de los diferentes actores implicados en el conflicto e involuntariamente se les ha llegado a relacionar con la violencia de grupos fundamentalistas como Al Qaeda, lo que ha generado bastante incomprensión general acerca de los tuaregs. Conocer la poesía de Mahmadoun Hawad es desde luego una buena forma de introducirnos en su cultura y entender el trasfondo de esta etnia. Merece la pena ver el siguiente vídeo y dejarse llevar por la retórica de los versos y la fuerza de las estridentes onomatopeyas de Hawad. No se lo pierdan.

Original en : Afribuku

Autor

  • afribuku

    Afribuku pretende hacer descubrir y reflexionar sobre manifestaciones culturales africanas contemporáneas de interés, divulgándolas a través de esta página y de las redes sociales. En África existen numerosas propuestas artísticas de excelente calidad que permanecen ocultas a los ojos del mundo. Es necesario que todos aquellos que creemos en una visión más realista y honesta de África tratemos de que la comunidad iberoamericana se familiarice y comience a disfrutar de la gran diversidad que ofrece este continente.

    @afribuku

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