Veintiocho personas han muerto en nuevos ataques de presuntos yihadistas en Burkina Faso, incluidos 15 que habían sido secuestrados el fin de semana anterior, cuyos cuerpos fueron encontrados el 30 de enero cerca de Linguekoro, un pueblo en la provincia occidental de Comoe.
Las víctimas se encontraban entre las 24 personas que iban a bordo de dos minibuses que viajaban desde Banfora y que fueron detenidos en Linguekoro por hombres armados la noche del 29 de enero. Ocho mujeres y un hombre del grupo fueron liberados y recibieron instrucciones de caminar hasta Mangodara, a 30 kilómetros de distancia. El resto de pasajeros fueron secuestrados y los vehículos incendiados.
Por otro lado, 10 policías militares, dos miembros de una fuerza auxiliar que apoya al ejército y un civil también murieron en el norte del país en un ataque terrorista el lunes en la localidad de Falangoutou.
Estos ataques violentos marcan una nueva escalada en una insurgencia que ha acosado a Burkina Faso durante más de siete años, una violencia vinculada al Estado Islámico y Al-Qaeda que ha matado ya a miles de personas y ha obligado a huir de sus hogares a cerca de dos millones. Las cifras oficiales en lo que llevamos de año indican que al menos 77 personas han muerto y 62 mujeres y cuatro bebés fueron secuestrados, aunque fueron posteriormente rescatadas por el ejército a más de 200 kilómetros de distancia.
Esta continua violencia es una causa de frustración dentro del ejército por el creciente número de víctimas y ha resultado en varios golpes de Estado en los últimos años. Por otra parte, también ha incidido en la reciente ruptura del acuerdo militar entre Burkina y Francia, su aliado tradicional, que ahora retirará todo su contingente de fuerzas militares especiales desplegado en el territorio burkinés bajo la Operación Sabre.
Fuente: Africa News
[Traducción y edición, Elena Cañete Montilla]
[CIDAF-UCM]
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