La violencia como proceso necesario de la descolonización

9/03/2016 | Opinión

El pasado 25 de febrero fue publicado el incidente ocurrido en dos edificios y un coche que ardieron en llamas en el campus de Mafikeng de la North West University. La semana anterior, un autobús fue incendiado a las afueras de una residencia en Parktown en la Wits University y en el mismo mes, el 23 de febrero, en mitad de un partido de rugby en la University of Free State tuvo lugar un acto violento entre los asistentes. Éstas son muestras de la escalada de violencia que están sufriendo algunas de las universidades de Sudáfrica.

Estos incidentes son los primeros brotes de violencia desde el inicio de los “fallist” movements que muestran por un lado, la indiscutible urgencia de la descolonización, y por otro, el sentimiento de frustración que estos mismos movimientos sienten (si todos los actos violentos han sido orquestados por ellos).

South_Africa_University.jpgMientras que algunos han tachado estos actos de “irracionales e insensatos”, en mi opinión, creo que vale la pena tratar de entender las razones que tienen los “fallists” movements para cometer estos actos. Partiendo de la premisa de que no justifico ningún acto de violencia, los actos ocurridos no me sorprenden. Es más, de hecho estos incidentes deberían haber sido previstos, especialmente si se tiene en cuenta la postura ideológica de estos movimientos de protesta y la historia política de Sudáfrica.

Cabe recordar la dinámica establecida por el grupo Umkhonto we Sizwe (MK) durante la era antiapartheid. En este sentido, hay que tener en cuenta que el MK no se creó de la nada. En 1961 Ben Turok sentenció que “los métodos pacíficos de protesta estaban acabados, que era necesario contemplar otras vías y que la alternativa era la lucha armada”. Esto indica que la violencia en los movimientos de protesta sigue una pauta similar: se inicia con un comportamiento pacífico en dónde los términos de la reivindicación son negociados (recuérdese cuando Wits negoció durante horas con Adam Habib el año pasado) y si en el tiempo estimado, los términos de la negociación no se cumplen, es cuando se recurre a la violencia.

Frantz Fanon definió la descolonización como “el reemplazo de ciertas especies de hombres por otras especies de hombre” (Fanon, 2001:27), que es lo que sucede desde el momento en que las demandas de los colonizados empiezan a ser escuchadas –es un fenómeno constituido por dos fuerzas en oposición. La descolonización tendrá éxito si se consigue cambiar toda la estructura social por completo. Y aún más, lo que convierte a la descolonización en proceso violento es que el mismo proceso como tal es demandado porque lo que supone es un cambio en el orden mundial establecido.

Así pues,

“la descolonización no es automática, […] es siempre el resultado de una lucha, [es] el resultado de arduos esfuerzos, aún la forma más pacífica de descolonización es siempre el resultado de una ruptura”.

Concretamente, la descolonización está muy presente en la historia, por lo que se convierte en un proceso histórico. Aime Césaire (1959, p.125-126) dijo,

“no puede ser entendida, no puede llegar a ser inteligible ni clara en sí misma, salvo en la medida en que podemos discernir los movimientos que le dan [un] contenido y una forma histórica”.

La descolonización es inherentemente violenta porque cuestiona las estructuras que han sido legitimadas por el hombre y no por una fuerza sobrenatural, de manera que en el proceso descolonizador todo hombre que legitimara el colonialismo se ve envuelto en la causa de la cual, por cierto, todo el mundo se quiere librar.

Es entendible por qué los “Fallists” movements encuentran necesario el uso de la violencia. En este sentido, la descolonización no puede darse de otra manera que no sea a través de actos violentos entendidos como respuesta a la violencia estructural y subliminal del colonialismo. No debemos considerar la violencia como algo irracional sino como algo necesario. De tal modo, la violencia se convierte en la herramienta hacia un nuevo humanismo. Morton Schoolman (1979) defiende que,

“no importan las nuevas instituciones que ocupen el lugar de las anteriores, los efectos psicológicos de la opresión permanecen, quizás, por siglos. Aún después de que la “independencia” sea declarada, el colonialismo continua residiendo en la mente de los nativos”.

Es sólo después de que los colonizados reclamen su identidad a través de la descolonización violenta que pueden convertirse en “nuevos hombres”. La violencia es la única manera para reclamar la identidad de uno mismo. Como dice Gerald E. Tucker (1978, p. 405), el colonizado

“no es capaz de avanzar sin dolor desde el seno de un estado colonial. El verdadero nativo descolonizado no conoce nacimiento pacífico alguno”.

Entendiendo que la violencia en estos términos, se convierte en una manera de recuperar la humanidad que ha sido colonizada y por tanto, se vuelve legítima. Se podría contemplar esta violencia como forma de defensa propia o como la eliminación de un sistema social injusto –como es el de las universidades. La universidad continúa denegando la entrada a estudiantes negros aún cuando éstos cumplen todos los requisitos sufriendo así una injusticia. La violencia en este caso no significa venganza, ni mucho menos, sino una disposición natural. El acto violento se convierte, de manera simbólica, en una forma psicológica de liberación de la servidumbre de los colonizados.

En este artículo se habla de las universidades, de su gestión y estructura como el colonizador y de los estudiantes como el colonizado de manera que se pueda entender con mayor claridad el contexto de estos movements.

Los actos de violencia son la respuesta al sistema colonial y se usan para revertir las balanzas de poder. Para acabar y una vez explicadas las razones de la violencia en el proceso de descolonización, las siguientes preguntas podrían ir dirigidas a qué sucedería si la respuesta a estos actos violentos no es la esperada por los “fallists” movements o a qué puede suceder si el gobierno y las universidades no respondieran a dichos actos.

Zinhle Manzini

Mail&Guardian

Zinhle Manzini está realizando actualmente un máster en filosofía en la Universidad de Wits y es miembro de la Madela Rhodes Scholar 2016. Es una mujer orgullosa de sus orígenes que proviene de una de las áreas pobres y reservadas sólo para negros de la localidad de Kagiso. Vive lidiando con el hecho de ser una académica y una chica kasi a la vez. Feminista, lectora y escritora también es directora de Ward66 (una “concept store” en Kagiso).

Instagram @conflictedblackwoman o Tweeter @ZinhleManzini

Referencias:

Césaire, A, 1959. “The man of culture and his responsibilities”, Presence Africaine. Presence Africaine: Paris.

Fanon, F, 2001. The Wretched of the Earth. (Trans.) Farrington, C., Penguin Group: London.

Schoolman, M, 1979. “The colonial overlay and the African response”, in Potholm. C. P., (ed.) The theory and practice of African politics. Prentice Hall: New Jersey.

Tucker, G E, 1978. “Machiavelli and Fanon: Ethics, Violence, and Action”, The Journal of Modern African Studies. Vol. 16, No. 3, pp. 397-415.

[Traducción, Tiziana Parra]

[Fundación Sur]

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