Existe un gran contraste entre las actitudes y comportamientos que surgen de ciertos principios rígidos y las posturas y relaciones que brotan desde la cercanía con la realidad misma de la vida y de la personas.
Este fuerte contraste, lo hemos visto de nuevo en los últimos días, entre algunas declaraciones rigoristas “de la Doctrina de la Fe”, (Vaticano), en relación con el colectivo LGTBI, y la respuesta del papa Francisco, en unas reflexiones llenas de solidaridad, de respeto por la realidad y de fraternidad.
“Es necesario atestiguar que el derecho siempre significa solidaridad… El Evangelio requiere la valentía de escuchar la realidad… Solo la verdadera fraternidad sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano… La teología moral no puede reflexionar solo sobre la formulación de principios, de normas, sino que necesita hacerse cargo propositivamente de la realidad que supera cualquier idea… Debemos ofrecer a todos los seres humanos la amistad, la bendición y la acogida… Cuidarnos del hermano que sufre, del esclavizado, del desempleado, del marginado… Pasemos del rigorismo al acompañamiento cercano y a la misericordia…”
“De cara al futuro, los retos a los que se enfrenta la sociedad son innumerables: la pandemia y el trabajo en el mundo postcovid, los cuidados que hay que asegurar a todos, la defensa de la vida, las aportaciones que nos llegan de la inteligencia artificial, la salvaguarda de la creación, la amenaza antidemocrática y la urgencia de la fraternidad… Es necesario reconocer la dignidad del otro como un deber y derecho moral ineludible… Y es necesario también atestiguar que el derecho siempre significa solidaridad… Quien tenga oídos, que oiga… Ay de nosotros si, en este compromiso por el cuidado del prójimo, separáramos el grito de los pobres, del grito de la tierra”.
La mayoría de los gobernantes y líderes políticos y sociales encuentran y encontramos muy difícil escuchar y trabajar desde la realidad de las personas empobrecidas, de las minorías marginadas, de los inmigrantes que llegan a nuestras fronteras, buscando una vida digna. Partimos normalmente, desde nuestras oficinas (poder y capital), y por tanto nos resulta casi imposible escuchar y respetar la realidad de las personas que hemos marginado en la sociedad, tanto en Europa, como en África y todos los continentes.
Hablamos, no solamente de minorías étnicas, culturales o religiosas, sino de la gran mayoría social que vive privada de trabajo, de cuidados de la salud y educación, y de las condiciones necesarias, de Techo, Trabajo y Tierra para una vida digna. Las cosas cambiarán cuando las personas oprimidas se levanten y, con nuestro apoyo, exijan sus derechos y respeto de su dignidad.
El equipo de AFS os desea a todos-as unas Felices Fiestas de la Vida y de Pascua.
