La tierra de los bosquimanos San de Namibia, en peligro de ser invadida

3/06/2009 | Crónicas y reportajes

Un canto suave de niños flota sobre las erosionadas tiendas de rojo suelo del Kalahari, mientras un hombre anciano lleno de arrugas está sentado en una cascada silla de plástico.

Disfrutando del sol de la tarde, el hombre mira a través de la planicie de hierba, salpicado de rugosos árboles de espina de camello, (Acacia erioloba), en la primera granja comprada por Namibia para reasentar al antiguo y marginal pueblo de los bosquimanos San, “esta granja es el lugar que llamamos casa desde hace un año”, cuenta Kleinbooi Katuwe.

“El invierno se nos ha echado encima otra vez, y las noches son muy frías en las tiendas. Esperamos que las casas de ladrillo que el gobierno está construyendo para nosotros, estén terminadas pronto”, añade, señalando a las dos filas de casas a medio construir, a unos cien metros.

Katuwe es el más anciano del grupo de alrededor de 300 San reasentados en la granja comercial Uitkomst, 240 kilómetros al norte de la capital, Windhoek, que el gobierno de Namibia compró, bajo el programa de reforma agraria.

Muchos son trabajadores jornaleros de granjas despedidos, que no tienen dónde ir, así que han traído a sus familias para ocupar ilegalmente los terrenos de una desaparecida piscina municipal, en la somnolienta ciudad de Okahandja, al norte de Windhoek.

“No tenemos alternativa”, dice Paul Chapman. Su nombre indígena es una complicada sucesión de sonidos como chasquidos que los oficiales del apartheid de Suráfrica, que durante un tiempo gobernaban este país, ni podían pronunciar ni escribir, así que terminó con un nombre occidental, como muchos otros San.

“La municipalidad miró para otro lado, así que la noticia se extendió y otros San sin hogar se unieron a nosotros, cuenta Chapman, el líder del grupo en la granja de Uitkomst. “Hemos atraído la atención de los medios de comunicación y de manera eventual nos hemos convertido en un “problema” para el gobierno. Hace un año, fuimos traídos aquí. Ahora tenemos una casa”.

Lo que no tienen es trabajo. A parte de unos cuantos que trabajan en las granjas de los estados cercanos, la mayoría de los San de Uitkomst dependen de las raciones de comida del gobierno, esperando a que se cumplan las promesas de formación agrícola para ellos.

Uitkomst fue la primera de las tres granjas dadas a los San, que fueron los primeros ocupantes del África Austral, hace más de 10.000 años.
Alrededor de 30.000 San permanecen en Namibia, siendo los grupos más numerosos los Juhoaansi y los Haikom.

Espero poder morir en paz

Su número descendió en picado desde los principios del siglo pasado, cuando el poder colonial de Alemania, permitía a los colonos granjeros blancos disparar a los bosquimanos y usurpar sus tradicionales tierras de caza.

Suráfrica sucedió a Alemania en la administración del territorio, en 1915, durante la primera guerra mundial, hasta la independencia de Namibia, en 1990, tras una prolongada lucha de liberación.

Ahora, los San se enfrentan a la ocupación ilegal de sus tierras ancestrales por parte de otros grupos étnicos cercanos a la frontera de Botsuana.

Casi 300 kilómetros al este de Uitkomst, 32 pastores de ganado Herero [una etnia del grupo bantú del sur de África] cortaron una cerca de control de enfermedades del ganado, y metieron ilegalmente sus 2.000 cabezas de ganado, para pastar durante dos semanas, en una zona de vida salvaje protegida, la Reserva de Nyae Nyae, donde viven cerca de 2.600 Juhoansi.

La Reserva está gestionada por los residentes San, que producen alrededor de un millón de dólares namibios al año, proveniente del turismo de safari, de la caza de trofeo, y de recolección de plantas medicinales, como la garra del diablo [harpagofito], para su exportación.

“Los 32 invasores fueron arrestados”, pero ya están fuera de la cárcel, a la espera de juicio, explica Zeka Alberto, un abogado de derechos humanos que representa a los San de la Reserva. “No podemos permitir a la gente que se tome la ley por su mano y ocupar la tierra sin más”, añade Alberto.

Mientras que la policía patrulla la remota área para evitar más invasiones, un equipo de alto nivel del gobierno, también está buscando una solución, preocupado porque el ganado pueda expandir las enfermedades dentro de la reserva natural.

“El gobierno considera la invasión algo muy serio, ya que es algo que viola varias leyes”, asegura el ministerio de información en un comunicado. “El gobierno está comprometido con el bien estar de los agricultores en las zonas rurales, pero también les pide que respeten la ley y actúen en el mejor interés económico del país”.

Namibia comenzó su reforma agraria en 1995, con la intención de adquirir, para 2020, 15 millones de hectáreas de tierra de cultivo, la gran mayoría en manos de blancos, para su redistribución entre cerca de 240.000 personas sin tierra, como son los San.

Cinco granjas propiedad de blancos han sido expropiadas hasta la fecha, y Katuwe, espera que el reasentamiento de su pueblo marque el final de su deambular. “Espero poder morir en paz en esta tierra de asentamiento cuando me llegue la hora”, dice Katuwe, “Estoy cansado de deambular por ahí y de ser perseguido por otros”.

(Mail & Guardian, Suráfrica, 01-06-09)

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