La sombra de Boko Haram persigue a los ganaderos del norte de Camerún

10/07/2018 | Opinión

camerun-mapa-divisiones-administrativas.jpgIssoufa Mahama, un ganadero de Mémé, cantón en el extremo norte de Camerún, que es presa de los ataques de yihadistas nigerianos, se queja de que «Por causa de Boko Haram, es difícil que llevemos a cabo nuestras actividades». A pesar de la disminución de estos ataques en estos últimos meses, la mayoría de los ganaderos viven aún con cierto miedo colectivo, evitando transportar su ganado a los pastos en las áreas fronterizas.

«Ya no vamos a alimentar al ganado, debido a que los combatientes de Boko Haram nos han expulsado. Si te atreves a ir al monte, te van a arrebatar tu rebaño», dice Mahama con desazón. Entre 2012 y 2016, Boko Haram ha robado o matado al menos a 48.000 vacas y pequeños rumiantes, así como 4.000 aves de corral, datos éstos del Ministerio de Ganadería de Camerún.

El robo de ganado, aunque en declive, continúa. Ante la amenaza, muchos pastores de la zona, prefieren quedarse en la aldea para alimentar a su ganado. Pero les falta comida: «Las vacas están hambrientas, no tienen nada que comer», se lamenta Issoufa Mahama. A la sombra de un árbol, 2 vacas hambrientas y unas pocas cabras que le pertenecen, comparten un puñado de tallos de mijo tirados por el suelo. No muy lejos de este pequeño rebaño, 4 miembros de un grupo de autodefensa, armados con rifles tradicionales, se han instalado en la esquina de una calle y están filtrando las entradas al pueblo.

En 2016, al menos 19 personas habían muerto en un doble atentado suicida en el mercado de Mémé. A unos 10 kilómetros de allí, 6 civiles han sido abatidos a principios de junio, en un ataque de Boko Haram perpetrado en el pueblo de Mangave Foya Djalingo. En Mémé, 18.700 de sus 88.700 habitantes son personas desplazadas que han huido de los gravámenes del grupo yihadista, a menudo con sus rebaños, según dice el jefe local. Y con «38 personas» bajo su cuidado, incluidos mujeres, niños, parientes y desplazados, es difícil para Mahama llegar a fin de mes.
«Ya no puedo alimentarlos más», dice el ganadero, añadiendo que antes hacían tres comidas al día, pero que actualmente «hay días en que no hay nada para comer. Y tampoco hay agua”.

Tradicionalmente, «no era fácil encontrar pasto para el ganado, porque aquí, en nuestro país, solo tenemos 4 meses de lluvia en el año», dice Boukar Maloum, otro pastor de la aldea, explicando que a este tiempo con sus caprichosas estaciones se ha sumado la amenaza yihadista. En los pocos pastos del pueblo no abunda el verde. 2 de sus vacas van y vienen, mientras buscan desesperadamente algo que llevarse a la boca. Incluso los tallos de mijo que los agricultores cortaban en los campos, gratuitamente después de la cosecha, ahora se venden, según dice Boukar, lo cual señala este empobrecimiento.

En Mémé, los ganaderos aún se enfrentan a otro desafío más. «El del agua, no tenemos agua», dice Boukar Maloum, mientras que hay 45 grados Celsius a la sombra y debe viajar «hasta 3 km» para procurarse algo. Su rebaño contaba con alrededor de 30 vacas antes del inicio de la crisis, ahora ha pasado a tener 9.

En el extremo norte, en general, el sector pecuario es uno de los más afectados por los ataques de Boko Haram. En dicho sector, las pérdidas directas relacionadas con los ataques atribuidos a los yihadistas se estimaron en mayo de 2016 en casi 55.000 millones de francos CFA (83,8 millones de euros), según el Ministerio de Ganadería.
El ministerio ha precisado en un estudio que los ataques de Boko Haram han provocado el cierre de 21 mercados de ganado, la mayor parte de los puntos de venta existentes en la región. Al menos 135 criadores en esta área han sido asesinados en estos asaltos.

A mediados de junio, el gobierno de Camerún y el Comité Internacional de la Cruz Roja han lanzado una campaña de vacunación de 1.000.000 de cabras y ovejas, para prevenir la peste de pequeños rumiantes en 2 departamentos del extremo norte. «Durante 2 años los animales no habían sido tratados ni vacunados, debido a los ataques de Boko Haram. No podíamos ir al monte», dice Mathieu Dara, técnico de la industria animal en el centro zootécnico veterinario de Mora, «Muchos animales murieron por falta de cuidado». La operación de vacunación lanzada en Mémé fue bien recibida por los criadores, pero ellos esperan más: «Es bueno vacunar nuestras cabras y ovejas, pero si no tienen nada que comer, morirán igualmente», dice Mahama. Afirma haber perdido 2 vacas en 2 semanas, y sospecha que la enfermedad y la desnutrición son la causa de estas pérdidas.

[Fundación Sur]

Fuente: SlateAfrique


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