La mayoría de los eventos históricos tienen algunas consecuencias involuntarias. Es en esa línea la Segunda Guerra Mundial contribuyó a la descolonización y la liberación política de África. La Conferencia de Berlín de 1885 dió como resultado que los países europeos más poderosos (británicos, franceses, alemanes, españoles y portugueses) dividieran el continente entre ellos. África supuso un gran teatro de operaciones durante las dos guerras mundiales y ayudó a impulsar la lucha por la independencia de los gobiernos coloniales.
Surgió con ello un germen identitario africano que perseguía la independencia y el autogobierno en contraposición de las doctrinas que los europeos habían implantado hasta entonces. La extracción de los recursos y materias primas de África requerían una reorganización del gobierno colonial, lo que significaba que los jefes de las tribus iban perdiendo poder en favor de otra forma de gobierno colonial.
La necesidad de riqueza agrícola requería la expropiación de tierras que pasaban de los africanos a manos de los europeos en las colonias. Kenia y Zimbabue son ejemplos evidentes de esa expropiación de tierras. La introducción de impuestos obligó a los africanos a trabajar para los colonos europeos, ya que los nuevos impuestos tenían que pagarse en metálico y no practicando el trueque, como era común entre la población autóctona. La explotación de los trabajadores africanos por parte de los colonos europeos provocó un creciente resentimiento entre la población local.
Los gobiernos coloniales desarrollaron nuevos métodos de agricultura para potenciar los ingresos. Esto también supuso un cambio de cultivos de subsistencia a cultivos comerciales como el café, algodón y té, fundamentalmente. Debido a ello las colonias resultaron altamente rentables para los europeos, algo que al mismo tiempo provocó que la gente empezara a exigir el fin del gobierno colonial.
Los movimientos de resistencia comenzaron a aumentar en África. Con el creciente número de colonos en algunas colonias, la demanda de más tierra y mano de obra aumentó las tensiones entre las autoridades coloniales y las comunidades blancas que se habían asentado en las colonias. En respuesta a estos acontecimientos, se organizaron rebeliones contra las autoridades coloniales.
Tras la Segunda Guerra Mundial las potencias europeas ya no podían mantener sus imperios porque estaban agotadas y sumamente empobrecidas. Cuando la India se independizó de los británicos en 1947, sentó un precedente en el desafío al gobierno británico y de ese modo inspiró a muchos nacionalistas africanos en la lucha contra el colonialismo.
En este contexto, la Segunda Guerra Mundial amplió los horizontes sociales y políticos generales no solo de los exmilitares que habían servido en la guerra, sino de muchos africanos que se habían quedado atrás. La Segunda Guerra Mundial también influyó en el espíritu del autogobierno y la autodeterminación porque, al final, la sede del poder mundial ya no era Europa occidental, sino que se había dividido entre Washington y Moscú.
Las dos superpotencias tenían una tradición antiimperialista, aunque Estados Unidos y Rusia también habían ejercido el imperialismo en otros escenarios. Sin embargo, la Unión Soviética y los Estados Unidos apoyaron los movimientos nacionalistas después de la Guerra, lo que creó presiones sobre las potencias europeas para hacer concesiones en Africa.
Geoffrey Rugege
Fuente: newtimes
[Edición y traducción, J. Martín]
[Fundación Sur]
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