Tradicionalmente, el tratamiento para los africanos que sufren de problemas de salud mental se ha reducido a los métodos curativos tradicionales o religiosos y a hospitales psiquiátricos anticuados. En ambos casos, el encarcelamiento, sin opciones de recibir un tratamiento adecuado, ha sido una generalidad extendida. Con sólo un psiquiatra por millón de personas en África subsahariana, las posibilidades de recibir un tratamiento correcto son extremadamente reducidas. Es más, en muchas instancias las probabilidades de que el tratamiento sea más perjudicial que útil son muy altas, como se destaca en el reciente informe de Human Rights Watch sobre la salud mental en Nigeria. El desafío se ve agravado por el hecho de que en la mayoría comunidades la enfermedad mental sigue estando muy estigmatizada, lo que impide que tanto los enfermos como sus familias admitan la enfermedad y busquen ayuda.
Por todo ello se celebró en Londres, el pasado 20 de noviembre, una reunión conformada por unos 200 expertos, investigadores y profesionales de la salud mental de toda África y el Reino Unido. Organizada conjuntamente por la Royal African Society y la London School of Hygiene and Tropical Medicine, con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud, la Fundación Bill y Melinda Gates, Wellcome Trust y otros, se discutió sobre cómo llevar nuevos enfoques y tratamientos al continente africano.
Un punto importante que surgió fue el valor económico de mejorar la salud mental de las sociedades. El análisis costo-beneficio se está haciendo evidente a partir de investigaciones recientes: el diagnóstico y el tratamiento tempranos, especialmente entre los niños, pueden a menudo prevenir un deterioro y permitir que los interesados desempeñen un papel constructivo y productivo en la vida de la comunidad. Un análisis realizado para el Banco Mundial reveló un rendimiento de la inversión en servicios de salud mental de 3 a 5 veces mayor.
Siete conclusiones que se extrajeron de la reunión:
En primer lugar, es esencial adoptar un enfoque holístico de la salud, en el que la salud mental se evalúe junto con la salud física. Esto ya es común en muchos países africanos, pero es necesario integrarlo en la prestación de atención primaria de salud. Es necesario un mayor esfuerzo para formar a los trabajadores de la salud a fin de que reconozcan los síntomas de los problemas de salud mental y recomienden el tratamiento adecuado. Es necesario reconocer la enorme variedad de problemas de salud mental, desde afecciones relativamente comunes como el estrés, la ansiedad y la depresión, hasta afecciones más graves que pueden causar discapacidades graves como la esquizofrenia.
En segundo lugar, es especialmente importante identificar los problemas de salud mental en los niños y tratarlos lo antes posible. La mitad de todas las condiciones mentales de los adultos comienzan a la edad de 14 años.
En tercer lugar, trabajar con las comunidades para difundir una mejor comprensión. Las familias y los cuidadores se encuentran a menudo bajo una gran presión y tienen que hacer frente a importantes gastos financieros, por lo que necesitan un apoyo especial. Los curanderos tradicionales también deben ser considerados como un gran activo potencial e integrados en el proceso a través de la divulgación y la capacitación.
En cuarto lugar, la creación de grupos de autoayuda de personas que han vivido la experiencia de los problemas de salud mental, así como de la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales dedicadas a ayudarles, es esencial para ofrecer un apoyo básico. Esto ha tenido un tremendo impacto en la reducción del estigma y los prejuicios contra los enfermos de VIH en Sudáfrica y países vecinos.
En quinto lugar, esta creciente red ayudará a que más personas tomen conciencia de las innovaciones en el tratamiento, como la iniciativa de «banco de la amistad» de Zimbabue, que ha transformado el tratamiento de los problemas de salud mental menos graves de manera rentable y culturalmente apropiada. De este modo, fomentará la difusión de las mejores prácticas de la manera más amplia posible.
En sexto lugar, la salud mental necesita buena gobernanza a nivel nacional. Debe integrarse en las estrategias y presupuestos nacionales de salud. Debe ser coordinada por una unidad fuerte en el gobierno. Muchos países tienen una política de salud mental, pero con demasiada frecuencia sólo existe sobre el papel. Es necesario que los recursos fluyan hacia esta prioridad como parte de una Cobertura Sanitaria Universal más amplia.
Por último, es igualmente importante cambiar las actitudes hacia la salud mental en los medios de comunicación en África, no sólo en los periódicos sino también en la radio, la televisión y el entretenimiento popular, para combatir la estigmatización, que constituye un obstáculo tan grave para un mejor tratamiento y la aceptación social.
Estas conclusiones tardarán en arraigarse, pero existe una voluntad política cada vez mayor a nivel nacional e internacional. La conferencia mostró que hay muchas ideas creativas que se utilizan para mejorar la vida de las personas con problemas de salud mental. Ahora tenemos que encontrar formas de ayudar a que estas ideas florezcan.
Nick Westcott & Julian Eaton
Fuente: African arguments – Imágenes: Flickr – WHO
[Traducción, Claudia Durá]
[Fundación Sur]
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