La revolución silenciosa de Nigeria

26/05/2011 | Opinión

Esta mañana me he despertado con una noticia horrible y estoy enfadada. John ha trabajado para mi familia desde hace años. Le conozco desde que era pequeña, cuando me solía llevar al colegio cada mañana. Esta es una historia africana. La gran familia feliz que mezcla empleados y familiares, donde los cumpleaños y las vacaciones se celebran juntos.

Esta mañana, la mujer de John ha muerto durante un parto. Ahora no es más que otra estadística que puedes escuchar de Nigeria, un país que produce dos millones de barriles de petróleo al día, pero en el que una de cada 18 mujeres, o 144 mujeres al día, mueren durante el parto porque no hay suficientes doctores, enfermeras ni hospitales equipados. ¿Qué número será la mujer de John en esa lista de 144?

Mi familia tiene un generador de electricidad que nos proporciona luz cuando no hay electricidad desde la Autoridad Nacional (esto es, la mayoría de los días). Tuvimos que perforar muchas millas para tener nuestro propio pozo de agua, para suministrarnos agua consistente, porque la Autoridad Nacional del Agua no suministra agua desde hace años. Mi hermana y las mujeres de mis hermanos viajan a Reino Unido y a Estados Unidos cuando quedan dos o tres meses para el parto, para poder ser atendidas por personal médico capacitado, en un ambiente que casi garantiza la seguridad de las madres y sus hijos.

Es poco probable que Nigeria experimente el nacimiento que llega después de la rabia contra la injusticia, similar a la que están experimentando nuestros hermanos y hermanas de más al norte. Nosotros también tenemos reprimidas nuestras frustraciones desde hace décadas. Nuestro instinto de supervivencia nos ha vuelto egoístas y nos ha llevado a la apatía en cuanto a nuestras expectativas de gobiernos e instituciones. Hemos creado nuestros propios pequeños paraísos de cordura, aislándonos de este duro mundo y los fracasos de nuestro gobierno. Mientras tanto la corrupción sigue escalando, los sistemas de salud se han derrumbado y la educación decae. Es en esta decadencia en la que está la mentalidad de la mayoría de nuestra población. Donde ya nadie demanda servicios porque no saben que pueden hacerlo. Sin educación, ¿cómo puede mi pueblo saber cómo pedir electricidad, sanidad, agua o carreteras? Es más probable que mi pueblo crea que un malvado vecino ha echado un maleficio a la mujer de John, que crean que la culpa de su tragedia es del gobierno. Las iglesias han reemplazado a los centros de la comunidad y con acceso limitado a internet, la capacidad de organización es extremadamente baja. Así, la revolución al estilo del norte de África no va a llegar a Nigeria. Esa no es nuestra historia.

En lugar de eso, nuestra historia parece que será una oportunidad menos ruidosa que sólo nos llegará cuando empecemos a pensar más allá de nosotros mismos. Cuando reconozcamos que estos muros caparazón en que nos refugiamos en realidad son de cristal, y cuando aquellos que puedan, empiecen a hacer más por las comunidades, nuestra gran familia, por John. Las soluciones para países como Nigeria están en nuestras manos. Y esta historia no tiene que ser sobre construir otro hospital u otro proyecto de estas grandes proporciones, que usted o yo probablemente no podamos asumir. Puede ser simplemente distribuir mosquiteras para las mujeres embarazadas de tu comunidad, para combatir la malaria, el mayor asesino de África. O podría ser ejercitar la fuerza de tu voz defendiendo que las mujeres aprovechen la atención prenatal en sus comunidades. Nuestra revolución silenciosa sólo seguirá a la demanda de una dedicación real a la pobreza que tiene encadenada la mente de nuestro pueblo. Nuestra revolución silenciosa significará rechazar la corrupción en todas sus formas, porque no podemos combatir la pobreza si somos corruptos nosotros mismos. Si nos quedamos callados, somos cómplices.

Todos hemos oído esta historia.

Estoy enfadada y me niego a quedarme callada. ¿De verdad pueden ustedes quedarse callados? Hay un largo camino hasta el cambio, pero debemos empezar el viaje de crear nuestra nueva historia africana.

Edith Jibunoh

Edith Jibunoh, vive en Abuja, Nigeria, es economista de Desarrollo y Ejecutiva Senior de la extensión africana de la Campaña ONE. Edith dirige las relaciones de los políticos africanos, ONG, medios y académicos. Está comprometida activamente en debates sobre democracia, corrupción y gobierno.

Publicado en Thought Leader, del Mail & Guardian, el 23 de mayo de 2011.

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