Desde su aparición, los dispositivos móviles han transformado radicalmente la manera en que interactuamos con el mundo exterior, pero en África han desatado una auténtica revolución social. El aumento en la conectividad a internet, la digitalización y el flujo más eficiente de las comunicaciones, la información y el conocimiento, han dado lugar al surgimiento de proyectos e iniciativas que tienen el potencial de reducir los niveles de pobreza y desigualdad, así como la reivindicación de derechos, libertades, demandas y reafirmación cultural.
El poder del móvil en el continente africano
Los seres humanos, a través del avance científico y tecnológico, somos capaces de adecuar el entorno para satisfacer y crear necesidades, lo cual ejerce una notable influencia en nuestra vida social y cotidiana en todos los ámbitos. El desarrollo de estos campos es de vital importancia, y por lo mismo, es promovido por intereses vinculados a la hegemonía y poderío mundial de las grandes potencias, al avance del desarrollo industrial y a la generación de pautas de consumo para maximizar las tasas de ganancia.
A partir del último siglo el mercado mundial se ha inundado de una gran variedad de mercancías que van transformado la percepción de las cosas, más allá de los fines originales para las que fueron creadas. En este sentido, de vez en cuando aparece un producto que destaca sobre los demás al cambiar por completo la forma en la que entablamos nuestras relaciones sociales e interpersonales, y ese es el caso del teléfono inteligente o Smartphone. Tan solo imaginen todo lo que dejarían de hacer si desaparecieran por completo. Es tal la enorme cantidad de funciones y cosas que podemos hacer con ellos, que estos aparatos tienen la capacidad para utilizarse prácticamente de cualquier modo posible, todo al alcance de la mano.
Como se mencionó al principio, en África los dispositivos móviles han provocado una gran revolución social, la cual todavía se encuentra en una etapa de consolidación, pero que es irreversible. Es cierto que resulta paradójico que con tantas carencias muchos africanos estén dispuestos a comprar un móvil, sobre todo considerando que más la de mitad de su población se encuentra por debajo de la línea de pobreza, dos de cada diez habitantes sufren de privación crónica de alimentos y tres de cada diez no tienen acceso a agua potable, pero de acuerdo con el último informe de la asociación GSMA Intelligence sobre el mercado de los móviles en África Subsahariana, a finales de 2019 en esta región había 477 millones de personas suscritas a los servicios de telefonía móvil, lo cual equivale al 45% de la población.
Actualmente en los pueblos y aldeas más apartados de cualquier país africano es más fácil encontrar antenas parabólicas y teléfonos móviles, que agua potable, escuelas, inodoros e, incluso, electricidad. En este continente las motivaciones por adquirir un teléfono de este tipo son complejas, y la realidad es que la telefonía va mucho más allá de las llamadas telefónicas y los mensajes SMS. En África el significado de tener un dispositivo móvil es mucho mayor que una cuestión de modas o estatus social, y si bien en el continente también se utilizan para fines de ocio y diversión, su uso está impactando positivamente en su calidad de vida.
Aunque las y los africanos también son vulnerables a los efectos negativos que están demostrados están relacionados con un uso indiscriminado frente al móvil, éste se ha convertido en un objeto que les empodera, con el cual pueden sentirse libres de expresar sus ideas, su situación económica, personal, familiar y comunal, sin ningún tipo de restricciones. Por tanto, resulta en una vía que les conduce hacia la creación de una ciudadanía mayor informada, comunicada y con aspiraciones democráticas, capaces de generar cambios de fondo en sus naciones.
Por si fuera poco, la penetración de los dispositivos móviles y una mayor conectividad a internet están cubriendo el déficit de servicios básicos en muchos lugares al proponer soluciones creativas e innovadoras, abarcando áreas tan diversas como agricultura, ganadería, la salud, la energía, la educación y los servicios financieros, entre muchos otros, convirtiéndose así en una herramienta capaz de combatir la pobreza. Estos son algunos de los casos de éxito donde se refleja el enorme impacto que tienen los dispositivos móviles sobre las sociedades africanas.
M-Pesa: Es una compañía creada en 2007 en Kenia que gestiona transacciones de dinero electrónicamente, que utiliza el móvil como si fuera una cartera o una cuenta bancaria. Ahora mueve transacciones con un valor equivalente al 25% del PIB de este país, y ha mejorado la situación de pobreza de aproximadamente 194.000 hogares.
Esoko: Es una plataforma que brinda servicios de asesoramiento agrícola que facilita la toma de decisiones de los pequeños agricultores rurales, disponible en países como Kenia, Ghana y Tanzania.
Eneza Education: Programa educativo que tiene el objetivo de que los estudiantes africanos mejoren su aprendizaje. Actualmente tiene dos millones de usuarios registrados, la mayoría de entre 10 y 18 años.
Airtel Malawi: Esta operadora lanzó un servicio en el cual, mediante mensajes SMS, brinda información sobre nutrición materna e infantil, mejorando en un 14.5% el conocimiento sobre estas prácticas.
Tigo Tanzania: De manera similar esta operadora, en conjunto con la UNICEF y el gobierno, crearon una aplicación que ha mejorado el registro de nacimientos. Desde 2013 se han registrado 1.3 millones de niños a través de este método.
De esta forma, el teléfono móvil es un arma muy poderosa para combatir las carencias que sufre África en muchos aspectos. No obstante, la repercusión de los mismos presenta desafíos evidentes, sobre todo en el aumento del número de usuarios y las mejoras en la infraestructura integral (informática, digital, eléctrica y servicios de telecomunicaciones, principalmente), por lo que su potencial puede ser mucho mayor. Lo importante es que África mantenga esta tendencia para que continúe exprimiendo al máximo las bondades que la tecnología relacionada a los móviles les ofrece.
El África digital y sus transformaciones
A mediados de los años noventa, el avance en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han dado paso a la digitalización, entendida como proceso por el cual estas tecnologías se implantan en los procesos de reproducción social y económica, lo cual supone actividades en cinco ingenierías: microelectrónica, telecomunicaciones, arquitectura de ordenadores, robótica y software. Este conjunto transforma la forma de llevar a cabo diversas tareas, la comunicación y el acceso al conocimiento. Por lo tanto, hablar de la digitalización equivale a referirnos a un fenómeno mucho más amplio que el uso de los dispositivos móviles, los cuales forman parte de ella.
En África, la digitalización se presenta como un ecosistema complejo y en construcción. Existen evidentes diferencias entre los entornos urbanos y rurales, y si bien las infraestructuras en las ciudades van en aumento, en el campo permanecen estancadas. A pesar de que la asimilación de las TIC es más lenta y tardía en comparación con otras regiones del mundo, en África este proceso presenta señas particulares, y aún con las limitaciones y carencias a las que se enfrentan, lo que han hecho los africanos es sorprendente. África innova y busca soluciones en el campo de las tecnologías digitales, empeñándose en que la construcción de la sociedad del conocimiento y de la información sea la oportunidad para que nunca más sea excluida del desarrollo de la humanidad. Hasta el siglo XX el continente presentaba un déficit tecnológico y de infraestructuras, pero a partir del siglo XXI, la tecnología se hace más accesible.
En un principio las principales corporaciones tecnológicas mundiales se mostraban escépticas para ofrecer sus paquetes y servicios en África, pero ahora el continente se ha convertido en un imán para ellas, las cuales intentan hacerse un hueco dentro del amplio mercado africano, en plena expansión y con un gran potencial.
Se han puesto en marcha una gran cantidad de iniciativas que intentan adecuar los espacios digitales a las especificidades de las naciones africanas. Por ejemplo, hay más de 2 mil lenguas africanas y muy pocas se pueden encontrar en internet, por lo que varios activistas digitales se encuentran trabajando en este asunto. Del mismo modo la digitalización se ha convertido en una oportunidad para hacer negocios, por lo que aparecen emprendedores que tratan de aprovecharlas. Algunas de ellas han tenido mucho éxito, como las señaladas en la sección anterior, pero su crecimiento es sumamente difícil ante un mercado fragmentado. También han surgido soluciones del lado de la programación.
Estas experiencias muestran la búsqueda de autonomía y la creación de mejores condiciones sociales para las y los africanos, pero lo más interesante de este fenómeno es que la ciudadanía, junto con la Sociedad Civil, van uno o dos pasos adelante que los Estados en cuanto a la difusión y asimilación de las TIC, al presentar iniciativas más vanguardistas, innovadoras, creativas y constructivas. Y es en el ámbito político donde más se refleja esta realidad. El uso de internet y las redes sociales juegan un rol de cohesión, reafirmación de comunidad y toma de protagonismo de la ciudadanía, permitiendo el intercambio de ideas y opiniones entre sus compatriotas y con gente de otros países. De esta forma, internet aparece como un instrumento de homogeneización cultural, donde unos mensajes pueden marcar la diferencia entre morir y sobrevivir. Así ha quedado demostrado en la lucha contra el combata al COVID-19, en donde activistas y Organizaciones de la Sociedad Civil han sido los primeros en responder a esta emergencia.
En los últimos años las campañas digitales y un incipiente ciberactivismo están modificando el panorama de la participación social y política en el continente. Y es durante las elecciones políticas cuando se manifiesta con mayor intensidad dicha participación, pero lejos del modelo de “activismo pasivo” arraigado en muchas partes de Occidente, las redes sociales son el vehículo que lleva a la arena pública la indignación y el descontento de los ciudadanos africanos con sus gobiernos. Los temas que más se comentan tienen que ver con asuntos como el racismo, la injusticia, la corrupción, la transparencia, los abusos y las represiones policiales.
Las transformaciones políticas y sociales que directa o indirectamente tienen que ver con un mayor uso del internet nos proporcionan un material suficiente como para escribir una obra con varios volúmenes, que incluyen caídas de dictadores, reformas a las leyes, referéndums, renuncias de funcionarios públicos, campañas digitales masivas y mucho más. Aquí no pretendo profundizar en ellos, tan solo remarco que estos movimientos en pocos años han modificado el statu quo africano, cuestionando las bases y los principios sobre los que descansan los Estados africanos. Muchos gobiernos están conscientes de esta situación y han tomado medidas al respecto, por lo que ya es frecuente escuchar de cortes en la conexión a internet y apagones digitales cada vez que hay elecciones u ocurre alguna situación grave que amenace sus intereses, y de este modo logran evitar en parte que la agitación social se vuelva incontrolable.
Por tales motivos, no exagero al afirmar que en el espacio digital y la utilización de los dispositivos móviles es donde se juega en mayor medida el futuro del continente africano. Este hecho ofrece muchas bondades a las sociedades africanas, pero también el entorno digital también supone importantes riesgos y amenazas. Una de ellas es el poder que pueden adquirir los gigantes de la tecnología y medios sociales, como Facebook, Google, Samsung, Huawei y Virgin, por lo que es necesario introducir esquemas que eviten las prácticas desleales y abusivas.
Pese a ello, tenemos algunas empresas africanas presentes, como es el caso de la sudafricana MTN, la principal operadora de servicios de telefonía móvil en el continente. Hace unos meses Ruanda presentó los primeros Smartphones hechos en África, lo cual es una buena noticia, pero que oculta el hecho de que este país es el primer exportador mundial de coltán, un mineral indispensable para el funcionamiento de los dispositivos móviles, a pesar de que no existen reservas probadas de este mineral, que en cambio sí se encuentran en la vecina República Democrática del Congo, por lo que el expolio es más que evidente. Este aspecto en cuanto al control de los recursos naturales es fundamental en la construcción de un entorno digital más justo, inclusivo, accesible y sustentable.
Pero el desafío más grande es, sin duda, la ampliación de los beneficios de la digitalización a toda la población. Algunas instituciones, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), plantean la creación de una “canasta básica” de tecnologías de la información y las comunicaciones para todos los hogares, misma que podría tener un teléfono inteligente, una tableta, un plan de conexión a internet para los hogares y otros accesorios relacionados, todo lo cual tendría un costo equivalente promedio al menos del 1% del PIB, aunque en el caso de los países africanos el costo sería mayor.
En el primer trimestre de 2020 la tasa de penetración de internet en África era del 39.3%, 19.5 puntos porcentuales menos que el promedio mundial, según Internet World Stats, aunque se espera que aumente tanto el número de conexiones como de Smartphones en más del 10% para 2025., pero no es solamente una cuestión de materiales e infraestructuras, sino que es necesario continuar con la educación y formación de habilidades y competencias digitales.
El gran reto es avanzar hacia un nuevo modelo de gobernanza para asegurar un estado de bienestar digital que promueva la igualdad, proteja los derechos, garantice el uso seguro de datos y genere un cambio estructural progresivo. En África ya existe una base sólida sobre la cual se requiere trabajar para mantener y ampliar los beneficios a una mayor proporción de la población. El mensaje es claro: las sociedades africanas están determinadas a transformar su realidad a través de la digitalización, sin importar si en el camino se llevan por delante a los gobiernos, por lo cual no es posible comprender la agitación social y política que prevalece en África sin observar qué es lo que sucede en los espacios virtuales y digitales.
Original en: Tlilxayac