¡La reforma necesaria de la ONU!

5/10/2012 | Opinión

El presidente de Benín, Yayi Boni, presidente en ejercicio de la Unión Africana (UA), el 25 de septiembre de 2012, planteó a los Estados miembros de la ONU la cuestión de la presencia de un país africano como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la organización. Según él, el continente merece un lugar en este círculo limitado de la gobernanza mundial al mismo nivel que los cinco miembros permanentes: los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, China y Rusia. ¿Se podría considerar así, si nos fijamos en la evolución socioeconómica y política a escala mundial desde la creación de la organización en 1945 hasta el día de hoy?

Mantener la paz y la seguridad internacional, requisitos indispensables para cualquier desarrollo, han sido el leitmotiv desde la creación de la ONU. Con este fin, se han ejecutado todos los mecanismos para salvaguardar estos valores; cualquier acción que permitiera hacer frente a amenazas de seguridad. Hay que reconocer que más de medio siglo después, los problemas han cambiado y nos encontramos con otro tipo de desafíos. Los métodos y las estrategias también deben cambiar y adaptarse a las realidades del siglo XXI, para así ser eficaces. De ahí, la necesidad de una reforma de la ONU, en todo su conjunto.

En primer lugar, encontramos el Consejo de Seguridad compuesto por un puñado de países, los vencedores y aliados de la Segunda Guerra Mundial, mientras que las alianzas han cambiado de naturaleza. Al finalizar la guerra, las grandes potencias fueron alcanzadas y adelantadas económicamente por otras. En 2010, los EE.UU., China, Alemania y Japón ocuparon los primeros rangos mundiales en el comercio de mercancías. Así, ¿países emergentes como Brasil o la India (uno de los países más poblados del mundo) deben permanecer al margen de los asuntos internacionales frente a su peso económico?

En la medida en que esta institución pretende ser global, debe ser representativa de todo el mundo a todos los niveles. Todos los continentes deben poder sentarse en la mesa del Consejo Permanente. África, en particular, tiene un papel que desempeñar, sobre todo por el hecho de que más del 80% de los problemas que se somete a este organismo proceden de este continente y el 25% de los miembros de la ONU viven allí. En 2011, el ex presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, hizo la siguiente pregunta: «¿Cómo podemos aceptar un mundo en donde el 60% de las operaciones de mantenimiento de la paz decididas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tienen lugar en África y se determinan por un Consejo sin ningún miembro permanente africano?” Por otra parte, ¿no es hora de que economías como Suráfrica y Nigeria dejen de ser ignoradas, puesto que son referencias en el continente africano?

Adaptar la ONU a los nuevos retos

Además, con las nuevas formas adoptadas por el terrorismo, ¿no deberíamos pensar en dar un nuevo rostro a las Naciones Unidas? De hecho, los ataques terroristas que se produjeron, abiertamente, con los atentados del 11 de septiembre de 2001, desafiaron todas las organizaciones creadas en virtud de la seguridad. Estos acontecimientos demostraron que la ONU y las grandes potencias no son infalibles y sobre todo que se deben hacer reformas, si la organización pretende ser eficaz. En una década, la red de Al-Qaeda se ha extendido geográficamente, aunque el guía espiritual haya sido eliminado. El Magreb ya se ha visto afectado y Mali ha sido uno de los países del África subsahariana que ha sufrido la peor parte de sus actos. Lógicamente, se entiende la presencia del primer ministro de Mali, Cheik Modibo Diarra, en este encuentro mundial, que comenzó el 19 de septiembre de 2012 en Nueva York. Y era natural que pidiera apoyo internacional para luchar contra los rebeldes que ocupan la parte norte de su país. No se suele decir, “¿a grandes males, grandes remedios?” Frente a un ataque internacional, una respuesta del mismo tamaño sería sin duda la solución.

Hoy en día, existe una tendencia mundial hacia el desarrollo de economías verdes a través de la innovación tecnológica, una revolución «verde» en la agricultura, la reducción del riesgo de catástrofes y el apoyo institucional y político. Desde la primera revolución industrial, los ingresos mundiales y la población mundial han crecido de manera exponencial. Importantes avances tecnológicos han sido realizados a veces a costa de la degradación del medio ambiente y las condiciones de vida. Mientras tanto, la demanda de energía, la producción de residuos y la contaminación también han aumentado. Esta situación económica no debería perdurar al poner en peligro el planeta y las generaciones futuras. Esto no era la prioridad en el año 45, cuando nació la Organización de las Naciones Unidas. Las reformas van a permitir tener en cuenta esta necesidad.

Durante más de treinta años, la pregunta vuelve a surgir en varias ocasiones con argumentos muy sólidos los unos con los otros. Incluso ya se han formulado propuestas de reforma, pero hasta el momento nada ha dado como resultado lo referente al Consejo Permanente. Secretarios Generales se suceden sin ningún cambio, sin embargo, para la supervivencia misma de las Naciones Unidas, más pronto o más tarde, las reformas deberán realizarse. De lo contrario, serán impuestas, ya sea por el juego de las alianzas o por países interventores, a través de los intereses económicos. Razón por la cual los gobiernos deben trabajar para el advenimiento de un nuevo orden internacional más justo. Esto promoverá la visión de paz y seguridad en la aldea global y tal vez se especificará el deseo expresado por el Secretario General de la ONU, Ban Chi-Moon, en la ceremonia de apertura: «En conjunto, si todos estamos a la altura de nuestras responsabilidades, podemos hacer frente a los retos actuales, aprovechar las oportunidades de una época llena de cambios espectaculares y dar nueva vida a los principios y objetivos de nuestra Carta.»

Séraphine SOME/MILLOGO

Publicado en Sidwaya, Burkina Faso, el 26 de septiembre de 2012.

Traducido por Ana Orri Blanch, para Fundación Sur.

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