La RDC… “¿patrimonio universal?”

10/11/2009 | Opinión

La República Democrática del Congo tiene serias dificultades a la hora de ejecutar las recomendaciones que hacen los autores del informe mundial de 2009 sobre el desarrollo humano. El objetivo de los Estados “sin fronteras”, en los que las personas deberían circular sin problemas, le pone en una situación delicada en relación consigo misma, con sus “vecinos” más próximos y con otros países. Tratándose de un país en sí, sufre un grave déficit de estadísticas demográficas pues los congoleños son incapaces de determinar, con precisión, su número. Se permite todo tipo de especulación: 50 millones, 60 millones o incluso 70 millones de habitantes. Además, están esperando constantemente un carnet de identidad oficial. Sin embargo, no se ha organizado ningún censo científico o administrativo en este país desde 1984. Debido a que no se sabría decir con exactitud el número de nacionales (hombres, mujeres y niños) que viven en la RDC, se hace muy difícil la definición correcta de las necesidades en cuanto a empleo, escuelas, hospitales, alimentación, hábitat, carreteras, puentes, aeropuertos, puertos, para planificar su encargo.

Con respecto a las relaciones con los países “vecinos”, se dan dos situaciones: la primera y más inquietante es la fobia al excedente demográfico de Ruanda y Burundi; la segunda concierne a la emigración, llegando al límite de la anarquía, de los congoleños hacia el extranjero. Tanto en un caso como en otro, el estado congoleño encuentra muchas dificultades para controlar los flujos migratorios tanto hacia sus porosas fronteras del este como hacia las del interior. Suprimir las barreras administrativas significaría, para la RDC, abrir sus puertas de par en par a las colonias Hutu y Tutsi ruandesas y burundesas, que sólo pedirían abandonar sus países de origen, por razones de sobra conocidas. De esta manera, se atisban problemas de difícil convivencia entre los autóctonos congoleños y los emigrantes ruandeses y burundeses, sobre un fondo de conflictos por territorios, intereses y cultura. Una decisión así también tendría como consecuencia la llegada a la RDC de flotas de sudanesas, centroafricanas y, probablemente, de africanos del oeste, en busca de territorios que les acojan. Antes de obligar a los gobernantes congoleños a que favorezcan los flujos migratorios desde el exterior hacia el interior, nuestros socios harían bien poniendo a su disposición los medios necesarios para realizar censos con regularidad, para la planificación de infraestructuras, para resaltar los recursos naturales, para relanzar la producción agrícola e industrial, para la seguridad de las personas y sus bienes, etc. Se debería realizar un enorme trabajo de organización y administración y de creación de los de arriba para una buena gestión de los inmigrantes libres de más abajo. En el contexto actual, la RDC no puede permitirse el lujo de funcionar como un “patrimonio universal”. Ningún estado del mundo tiene un estatuto igual en estos tiempos en los que la inmigración clandestina se ha convertido en una plaga.

(Kimp.)

Publicado en Le Phare, de la República Democrática del Congo, el 19 de octubre de 2009.

Traducido por Juan Son Ceballos, para Fundación Sur.

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