Autor: Alejandro de los Santos
Rubén Monsuy es el primer director de cine que realiza un largometraje documental en Guinea Ecuatorial. “Feguibox” cuenta la historia de Salvador y Castillo, jóvenes promesas del boxeo local que aspiran a clasificarse a los Juegos Olímpicos. Sin embargo, su principal lucha está fuera del ring: deben enfrentarse a la pobreza y a su falta de disciplina. La historia es un nítido reflejo de la realidad social, económica y lingüística de la sociedad actual del país. Algo de lo que no ha estado exento este joven realizador. Aquí nos habla de su nación, sus anhelos y de la importancia del cine para el desarrollo de los ecuatoguineanos.
¿Podría hablarnos de la relevancia del cine en la historia de Guinea Ecuatorial?
La cultura cinematográfica es relativamente nueva en Guinea, ya que fuentes históricas revelan que el primer cinematógrafo llegó en 1904. Los guineanos tomamos el cine para entretenernos, pero desde que lo descubrimos como un arte, nuestra gran motivación, la mía en particular, es hacer cine y utilizarlo para escribir la historia del país. El cine es una herramienta clave y necesaria. La historia de Guinea Ecuatorial no solo debe escribirse por la política o a través de la política. El arte también tiene algo que aportar y particularmente, el arte de la imaginación.
¿Cómo empieza Rubén Monsuy en el mundo del cine?
Hubo una época en la que trabajé en una empresa de construcción como operador de máquinas pesadas. Una tarde después del trabajo, me quedé conversando con mi mejor amigo. Él había empezado a asistir a cursos de cine. Me contó las buenas experiencias que vivía y lo interesante que era hacer una película. Despertó mi interés y me apunté al año siguiente. Mi primera experiencia fue en un curso de dos semanas. Los compaginaba con el trabajo. Al final del taller rodamos un cortometraje donde hice de productor. Fue una experiencia increíble, creo que es la primera vez que experimenté la libertad.
¿Qué vino después?
Junto a amigos, empezamos a realizar un programa de TV que se emitía cada 15 días en la televisión nacional. Paralelamente fundé con otros compañeros la Asociación Cinematográfica de Guinea Ecuatorial (ACIGE) que actualmente la represento a nivel internacional. Todo empezó en 2008. Dos años después hice mi primer cortometraje documental, “Marfil”, y hasta ahora el cine se ha convertido en mi guía.
¿Hay algún tipo de apoyo a la producción cinematográfica de parte del gobierno?
La falta de infraestructura cultural eficiente sigue siendo un problema para el cine en mi país. Ello afecta de manera directa al arte en general. Todavía no podemos hablar de “subvención” al cine como se considera en otros lugares. Aún no tenemos apoyo financiero, pero sí se pueden conseguir permisos de grabación con facilidad. Además, al ser novatos, creo que la principal tarea tiene que ser aprender; ver cómo lo han hecho en otros lugares para saber escoger la forma que puede ser aplicable a nuestra realidad.
“Feguibox” ha recibido financiación del Festival Internacional de Cine de Göteborg, el fondo Hot Docs-Blue Ice Group y el Festival de Cine de la Riviera Maya. ¿Se ha realizado toda la producción de la película en Guinea Ecuatorial?
Debo precisar que no hubiéramos podido hacer la película en el tiempo que la hicimos sin su apoyo. La cinta se tenía que rodar en Guinea porque los protagonistas viven allí. Pero la postproducción se hizo en Barcelona. Decidimos editarla allí junto a mi socio Gabriel Amdur, porque teníamos muchas más facilidades. Además, él había conseguido hablar con la editora de la película que también vive en Barcelona. O sea, la producción la hicimos en Guinea Ecuatorial y la posproducción en España.
¿Por qué decidió retratar la historia de Salvador y Castillo?
El cine documental, por su carácter moralista, tiene mucho que decir en sociedades como la mía. Salvador y Castillo no están muy lejos de mi realidad. Intento utilizar el cine para plantear los problemas que afectan a mi gente. Cada día nosilusionamos y desilusionamos, pero lo que nunca se pierde es la esperanza. Me di cuenta de que su pelea no estaba en el ring, sino fuera. Pero el boxeo me introdujo a su realidad y me vi identificado. Al llegar a su intimidad, fui consciente de que en el ring se reciben golpes, mientras que la sociedad prácticamente los noquea.
En “Feguibox” se aprecia que los boxeadores deben dedicarse a varios trabajos a la vez para poder subsistir. ¿Qué opina usted de esta realidad?
Me hubiera gustado que los boxeadores dedicasen todo su tiempo a boxear, que viviesen de ello. Esto significaría asumir la esfera profesional, tomar muchas responsabilidades. Lamentablemente, no es así. Espero que haya más voluntad por parte del comité de boxeo. Deseo que tomen conciencia del esfuerzo que hacen estos chicos y los que aspiran a dedicarse a este deporte. Tienen que hacer el esfuerzo de garantizarles el pan y mejores expectativas.
La mujer de Salvador llega a decir que el único trabajo que queda en Guinea Ecuatorial es el de militar. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?
No estoy ni a favor ni en contra. Creo que cada uno tiene derecho a ser militar o no, si quiere. Es fácil alistarse en el ejército, pero no creo que se pretenda que sea la única alternativa de los jóvenes. Caso contrario, no habría empresas operando en el país. También hay que decir que formamos parte de una realidad que tiene identidades diferentes y sensibilidades diversas. Por ejemplo, ahí tienes también la situación de la mujer; un tema que todavía es muy poco valorado: sigue sometida bajo el yugo del dinero, sexo y poder.
¿Cómo ve el futuro del cine en su país?
Antes me parecía nublado, quizá porque tenía pocas expectativas. Ahora lo veo más claro. Veo que lo que viene depende de todo lo que hagamos ahora. Estamos en el comienzo; es difícil y se requieren muchos esfuerzos, pero sobre todo, buena voluntad. Lo importante es que para que el individuo encuentre su lugar en la sociedad, hay que pensar en formar, formar para diversificar. No me preocupa que el cine tenga o no futuro, sino qué futuro le vamos a dar. Espero y estoy seguro de que nuestro cine tendrá el porvenir que se merece: digno y próspero.
En la película se utilizan varios idiomas: español, pidgin y fang. ¿En qué casos se utiliza uno u otro en Guinea Ecuatorial?
En los 28 mil km2 que componen la extensión territorial de Guinea Ecuatorial convivimos seis culturas diferentes. Están los fang, ndonwe, bisio, bubis, anobobeses y fernandinos criollos. Cada una de estas culturas tiene su propia identidad y se manifiesta con diferentes particularidades. Los descendientes de países donde se arraigaron el inglés, el francés y el portugués son los que fortalecieron el pidgin en Guinea Ecuatorial, de alguna manera tenían que comunicarse. Entonces, luego del español, puedo decir que el pidgin se ha convertido en el segundo o el tercer idioma más popular y tiene más presencia entre los jóvenes. Sobre todo en la gente que ha nacido o crecido en la isla.
¿Qué ocurre específicamente con el español?
Es el único idioma que está definido institucionalmente. El resto de los idiomas se utilizan dependiendo de con quién te encuentres o te cruces por la calle. Obviamente, si te cruzas con un nigeriano que no sabe hablar español, directamente podréis comunicaros en pidgin. En el encuentro entre un bubi y un fang, si son jóvenes, dependiendo de la ocasión, se optaría por el pidgin o el castellano. De esta manera definimos el uso de los idiomas que cohabitan en nuestro pequeño territorio.
Perfil del director
Rubén Monsuy nació en Guinea Ecuatorial en el año 1985. Creció en uno de los barrios más pobres de Malabo, capital de Guinea Ecuatorial. Era muy aficionado al cine desde que era niño y pasaba la mayor parte de su tiempo en los videoclubes. Inició su formación audiovisual en el Centro Cultural Español de Malabo gracias a diferentes talleres de formación en el año 2008. Al año siguiente fundó con sus amigos la ACIGE, la primera asociación de cineastas de Guinea Ecuatorial. Dio sus primeros pasos profesionales como actor en diversos cortometrajes. Más tarde se lanzó como guionista y director. Es autor de los cortometrajes “Taxista” (2010) y “Marfil” (2011), “María Adá” (2011) y los documentales “Lámpara” (2013) y “Feguibox” (2015). Este último trabajo, constituye su primer largometrajedocumental como director y coproductor.
Ver: FEGUIBOX
Original en : Afribuku