La primera mujer alcaldesa de Egipto se toma su cargo con calma

16/12/2008 | Crónicas y reportajes

Eva Habil acaba de convertirse en la primera mujer alcalde de Egipto, pero ya parece relajada en su rol pionero, mientras pasea por los alrededores de su comunidad, vestida con unos vaqueros y un jersey rosa.

“Ella será una buena líder, como sus antepasados”, declara Jamil Guirguis, un anciano vestido con una galabiya tradicional blanca, mientras se bajaba de su burro para dar la bienvenida a la nueva alcaldesa. “Además, en Alemania hay una mujer en el poder…”, añade.

Habil, una abogada cristiana de 53 años, venció a los otro cinco candidatos, hombres todos ellos, incluido su hermano pequeño, para convertirse en alcaldesa de la ciudad predominantemente copta de Komboha, al sur de Egipto.

El nombramiento de una mujer para el más alto puesto cívico en la comunidad de criadores de ganado, desafiando la tendencia de una nación musulmana cada vez más conservadora, fue confirmado por el ministerio de interior el pasado mes de noviembre.

“No me lo puedo creer. Soy la primera mujer alcaldesa en Egipto”, dice mientras un montón de niños se agolpa a su alrededor, sonriendo de admiración.

“Mi padre fue alcalde (de Komboha). Nací aquí. No he saltado en paracaídas de ninguna parte”, declara Habil. Admite, sin embargo, que la generación más mayor la apoyó más que los jóvenes de la ciudad de 10.000 habitantes.

Lo cierto es que su nombramiento ha sacudido las normas en Egipto, donde las mujeres van muy por detrás de los hombres en política.

Aunque Egipto fuera el primer país árabe en dar a las mujeres el derecho al voto, en 1956, su progreso en la esfera pública ha sido lento durante décadas, entre un creciente conservadurismo.

Hoy, sólo hay nueve mujeres entre los 454 escaños parlamentarios de Egipto. Cuatro de ellas fueron elegidas, mientras que las otras cinco fueron nombradas por decreto presidencial.

El nombramiento de Habil como alcaldesa se hace eco de una arraigada tradición rural en Egipto que es que los puestos administrativos son pasados de padres a hijos, incluso esta vez la hija ha alcanzado el puesto más alto.

“Mi madre no estaba contenta cuando nací, porque ella quería un niño”, recuerda la nueva alcaldesa.

Como mujer y cristiana, Habil sabía que debía enfrentarse a enormes retos en el camino de la política orientada a los hombres de Egipto, un país dominado por los musulmanes sunís.

“Cuando era estudiante en Ain Shams University, en El Cairo, en los años 70, la minifalda estaba de moda y la emancipación de la mujer podía verse en el horizonte”, comenta. Pero el resurgimiento islamista, hace más de tres décadas, destrozó sus esperanzas de juventud y las de sus amigos musulmanes seculares.

“Mis amigos musulmanes y yo sentimos una oleada de shocks”, asegura.
Mientras un creciente número de mujeres musulmanas de todas las condiciones de vida optaron por llevar pañuelos para cubrir sus cabezas guardando el código de vestimenta religioso, las cristianas llevaban cruces para mantenerse aparte de todo.

“Las coptas empezaron a llevar cadenas con enormes cruces en reacción”, al resurgimiento islámico, cuenta Habil que insiste en que la ciudadanía debería prevalecer sobre las diferencias religiosas. “debemos, en primer lugar y por encima de todo, proclamarnos egipcios”, señala.

Los coptos de Egipto –la comunidad cristiana más grande de oriente medio- son aproximadamente entre el 6 y el 10 % de los 80 millones de habitantes del país.

A veces las tensiones se elevan entre los musulmanes egipcios y las comunidades cristianas.

Por temor a que los pequeños partidos seculares de oposición de Egipto, fuesen despreciados por el influyente grupo de oposición de los Hermanos Musulmanes, Habil se unió al Partido Nacional Democrático, del gobierno del presidente Hosni Mubarak.

En los últimos días, miembros del partido como Amal Abdel Gawad, han ido a Komboha, una pequeña ciudad situada entre los fértiles campos del Nilo y las áridas montañas del desierto, para felicitar a Habil.

Abdel Gawad lleva un niqab, un velo que tapa toda su cara menos los ojos, y guantes en las manos.

Su marido Wahid la ha acompañado y la interrumpe cuando es preguntada si la gustaría emular a Habil y convertirse en alcaldesa un día. “No lo permitiría. Soy su marido”.

La soltera Habil admite que las cosas avanzan despacio para las mujeres en una sociedad dominada por los hombres.

“Soy la primera mujer alcaldesa, pero créanme que habrá otras”, asegura, señalando a un grupo de niñas a su alrededor.

Alain Navarro

(Daily News, Egipto, 15-12-08)

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