La Presa del Renacimiento en Etiopía: una colosal presa con considerables consecuencias

30/01/2013 | Opinión

Si no se supervisa concienzudamente la nueva y secreta presa en Etiopía, ésta podría tener un impacto negativo en el ámbito medioambiental, social y político.

Mientras Egipto vivía importantes cambios políticos a lo largo del año pasado, Etiopía iba dando poco a poco los pasos necesarios para dar a conocer su «Proyecto X»: la construcción de una inmensa presa hidroeléctrica en el Nilo Azul a sólo 40 km de la frontera sudanesa.

Analistas políticos, expertos medioambientales e hidrólogos ya han mostrado su preocupación, no sólo por el impacto ecológico que tendrá la presa, sino también por las posibles tensiones entre las tres naciones al este del Nilo y por la carga financiera entre los etíopes a causa de esta inmensa presa.

Este proyecto, que está previsto que finalice en 2015 y que se ha rebautizado recientemente como la Presa del Gran Renacimiento Etíope, se convertirá en la mayor planta hidroeléctrica de África. La magnitud del proyecto es sorprendente: por un lado, la planta será capaz de producir casi el doble de la electricidad que produce la presa de Asuán (en Egipto) y, por otro, el embalse tendrá una capacidad de 63.000 millones de metros cúbicos, lo que significa que es dos veces mayor que el lago natural más grande de Etiopía. Aunque lo realmente importante para los vecinos etíopes del Nilo es que el llenado de esta inmensa presa seguramente vaya a reducir drásticamente la corriente de agua en Egipto y en Sudán durante años, incluso puede llegar a alterar para siempre la cantidad de agua que se pueda extraer del río.

Filtración de detalles

La planificación e implementación de este proyecto se ha decidido a puerta cerrada, por ejemplo, el partido gobernante favoreció y adjudicó el contrato de 4.800 millones de dólares a la empresa italiana Salini Costruttori sin que hubiera existido previamente algún concurso público; Salini es la empresa que está construyendo en Etiopía la polémica presa Gibe III en el río Omo.

A esto hay que sumarle que el diseño de este proyecto se mantuvo en secreto hasta que se empezó a acondicionar el lugar de construcción y cogió por sorpresa a los gobiernos regionales, a los organismos que elaboran la planificación del Nilo y a los donantes occidentales; aunque resultó especialmente sorprendente para las agencias noruegas que colaboraban con el gobierno etíope en un proyecto similar en ese mismo tramo del Nilo y que, con la presa del Renacimiento, queda obsoleto.

La opacidad del gobierno continúa incluso después de la presentación del proyecto: los análisis de los expertos, que normalmente van parejos con este tipo de proyectos titánicos, o bien no se han llevado a cabo o bien se han mantenido en secreto; ni existe valoración medioambiental pública sobre este proyecto ni se tomó medida alguna para que, antes de su presentación, se debatiera abiertamente el impacto de esta presa en los países situados en la cuenca del bajo Nilo (Egipto y Sudán).

¿Hacen aguas los planes medioambientales y sociales?

Las consecuencias para los países vecinos de Etiopía situados en la cuenca del bajo Nilo pueden llegar a ser catastróficas: la capacidad del embalse de la presa del Renacimiento será de casi 1,5 veces la media anual del caudal del Nilo Azul y el llenado del embalse, que durará entre 3 y 5 años, afectará drásticamente a la agricultura, a la electricidad y al abastecimiento de agua en las naciones situadas precisamente en la cuenca del bajo Nilo. Las pérdidas por evaporación en el embalse de la reserva pueden llegar a los 3.000 millones de metros cúbicos anuales.

La presa retendrá sedimentos y el gobierno etíope argumenta que esto tendrá un impacto positivo, ya que se incrementará el ciclo de vida de otras presas situadas río abajo, sobre todo en Sudán donde, por ejemplo, la presa Roseires ha quedado inutilizada como consecuencia de la sedimentación. Pero, ¿qué sucede con el ciclo de vida de la propia presa del Renacimiento? Ésta es una cuestión importante por lo que respecta a la viabilidad de la presa y, sin embargo, no existe ningún plan donde se contemple la gestión de las cuencas hidrográficas ni de la conservación del suelo. Es más, la retención de sedimentos en el embalse de la presa reducirá considerablemente la fertilidad de las tierras en la cuenca del bajo Nilo; el agua sin sedimentos que proceda de estas presas aumentará la erosión, lo que puede provocar que el cauce del río se ahonde y que la recarga acuífera disminuya.

Algunos pronostican incluso unas consecuencias mucho más devastadoras a raíz de la construcción de la presa: la Presa del Gran Renacimiento está ubicada en el Gran Valle del Rift (cerca de la Depresión de Afar), una zona con grandes perturbaciones tectónicas que, según algunas opiniones, podría finalmente partir el continente en dos. La presa puede ser vulnerable al riesgo de seísmos, pero se desconoce si se ha analizado este riesgo o si, por el contrario, la presa ha sido diseñada para resistir el mayor de los terremotos; cualquier fallo en esta inmensa estructura pone en peligro a más de cien millones de personas que viven en la cuenca baja del río.

El mayor de los riesgos es «la sismicidad inducida por el embalse»: un presa con un embalse tan grande como éste no es que sea sólo vulnerable a eventos sísmicos, sino que los causa; los científicos creen que existen más de cien casos repartidos en seis continentes en los que grandes embalses han provocado terremotos, siendo el más grave de todos el sucedido en China en 2008 con una magnitud de 7,9 que según algunos expertos fue provocado por la presa de Zipingpu.

Frenar una ola de críticas

Algunas de las inquietudes con más peso acerca de la construcción de la presa son políticas. A pesar de que las fechas coincidan con las revueltas en Egipto, el súbito descubrimiento de este proyecto no estuvo exento de protestas; el principal miedo de Egipto es la reducción de su principal suministro de agua —que procede del Nilo— y de los nutrientes y sedimentos indispensables para la agricultura.

Hacia el final del gobierno del anterior primer ministro Meles Zenawi, la postura de Etiopía sobre el Nilo pasó a ser mucho más agresiva y, por ello, se comenzaron a construir grandes presas hidroeléctricas; sin embargo, no todas las tensiones en la zona, por lo que respecta al control del agua del Nilo, se centralizan en Etiopía, ya que en mayo de 2010, cinco estados situados en la parte alta del Nilo (Etiopía, Kenia, Uganda, Ruanda y Tanzania) firmaron el Acuerdo del marco de cooperación (CFA, por sus siglas en inglés) para así lograr un mayor acceso a las aguas del Nilo. Egipto se opuso con contundencia a esta estrategia y apeló a un tratado de la era colonial (de 1929) para ejercer su exclusividad sobre el suministro de agua de este río.

Estas tensiones alcanzaron su punto álgido con la presa del Renacimiento: tras darse a conocer en marzo de 2011, las autoridades egipcias se apresuraron a presionar, gracias al apoyo internacional, e insinuar que, con tal de proteger este recurso vital, cualquier respuesta militar que se diera no podría juzgarse como desproporcionada; de hecho, Wikileaks recientemente hizo público una serie de documentos en los que se detallaba un plan de Egipto para atacar la presa desde Sudán.

Pero aparentemente estas actitudes se han suavizado y existe un diálogo entre Egipto, Etiopía y Sudán. En un intento de apaciguar la ira egipcia, el gobierno etíope propuso que un grupo de expertos internacionales examinaran y evaluaran qué impacto tendría la presa en los países situados en la cuenca del bajo Nilo; es un grupo de diez personas formado por dos miembros de cada uno de los tres países al este del Nilo y cuatro expertos internacionales cuyos nombres se desconocen y cuyas reuniones se hacen a puerta cerrada; no obstante, se espera que de aquí a cuatro meses comuniquen sus conclusiones. De esta manera parece que los vecinos de Etiopía se han calmado.

Independientemente de las conclusiones de este grupo de expertos, el gobierno etíope parece que continuará con la construcción de la presa. En septiembre de 2012, el ministro etíope de Asuntos Exteriores declaró que Etiopía nunca se detendría o se ralentizaría en la construcción de la presa debido a presiones externas, lo que puso en tela de juicio el trabajo de este grupo de expertos. Sobra decir que hay muchas personas en Sudán y en Egipto a las que preocupa seriamente este proyecto.

Independientemente del resultado de este arbitraje político, es una irresponsabilidad por parte de Etiopía construir el mayor proyecto hidroeléctrico en África en el río que mayor controversia despierta y no proporcionar una valiosísima información sobre los impactos de la presa. Es un proceso deficiente que difícilmente puede derivar en un proyecto sostenible. Si el gobierno etíope tiene la intención de mantener unas buenas relaciones con sus vecinos del Nilo, y si realmente quiere desarrollar unos proyectos prósperos para su gente y para el resto de la región, debería fomentar una mayor transparencia en su hermético proyecto de desarrollo.

Rectificación del 5/12/2012: Se ha eliminado, a petición del autor de este artículo, la tercera línea del último párrafo donde se expresaba que Egipto había moderado su oposición a la presa.

HAYDAR YOUSIF

Publicado en Think Africa Press el 3 de diciembre de 2012.

Traducido para Fundación Sur por Rocío Murillo.

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