La pequeña ciudad oasis que lidera la lucha contra la privatización del agua

5/04/2024 | Crónicas y reportajes

Durante más de 100 días, los residentes de Figuig, en Marruecos, han estado protestando contra los planes para permitir que una empresa privada gestione el suministro de agua potable.

Durante más de tres meses, multitudes han salido a las calles de la pequeña ciudad oasis de Figuig, en el este de Marruecos, para protestar contra la propuesta de privatización del agua. Todos los martes y viernes, residentes de todas generaciones se han unido para exigir que el agua siga siendo un bien público y asequible para todos.

Las manifestaciones comenzaron en noviembre de 2023 después de que el consejo municipal aprobara una moción para permitir que una empresa privada, Al Sharq Distribution Group, gestionara el agua potable de la ciudad. Los concejales a favor apenas superaron a los que estaban en contra, 9 a 8, en una votación que, curiosamente, se produjo pocos días después de que el mismo consejo votara por unanimidad en contra de la propuesta.

Los residentes, temiendo que la privatización pudiera provocar un aumento de precios del agua, organizaron inmediatamente manifestaciones que han continuado, dos veces por semana, desde entonces. Las manifestaciones han contado con una participación particularmente fuerte de mujeres, varios cientos –si no miles– de las cuales encabezaron una marcha de mujeres en enero de 2024.

Al inicio del movimiento, la gente boicoteó el mercado local para mostrar su descontento. Más recientemente, según activistas locales, numerosos hogares de esta ciudad de unos 11.000 habitantes han dejado de pagar sus facturas de agua en señal de protesta.

Mustapha Yahia, miembro del Consejo municipal y del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), en la oposición de la ciudad, que estuvo entre los que votaron en contra del plan de privatización, declaró a African Arguments que Figuig se destaca por el hecho de que el Consejo ha estado a cargo de la gestión del agua potable durante décadas. Señaló que no sabe por qué el Consejo celebró una segunda votación sobre la moción pocos días después de haberla derrotado por completo en la primera. Además, informó que los nueve concejales que votaron a favor en la segunda consulta pertenecen al gobernante Rally Nacional de Independientes (RNI), aunque cuatro de sus colegas también votaron en contra.

El RNI asumió el poder en septiembre de 2021 y es considerado a favor de la privatización y económicamente liberal. Su líder, el primer ministro Aziz Akhannouch es uno de los empresarios más conocidos de Marruecos y una de las personas más ricas de África con un patrimonio neto estimado en 1.600 millones de dólares. Es director ejecutivo de Akwa Group, un conglomerado multimillonario con intereses en petróleo, gas y productos químicos.

Su administración pretende reformar radicalmente la distribución de agua, electricidad y saneamiento en Marruecos apoyando la creación de “empresas regionales multiservicios” para gestionar estos servicios. La votación en Figuig fue presentada como una aplicación de una ley aprobada en junio de 2023 que forma parte de esta propuesta de reforma.

El gobierno dice que las reformas modernizarán la prestación de servicios. Los críticos dicen que los cambios supondrán la transferencia de valiosa infraestructura pública a manos privadas.

En Figuig, el agua es una cuestión de supervivencia. Durante siglos, los habitantes de lo que alguna vez fue un centro comercial regional han aprendido a adaptarse a los recursos escasos. Al vivir en lo profundo del desierto del Sahara, han desarrollado innovadores métodos de irrigación de la tierra en este delicado oasis.

Sin embargo, en los últimos años, Figuig ha enfrentado crecientes desafíos. Presas y niveles freáticos se han vaciado en medio de escasas e impredecibles lluvias en todo el país, dando un duro golpe a la agricultura local. Mientras tanto, los lugareños se han visto atrapados en el fuego cruzado de la hostilidad entre Marruecos y la vecina Argelia, cuya frontera rodea a Figuig por tres lados. Esta frontera fue oficialmente cerrada por Argelia en 1994 después de que el gobierno marroquí culpara a Argelia de un ataque terrorista en Marrakech y se impusieran visas a sus nacionales.

Tras la normalización de relaciones con Israel por parte de Rabat en diciembre de 2020, las tensiones volvieron a aumentar. En marzo de 2021, los agricultores marroquíes que habían seguido cruzando la frontera para cultivar dátiles a pocos kilómetros de distancia fueron repentinamente expulsados, provocando protestas en Figuig. Unos meses más tarde, en agosto, Argelia puso fin a sus relaciones diplomáticas con Marruecos.

Históricamente, a la gente de Figuig ya se le han quitado muchas tierras”, dice Samira Mizbar, socioeconomista de la región. “Fueron desposeídos de sus tierras. Ahora queremos despojarlos de la gestión del agua potable sabiendo que la red de agua potable fue creada y financiada por la gente del oasis. A esta gente le decimos ‘lo que has creado, tienes que dárselo a una empresa’. Ni siquiera es al Estado- es una transferencia directa de bienes a una empresa cuyo objetivo es obtener ganancias”.

Muchos temen que si la situación empeora, la población, que ya ha experimentado sucesivas oleadas de emigración, podría seguir disminuyendo y la ciudad simplemente desaparecería.

Desde noviembre, el movimiento en Figuig ha recibido el apoyo de grupos de defensa como el CADTM y ATTAC Maroc, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) y figuras de la oposición como Nabila Mounib, del Partido Socialista Unificado (PSU). El 24 de diciembre se creó un Comité nacional para apoyar a los manifestantes de Figuig. Su comunicado fundacional exigía que se mantuviera la actual gestión del agua. Solicitó que el Estado proporcione agua potable de otras localidades para evitar el agotamiento del cauce y que construya más plantas desalinizadoras.

El derecho al agua es un derecho inalienable protegido por el derecho internacional”, afirma Abdellah Lefnatsa, activista de la AMDH, sindicalista y exsecretario general de la Federación Nacional del Agua Potable (FNEP). “Siempre he luchado contra la mercantilización del agua y he denunciado las directivas de instituciones internacionales que pretenden someter el agua potable a la ley del mercado y, por tanto, privar a la mayoría de la población de su derecho a la alimentación y a la higiene”.

Considera que las protestas de Figuig como parte de un movimiento mucho más amplio en Marruecos que está rechazando las políticas que consideran que priorizan las ganancias de corporaciones sobre el bienestar de los ciudadanos comunes.

Hasta ahora, ni las autoridades locales ni el gobierno han respondido a las demandas de los manifestantes en Figuig. Sin embargo, fuerzas de seguridad están presentes en las movilizaciones y en ocasiones han intentado impedir la asistencia. A principios de febrero, no se permitió el viaje a un grupo que se dirigía a Bouarfa, capital de la provincia de Figuig, con la intención de hablar con las autoridades regionales. Los movimientos sociales no son inusuales en Marruecos y se han multiplicado desde el nacimiento del Movimiento 20 de Febrero, que lanzó protestas a nivel nacional en 2011 a raíz de la Primavera Árabe e inculcó una cultura de protesta. Sin embargo, varios de ellos han sido finalmente reprimidos, especialmente después de que la presión popular ha disminuido.

El 14 de febrero, las autoridades arrestaron a Mohamed Brahmi (alias MoVo), una de las principales figuras del movimiento en Figuig, tras una denuncia de un funcionario local. El día anterior, una residente en una marcha había acusado al funcionario de haberla empujado violentamente. Los manifestantes, incluido Brahmi, la apoyaron con decisión. La mujer también estuvo brevemente detenida pero, a diferencia de Brahmi, quedó en libertad en espera de juicio.

Es poco probable que el arresto de Brahmi lleve a la gente a regresar a sus hogares y puede galvanizar el movimiento. Cuando Brahmi fue detenido, cientos de personas se reunieron frente a la comisaría de policía local y algunos incluso pasaron la noche afuera. Varios activistas insistieron en el carácter pacífico del movimiento y pidieron a la gente que permanecieran pacíficos y movilizados. “Ten la seguridad, Mofo, continuaremos la lucha”, corearon.

Ilhem Rachidi

– (@RachidiIlhem)

Fuente: African Arguments

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[CIDAF-UCM]

 

 

 

Autor

  • Periodista independiente, con base en Marruecos, especializada en temáticas relacionadas con los movimientos de protesta y los derechos humanos, especialmente en el Magreb.

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