La peligrosa generación del cero a la izquierda (II parte), por Nse Ramón

29/07/2011 | Bitácora africana

Los chavales del café Kristania han terminado su charla, sus burlas y sus tonterías. Ahora se disponen a ir a comer en casa de una amiga que les ha invitado a comer algo tradicional, cocinado por ella, y acompañada por otras amigas. Salen del local, y cada uno, ya sea acompañado por esos rastreros que siempre acompañan a los pijos, o por otros cole…gas que hoy no llevan coche, se van subiendo a sus 4×4. Los chiquillos bocabiertos, y los no tan chiquillos que estaban flipando con el coche de 300 mil euros, se desaniman cuando ven que el que viene a subirse a la parte del volante no es Nguema Obiang. Es otro que se le parece, va con el móvil pegado a la oreja, y sonríe mucho al hablar. Le llaman Hassan, y es uno de los gemelos que tiene mamá Có.

En esos momentos, Lisandra le dice a su amiga Luna que deje de preocuparse.

– Esos viejos ya no duran mucho chica. No te pongas así. Antes de nada, le explicas que tu hermano que estudia en Ghana está necesitado de dinero. Y luego abres las piernas, cierras los ojos, y disimulas que disfrutas. ¡Kieee Luna, tampoco es la primera vez que lo haces! – Dice la desgraciada

– ¿Y si llama a mi hermana para saber sobre Chacho en Ghana? – Pregunta Luna muy nerviosa. Ella será una «bandida», pero con un señor así, le da asco… ¡Todo sea por Hassan, o Obiang!

– No puede hacer eso. Si le dices que no se lo cuente a nadie, él entenderá que no es verdad lo que le cuentas, y como ya te tiene muchas ganas, disimulará como si quisiera ayudarte. ¡Luna, es como si no supieras que así funciona la cosa…!

– ¡AAAAAH!… ¿No puedes entender que me da asco? – Chilla silenciosamente la joven a su amiga

– Bueno, como tú quieras. Si quieres olvidamos a los gemelos y nos vamos a otra discoteca éste sábado – Dice Lisandra, sabedora de la obsesión de Luna por llegar lo más alto posible.

– ¡Eso no! – Y le resultó eficaz la táctica al escuchar la negativa de su amiga Luna

– Entonces, yo me voy. No es bueno que me encuentre aquí contigo. Por favor Luna, solo tienes que disimular que lo pasas bien. Nos nos fastidies el fin de semana. Hassan y Obiang son como Teodorín, si el hermano mayor ya no está para nosotras, vamos a quedarnos con los pequeños – Dice eso, y ve como los ojos de su amiga Luna se levantan.

Su ambición es extrema. Y no apunta a un chico que trabaja en el sector petrolero. dice que esos solo buscan sexo, ademas, son pobres. Compran pantallas gigantes, muebles para apretar los salones pequeños de sus casitas, pagan alquiler mientras construyen una casa en una zona de peligro de que el gobierno las derribe, y encima corren el riesgo de perder el trabajo si no hacen bien su labor. No, definitivamente, con los chicos de las empresas americanas, como mucho, sacarles dinero, mofarse de sus esposas que van por la calle de SEÑORAS, con el bolso grande de Zara colgado en el codo, y haciendo como si ellas fuesen unas santitas. Luna no quería tampoco meterse con un chico del sector público. De esos que trabajan para SONAGAS, o Minas, de con ninguno que estuviese sacando buenos dividendo con el sector semi privado. Luna quería a los gemelos que en un futuro no muy lejano, serían los hermanos del flamante Presidente de Guinea Ecuatorial. Poca cosa.

Y mientras estaba Luna retocándose los pelos, recién lavados, ya que el grigrí camerunés le dijo que nadie mas podía percibir el olor del djudjú, o corría ella el riesgo de enamorar a uno que no era el planeado. Sonó el timbre. Luna, ahora ataviada con un conjunto muy sexy de pijama transparente de color púrpura, desde donde se le veía los senos, un tanto maltratados, pero que todavía podrían levantar las ganas del violador más temible llamado Dominique Staruss Khan. Se había asegurado de mojarse ligeramente las braguitas, eso provocaba un efecto luz en sus muslos que hasta yo que escribo esto… ¡ejem!. Sigamos. Abrió la puerta, y entró Manuel, que al verla de esa manera solo pudo preguntarla

– ¿Cuánto necesita tu hermano? ¿Puedo firmarte un cheque? ¿Quieres que me vaya antes al banco?… – La ametrallaba con las preguntas

– Manuel, Manuel… Yo no quiero que sudes tanto querido. Se que soy tu cuñadita, pero eso no ha impedido que te desee cada vez que te he visto entrar en nuestra casa – Empezó a tranquilizarlo Luna. Se le notaba la costumbre. Se la habían disipado los nervios. Cuando una bandida tiene delante a una víctima, por más viejo que sea, acaba imponiendo su ley. Y Manuel casi no reconoce a esa chiquilla de piernas altas que con su cara mimosa en casa, parece que solo ha dado un par de besos en su vida. Luna va a pujar alto, sabe que en esas condiciones, Manuel está dispuesto a todo.

Así que le hace sentarse en el sillón de Lisandra, pone la tele a un volumen considerable, no vaya a ser que el viejo se acuerde de los buenos momentos de su juventud y se ponga a chillar como un cerdo en el matadero justo cuando el cuchillo le rebana el pescuezo. Con Manuel ya sentado, Luna entra en la cocina, dejándole sentado a su «víctima» que no sabe si bajarse ya los pantalones y echar el primer gaou, para luego atacar con el famoso segundo gaou que dura más (según dicen los entendidos…). O es mejor esperar que la gatita de su cuñada haga lo que le venga en gana con todo sus 68 años incluidos. Luna regresa con una helado de esos de M&H, muy frío. Se abre las piernas y se sienta a casi 3 centímetros del pene bajo los pantalones de Manuel. El viejo ya no controla nada, ya le da igual morir. Si ella lo quiere matar de esa manera, que el mundo se vaya al carajo… Luna, con un control pasmoso, toma un poco de helado y lo desliza con su mano por sus partes púbicas, y mientras hace eso, emite un sonido de gatita en celo… Manuel se va a morir… Algo está acelerando las pulsaciones y n debería ser normal. Sus pantalones de seda comprados en Harrod´s resisten la embestida de su vieja máquina de hacer hijos (tiene 19 oficiales, y unos tantos mas extraoficiales… 22 son mayores por 5 años que Luna). La chiquilla, con la mano antes usada para «tocarse», le hace un dibujo en los labios. Manuel cierra los ojos para escuchar cuando Luna le dice

– Mi hermano necesita 3 millones. ¿Puedes ayudarme?

Manuel, sin abrir los ojos, saca de su americana una chequera, arranca una hoja, la firma, y finalmente se la da a Luna. Pero le dice… «Toma lo justo, si te pasas, luego no hay fondos. ¿No querrás hacer esto gratis cuñadita?. Luna entiende perfectamente lo que quiere decir el viejales. Coge el cheque, lo pone sobre la mesa. Y con un rápido movimiento, cremallera abajo, de sus suaves manitas, hace que Manuel note la sensación de estar en el paraíso. Nosotros, por si acaso, les dejamos tranquilos. Cerramos la puerta, y nos vamos en busca de Hassan y sus colegas.

Hassan ahora está sentado en la mesa de comer. Están los mismos del Kristania, pero a excepción de que ahora hay también chicas, todas guapas y con toques de hijas de papá. Hassan y sus amigos ni las hacen mucho caso, posiblemente a una que al parecer es prima de uno de ellos. La chica estudia en Londres, tiene su propio coche, un BMW 4×4 azul oscuro. Habla inglés, francés y aveces italiano. Se le nota mucho que el castellano hace tiempo que no lo practica, pero no hay problema para charlar con los visitantes. Los únicos que no se enteran de nada, pero que se ríen de todo, son los eternos chicos que persiguen en todo lugar a los pijos, haciendo de chicos del recado. Su trabajo más difícil es conseguir a las «nuevas novedades» de chicas, para que los pijos las puedan»consumir». También hacen el bendito trabajo de dejar claro quién «odia» y quién es «envidioso» con lo que ocurre en el país. Pues eso, que en mitad de niños bien hablando en diferentes idiomas, los chicos del recado se ríen como estúpidos sin saber que su vida podría valer mucho mas que eso. Mientras los chicos comen, una de las chicas empieza a contar que un tal Chico Enri quiere acostarse con ella. Que ya le ha dicho mil veces que no, pero que él insiste. Que la prometió que se la llevaría a Italia y otras tantas promesas mas.

– Chico Enri es un parásito desde que le conozco – Dice uno de los niños de papá

– Jejejejeje… ¿Y quién no es parásito en éste país Dylan? – Pregunta con una sonrisa Hassan. Se ríen todos, se ríen por que saben que acaban de ser insultados, pero que la vergüenza y la impotencia les hace parecer tontos.

– Yo ya les he dicho que cuando Nguema Obiang sea Presidente, tendrán que buscarse la vida. En este país, ya no vamos a soportar a esos miserables – Dice Dylan, que por su tono y sus pintas, no parece hijo de un cualquiera.

– Mi hermano no tiene prisas con esas cosas. Él nos dice que cuando papá muera, lo único que hay que hacer es poner orden en la familia. Los parásitos irán cayendo solos – Añade Hassan, luego recibe una llamada. El teléfono lo tiene uno de los mierdas que lo acompañan, que se lo entrega.

– Hello

– Hello brother, were hare you?

– Hey Obiang!. I am now un Cuca Mbang house. If you want join us…

– No, is not possible right now. I going to Bata this afthernoon and i will be back this night. Somme good news?

– Yea Bro, maybe a thing wy have a good time to the party this night. Please, take the Hammer and bring comme in Malabo. The ferrary have a problem to circulated here… ok?

– Ok Bro. See soon

– Bye

Mientras hablaba Hassan, todos los presentes se quedaron callados. Ahora Dylan pregunta… «¿Tu hermano se apunta a la party de ésta noche?». Si, pero al parecer mamá le ha llevado a Bata, pero estará de vuelta esta tarde. Le he dicho que se traiga el coche grande».

Luna está sentada con el cheque en blanco entre los dedos. Tiene una sensación intima de asco, pero sabe que el segundo objetivo, después del grigrí ya está logrado. Está cansada, ya que Manuel no ha sido precisamente un viejo. El hombre ha estado a la altura de las circunstancias, ha «consumido» sus tres millones con tres largos gaous y se ha marchado dejando sobre la mesa un fajo de billetes, que contados hacían la módica suma de 500 mil Francos. Luna ahora es rica, y además, ya no va a tener que recibir a sus «clientes» en casa de Lisandra. Por que Manuel, todo generoso, le ha dejado las llaves de una casa, en el mismo barrio de Buena Esperanza, donde ahora se podrán ver con frecuencia, y ella podrá seguir fingiendo que él es el súperman de su vida. Cuando entra Lisandra, Luna sonríe viendo la cara que pone su amiga al observar los billetes de color violeta, los «mamárastá».

– Luna… ¡pero si sólo queríamos la mitad! – Sonríe Lisandra cogiendo un par de esos fajos nuevecitos – ¡Vamos a ser las reinas!… ¡Wouw, amiga mía, qué le has dado a ese viejo»

– Culo, y juegos de telenovela – Responde Luna sonriendo mientras intenta evitar que Lisandra vea el cheque en blanco. Su amiga no debe saber nada del dinero. Ahora Luna ha descubierto el poder de sus nalgas tiesas y redondas, el secreto de sus caderas moviéndose lentamente sobre la cintura de un hombre rico, y la fuerza que imprimen sus palabras cuando solo tiene que gemir. Luna empieza a ver a su amiga como los pijos ven a esos inútiles que les acompañan a diario. Se levantan, y deciden ir a festejar el logro en La Baguette. Lisandre nota que Luna camina un tanto rara

– ¡Kieeeee, no me dirás que ese viejo es tan potente! – Le dice a su amiga

– No, es que me tropecé con la una punta de la mesa – Miente la chiquilla, que nota cómo algo quiere deslizarse entre sus muslos. Finalmente dice «Espera, voy primero al baño, quiero vomitar…»

Luna entra en el baño, se baja las bragas y se mira. No ve nada. Se calma, y luego sale del baño limpiándose la boca. «¿Estas bien, seguro?», le pregunta su amiga. «¿Cómo quieres que esté después de haber dejado que esa cosa asquerosa me tocase?», dile Luna medio enfadada.

– «Cosa asquerosa, pero con dinero amiga» – Vuelve a sonreír Lisandra. Está muy feliz.

Dejamos a las dos amigas y vamos a buscar a Hassan y a sus amigos, que ahora están sentados charlando. Mientras uno de los chicos cuenta la historia de aquellos malditos chavales que obligaron al nieto del presidente a robar dinero de casa durante la «operación euro», una de las chicas, muy guapa por cierto, le mira fijamente al hijo de Constancia Mangue de Obiang, que se ruboriza, la chica es muy guapa, no es guineoecuatoriana. Al parecer es una saotomeña que está visitando a unos familiares en Malabo. Tampoco tiene aspecto de vivir bien a medias. Hassan la mira de vez en cuando, y finalmente le pregunta

– ¿Quieres venirte conmigo a por más refrescos?

Todos se callan para escuchar decir a la espectacular muchacha

– Si

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Continuará si ustedes lo quieren…

Nsé

Autor

  • Nse, Ramón

    Nse Ramón o Ramón Esono Ebalé (alias Jamón y Queso) es un artista guineoecuatoriano nacido en Nkoa-Nen Yebekuan (Mikomeseng-Kie Ntem) en 1977 y residente en Malabo desde 1982. Dibujante e ilustrador autodidacta, compagina su pasión por el dibujo y el cómic con su trabajo de grafista. Actualmente es el grafista titular del Centro Cultural de España en Malabo y como dibujante de cómics ha ganado varios premios y certámenes internacionales como el concurso "Regarde 9", en el Festival Internacional de BD de Angulema (Francia), el premio obtenido en Cocobulles, Costa de Marfil con el trabajo "Le réveil d'Akoyo". Ha expuesto en los Centros Culturales Francés y Español en Malabo y Bata, en el Feshcary (Camerún) y en diversas galerías de Europa, América y Estados Unidos. El artista ha iniciado diferentes proyectos para organismos internacionales que operan en Guinea Ecuatorial realizando carteles e ilustraciones para la campaña de la Unión Africana en fomento de la Juventud y sus Derechos de la Organización de la Unión Africana.

    Participó en ARCO2010 con dos series ácidas y corrosivas sobre las dictaduras y la corrupción

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