La palabra “genocidio” desaparecería de la versión final del Informe del HCDH

30/09/2010 | Opinión

Nos escribe un amigo desde Suráfrica: “Acabo de escuchar en una radio que la palabra genocidio se ha eliminado del informe del HCDC. La razón principal es que la ONU considera que Ruanda juega un papel esencial en el mantenimiento de las paz”. La prensa sudanesa subraya por su parte que “con ocasión de su visita a Kigali, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, consiguió un acuerdo entre las partes y que Ruanda aportaría una enmienda al texto antes de su publicación”. Kagame, durante su visita a Nueva York, habría confirmado que volvería a considerar su decisión de retirar sus militares de Darfur. Como Ruanda participa en una misión importante, habría obtenido a cambio que algunos crímenes cometidos por el FPR no fueran calificados como actos de genocidio.

Podemos concluir que Ruanda ha llevado a cabo un trabajo de Lobby muy serio y eficaz. También podemos decir que la última palabra sobre la naturaleza de los crímenes cometidos en nuestro suelo no pertenece al HCDH. Crímenes indescriptibles que a primera vista no son genocidio, pueden ser sin embargo perseguidos por los tribunales. ¿Es necesario que esos crímenes sean calificados como genocidio para que sus autores sean perseguidos judicialmente?

Puede que Ban Ki-Moon haya negociado con Kagame y haya cedido a su chantaje para conservar la credibilidad de la misión de la ONU en Darfur. ¿Cómo podría avalar un informe que califica de genocidas a los militares contratados para esa misión? Pero no podrá borrar esa palabra del pre-informe.

Sea como sea, la enmienda a este informe no hace sino confirmar un secreto de polichinela: la ONU es un órgano político; toma decisiones políticas y adula a los donantes de fondos padrinos de Kagame. Detrás de Kagame están USA y el Reino Unido, que agredieron el Congo. Nuestra incapacidad para acordarnos hace que nos fijemos en epifenómenos: negros al servicio de los actores importantes. (…)

No tenemos que excluir que los hombres y mujeres de buena voluntad en el mundo entero estén dispuestos a ayudarnos a dar la vuelta a la tortilla. Pero primero es de todo punto indispensable que nosotros mismos tengamos un suficiente dominio de lo que se cuece en el mundo. Comprender, por ejemplo, que los EEUU y sus aliados, deseosos de dibujar de nuevo el mapa del África Central y así tener acceso a nuestras materias primas estratégicas, tras la caída del muro de Berlín, han organizado una guerra de baja intensidad contra nosotros. Al hacerlo han querido también eliminar la influencia francesa en África. Comprender esto nos ayudaría a definir y a pensar nuestras orientaciones geopolíticas, conscientes de que en recientes informes de la CIA, África es considerada pura y simplemente como un depósito de materias primas, sin protagonismo político. Mantener una confianza ingenua en instituciones cuya retórica multi-polar es desmentida en la práctica, es como correr detrás del viento.

En tanto las instituciones que supuestamente están por encima de los conflictos estén al servicio del capital, tendremos que cultivar otras maneras de combate y sobre todo, la resistencia; hay que desarrollar la cultura de la resistencia (como se hizo frente al colonialismo) y evitar el cortoplacismo. Y esta cultura nos enseña a rechazar la capitulación ante la opresión, a pesar de la desigualdad de fuerzas en presencia. Se trata de una escuela del coraje, de la perseverancia y de la abnegación. Frente al consumismo que transforma el mundo en mercancía, nos enseña que la dignidad y la libertad no se compran.

Inmersos en la lógica de la resistencia, aprenderemos a perder batallas sin renunciar a la guerra. Puede que en la versión final del Informe de la ONU falte el término “genocidio”, pero ello no nos desanimará a seguir batiéndonos en este frente, junto con los españoles, algunos de cuyos jueces tienen un dossier muy avanzado sobre los crímenes cometidos entre nosotros por el FPR.

Por lo demás, nuestro país está en el corazón de los intereses mundiales, que es preciso que conozcamos y analicemos sin complacencia. Necesitamos un liderazgo colectivo, un liderazgo prioritariamente congoleño; un liderazgo que rompa con “la negritud al servicios de los grandes”. Tenemos que saber que las manos del capitalismo salvaje son cínicas y que no regalan nada. Instrumentalizan a todos, medios de comunicación e intelectuales para roer los corazones y las mentes (débiles), convenciéndoles de que no existe una alternativa a su “barbarie”.

J.-P. Mbelu

(Le Potential, RDC, 30-09-10)

Traducción de Ramón Arozarena.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster