Una noticia más (y van ya tropecientas de las historias que hemos hablado en este blog) que nunca aparecerá en nuestros medios de comunicación… simplemente porque no vende ni tiene morbo ni trata de bestiales costumbres, sanguinarios dictadores y desgracias con niños famélicos de por medio…
Pues sí, una noticia más que tenemos que resaltar en este foro alternativo donde – humildemente y con nuestras muchas limitaciones – queremos dar a conocer el rostro de África, tanto en lo positivo como en lo negativo.
La semana pasada, el departamento de Ingeniería, Arte y Diseño de la Universidad de Makerere en Uganda – la más antigua de África Oriental ya que fue fundada en 1922 -, presentó después de dos años de investigación el prototipo Kiira EV, un coche eléctrico diseñado y montado íntegramente por estudiantes de la facultad, acompañados de su profesor. Según sus creadores, el modelo no ha alcanzado todavía la perfección que debería, ya que necesita todavía mejoras importantes tanto en la potencia como en las prestaciones y la duración de sus baterías (tienen que recargarse al recorrer 80 Km) pero a pesar de las mejoras todavía necesarias, ahí está.
En un contexto donde los medios para la investigación y la innovación científica son paupérrimos, el logro de un coche así es una labor no ya meritoria sino titánica. Demuestra también que el genio no es patrimonio exclusivo del difunto Jobs, de Bill Gates o el guru tecnológico de turno (todos ellos omnipresentes en el mundo occidental y, al contrario que estos estudiantes, con financiaciones millonarias que apoyan sus ideas). Aquí el genio se las tiene que ver no solo con la parte creativa sino con la burocrática, la escasez de financiación, y los miles aspectos relacionados con los recursos materiales y humanos.
La relevancia de este logro no es que se haya conseguido un modelo que quizás en un futuro cercano pueda ser comercializado en estos países (tan acostumbrados a recibir en su parque automovilístico los modelos de segunda mano que proceden casi exclusivamente de los mercados asiáticos), sino que una idea innovadora ha conseguido que un grupo de jóvenes emprendedores, acompañados por sus heroicos profesores, hayan podido vencer las barreras ideológicas y tecnológicas de lo que parecía inalcanzable en un país como Uganda. Además, con su esfuerzo están contribuyendo a promover adelantos tecnológicos que nos ayuden a conservar este planeta enfermo de tantas emisiones de CO2 y de tantos “efectos colaterales” de nuestro progreso.
Es bueno ver y sentir que estos países (emergentes o no… pero en todo caso fuera del G20) tienen el poder de contribuir con algo nuevo, innovador y – ¡ojalá! – económicamente rentable.
Sería genial que los medios internacionales se hicieran eco un día de los logros de estos estudiantes. A veces me parece que el romper la ignorancia y los prejuicios que hay en lo concerniente a África es incluso más difícil que inventar y montar desde cero un coche eléctrico.
Original en En Clave de África